Franquicias o cuentapropismo bajo patrón

Profesionales o baquianos asalariados con experiencia en administrar bajo patrón se arman de un capital para comprar una franquicia de marcas de buena reputación para los consumidores. Por Rubén Chorny

14 octubre, 2015

Entre los 2.200 puestos de trabajo perdidos el año pasado por el cierre de más de 350 restoranes porteños, algunos de los expulsados que disponían de 40.000 dólares en adelante se regeneraron como células madres para reaparecer bajo la forma de partnerships, socios de negocios o personal en cualquiera de las casi 200 franquicias que abrieron locales en el mismo lapso.

 

Despachan helados en uno de los 1.380 Gridos que se desparramaron por la geografía nacional, o de los 40 abiertos por Sei Tu Gelato, arman los sándwiches en uno de los 38 Subways que se sumaron a la red en 2014, atienden mesas o mostrador en los casi 200 Bonafides, o en cualquiera de las variantes que hay tras las bambalinas.

 

Se los puede distinguir reasignados ya no en calidad de empleados bajo relación de dependencia, como en su procedencia, sino con el status de socios, propios patrones o empleados de sí mismos, una combinación de relaciones con el medio de producción que lleva la contrapartida de una cuota de ingreso y el pago mensual de un derecho de uso.

 

“Llevo puestos $600 mil con las instalaciones incluidas, me asigné un sueldo de $10 mil por mes y me deja unos $100 mil netos al año”, es casi la cuenta de almacenero que saca Alejandro Magallanes, ataviado con el uniforme de una cafetería de renombre. Es que la rentabilidad neta a obtener en una franquicia puede oscilar, en promedio, entre el 8% al 10% de la facturación.

 

Estas unidades de negocio están especialmente diseñadas para aquellos que tienen ganas de emprender pero que no quieren arriesgar tanto comenzando un proyecto desde cero. 

 

Está claro que existe una menor dependencia de inversiones para los que acomodan mercaderías de buena reputación y sacan la punta al lápiz para comercializarlas que para los que tienen una línea de producción que alimentar.

 

Entre el fee de ingreso, obra civil, stock de productos, capital de trabajo, entre otros conceptos, instalar una sucursal de un sello conocido ronda entre los US$40.000 a US$150.000. En ese rango encuadrarían Dulce Carola, Eyelit, Havanna, Freddo e Itamae Sushi, entre otras.

 

En cuanto a las exigencias por parte de los franquiciantes, la mayoría exige plazos de 5 años de contrato -algunos lo reducen a 3 años-, mientras que otros también piden el pago de regalías por ventas, que pueden ir del 1 al 5%, en su mayoría.

 

No hay más que remitirse a la serie histórica para comprobar el auge que han tenido las franquicias en la Argentina y su afianzamiento como negocio. Actualmente, lo componen 649 marcas, que abrieron 27.500 puntos de venta y ocupan a 194.500 empleados. Representan el 2% del PIB y el último dato disponible de facturación las ubican en $ 75.229 millones, un récord que desplazó a la suma reunida por la industria automotriz, con $66.500 millones, según la evaluación realizada por la Asociación Argentina de Marcas y Franquicias (AAMF).

 

En el período que va desde octubre de 2013 a la misma fecha de 2014 traía un crecimiento de 18% con respecto al año anterior, y la proyección para el cierre del ejercicio en curso sitúa el incremente en alrededor del 22%.

 

Década conquistada

 

La corriente desciende de Norte a Sur y de Este a Oeste y ya dejó atrás la medida de una moda: recientes estadísticas del Departamento de Comercio de Estados Unidos demuestran que solo el 23% de los negocios independientes (no franquiciados), iniciados en los últimos diez años han arribado a su décimo año de vida. En el caso del franchising, la proporción es inversa, es decir, el 92% de los negocios franquiciados siguen funcionando y solo el 8% desapareció por diversas razones.

 

En el país, el promedio de cierre de locales franquiciados en los últimos años se estima en uno cada dos años, casi sin propios cerrados. Los motivos más comunes: baja rentabilidad y falta de profesionalismo en la gestión de la franquicia, escasez de recursos por parte del franquiciante para controlar y/o desarrollar la franquicia, en menor medida, incumplimiento del contrato, poca dedicación del franquiciado y cambio de local propio a franquicia.

 

Si bien a esta modalidad de alquiler de marca con explotación comercial y estilo de trabajo alineado se le reconoce su origen en la segunda mitad del siglo XIX, el despegue recién se dio entre 2000 y 2009, cuando se concretó la fundación del 38% de las franquicias.

 

El proceso se había iniciado con fuerza en los ´80, al saltar del 4% de la década anterior al 16%, y repitió la tasa en los ´90, cuando se observa claramente la tendencia a la apertura de franquicias en períodos cada vez más inmediatos a la fundación de la empresa, en plena etapa de expansión.

 

Los picos se registran en 2011/12, tras lo cual se inicia una merma que revierte en 2014, pero claramente en los últimos cuatro años casi se duplicó el promedio de apertura de franquicias.

 

Claves Información Competitiva señala a la gastronomía como el mayor rubro franquiciante, con 38%, seguido por los negocios especializados con el 18%, servicios 16%, indumentaria y accesorios 14%, capacitación 7% y estética y salud 6%. Otro dato: en la actualidad, existen 25 mil puntos de venta franquiciados y el sector emplea a más de 190 mil trabajadores “más del doble que el sector automotriz”, según destacan desde Franchising Company, consultora especializada en desarrollo y gestión de franquicias.

 

El director de la firma, Marcelo Schijman, nombra como las franquicias que más crecieron en 2014 a: la marca de ropa Pampero, que después de haber sido comprada por el Grupo Cardón, abrió más de 60 en un año; Subway (cuya especialidad son la venta de sandwiches), que ya cuenta con 140 locales; la cadena de helados Grido, con 1.380 comercios en todo el país; y Kevington, que llegó a las 300 franquicias.

 

CAME deja claro que debajo del paraguas de una franquicia de buena marca se capean mejor los avatares económicos que desde una pequeña y mediana empresa emprendedora, ya que mientras ésta última, que representa 42% del PIB nacional, acumula dos años consecutivos de signos negativos, la rama de franquicias del mismo tamaño no alcanzó a retroceder en el mismo lapso ni siquiera la mitad.

 

 

Una versión de este articulo apareció en la edición 140 de Alzas y Bajas

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