Los problemas del glifosato

Se le acabó el tiempo al glifosato, el famoso herbicida. Los legisladores de la Unión Europea volvieron a posponer una decisión sobre darle o no una licencia por nueve años a la actual autorización que expiraba el 30 de junio.

13 julio, 2016

El glifosato es el ingrediente más común en herbicidas como el Roundup de Monsanto. También se dice que probablemente sería cancerígeno. Pero cancerígeno es casi todo. El departamento de investigación cancerígena de la Organización Mundial de la Salud y la FAO acaban de decidir que es muy improbable que el glifosato implique un riesgo para la salud a través de los alimentos. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria coincide.

 

El problema inmediato en la toma de decisiones de la UE es el desacuerdo con la coalición gobernante de Alemania. El problema de fondo es que si bien el glifosato en sí mismo probablemente sea seguro, los cócteles de químicos en que se lo suele aplicar, tal vez no lo sean.

 

¿Quién usa glifosato?

Casi todos los que odian las malezas.  El herbicida se rocía para combatir malezas a lo largo de las vías férreas, en los fondos de las casas, en las calles de la ciudad, en los estacionamientos y en todas partes. Muchos tipos de agricultura también recurren al glifosato y los chacareros son los que más lo usan. Las ventas se dispararon en Estados Unidos y América latina cuando Monsanto y otras compañías modificaron genéticamente la soja y otros cultivos para que aguanten los efectos del glifosato. Eso significa que los chacareros pueden matar malezas sin dañar los cultivos. El herbicida hizo más que aumentar las ganancias de los chacareros, también redujo la erosión de los suelos al facilitar la siembra directa, la práctica de rociar los cambos antes de plantar en lugar de desmalezar.

¿Por qué es problemático?

Los ambientalistas hace mucho que se preocupan por los efectos en la salud de pesticidas y herbicidas, glifosato incluido.  La Asociación de Suelos de Gran Bretaña, por ejemplo, quiere prohibir el rociado pre cosecha  de los campos de trigo, una práctica que mata  las espigas verdes y permite una cosecha temprana, pero también deja residuos de glifosato en el grano. Se han encontrado rastros en el pan y la cerveza. Eso causó gran ansiedad en Europa porque afecta la percepción de pureza de los alimentos.

A muchos europeos les preocupa el impacto ambiental. El glifosato ha llegado a simbolizar la agricultura industrial y el control de los alimentos y la agricultura por parte de las empresas. Los europeos que valoran la agricultura local y las granjas orgánicas, que no pueden usar glifosato ni ningún otro agroquímico sintético, se inclinan por apoyar la prohibición, ya sea que cause cáncer o no.  Pero el único mecanismo legal “fácil” para impedir el uso del glifosato   es alegando un supuesto riesgo para la salud humana.

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