Laboratorios: ¿qué hay tras la concentración?

En el actual clima de compras y fusiones de grandes marcas farmacéuticas en todo el mundo, la crítica central es que el resultado de estas operaciones es, básicamente, recortar costos y abandonar los grandes proyectos de investigación. Por María Teresa Lavayén.

12 mayo, 2015

Las fusiones y adquisiciones en el negocio farmacéutico han reducido notablemente el número de compañías en los últimos 15 años. En Estados Unidos había, en el año 1988,  42 empresas miembro del lobby industrial Pharmaceutical Research and Manufacturers of America. Hoy siguen operativas solamente 11.

Si se analizan las operaciones realizadas desde principios de 2014 hasta hoy, las cifras de las transacciones acordadas ascienden a US$ 462.000 millones, algo menos que el producto bruto de Argentina (US$ 540 mil millones). ¿Cuál es la verdadera razón detrás de estas operaciones? Muchos opinan que los motivos son exclusivamente financieros.

Lo cierto es que la ola de compras alcanzó a todos los rincones de la industria, desde las grandes marcas conocidas hasta los desconocidos fabricantes de genéricos y de medicamentos de venta libre.  Esta última categoría generó la movida de abril pasado cuando la israelí Teva hizo una oferta de compra hostil por US$ 43.000 millones para hacerse de su rival Mylan.

Buscando crecimiento de otra manera, los grandes grupos se han ido desprendiendo de activos que consideran accesorios. Novartis y GlaxoSmithKline, por ejemplo, completaron recientemente un intercambio de activos por US$ 20.000 millones en el cual cada una se desprendió de negocios secundarios y reforzó áreas de fortalezas. 

Para entender la esencia del proceso que se está viviendo, es preciso comprender que el negocio farmacéutico arrastra desde hace años dos grandes desafíos: primero, la caída en las ventas de drogas recetadas, especialmente en Estados Unidos y, segundo, la pérdida de la protección de las patentes de muchos de los medicamentos más rentables Para compensar esas dos caídas vuelve los ojos a los mercados en desarrollo.

 

Esa parte del mundo, las economías emergentes en especial, es vista desde hace mucho tiempo como la tierra prometida por el negocio farmacéutico. Calculan que para 2016 significará cerca de la tercera parte del negocio farmacéutico global y tendrá un papel fundamental  en el crecimiento sostenible del sector. Con poblaciones enormes, prosperidad creciente y aumento de la longevidad, esos mercados son muy atractivos para los laboratorios que están sufriendo el estancamiento de los mercados maduros, expiración de patentes y aumento de la regulación.

El crecimiento en esos países podría dar aire fresco al sector: una combinación de mejores niveles de vida, envejecimiento de la población y aumento en la incidencia de enfermedades como cáncer y diabetes, motivó en todos esos países un aumento en el gasto de salud.

 

 

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