¿El fin de los abogados?

Nuevos conocimientos y perfiles de profesionales incursionan en la práctica jurídica. Ingeniería, programación, algoritmos e inteligencia artificial, en la mira. La tecnología y las eficiencias ya han llegado a las puertas de la práctica jurídica, uno de los bastiones de la tradición.

30 noviembre, 2016

Más de 90 juristas de la más alta nota contribuyeron para la creación del actual código civil y comercial argentino. Regularon cuestiones contables, económicas, ambientales, bioéticas, sociales. No participaron a contadores, ni a economistas, ni a ambientalistas, biólogos, teólogos o sociólogos. 
Un par de semanas atrás se presentó la propuesta de reforma al código procesal penal. Se buscan, en el fondo, procedimientos eficientes, uno de los principales focos en los que se asientan varias de las carreras de ingeniería. ¿Hubo ingenieros escuchados para que los procesos se hicieran de la manera más eficiente posible con los recursos existentes?
Si bien planteos como los anteriores ponen a hervir la sangre de buena parte de la abogacía (no solo vernácula, sino también global), en la práctica, sin saco ni corbata, programadores, ingenieros y profesionales de las más diversas disciplinas se aprestan a abordar las naves de la profesión legal sin pedir el más mínimo de los permisos.
Resistencias mediante, la tecnología y las eficiencias vienen marcando el rumbo en casi todos los planos de la economía y ya han llegado a las puertas de la práctica jurídica, uno de los bastiones de la tradición.
Así, al menos, lo están viendo quienes, deudores del código de Hammurabi, del 1700 antes de Cristo, se enfrentan a diario con planteos de clientes que hablan de commoditización de la profesión, del “leí en Internet” y, más en general, de la percibida pérdida de valor de lo que tradicionalmente fue el servicio legal.
Surgen, concomitantemente, fenómenos como el de los contratos inteligentes, escritos en código de programación, más eficientes en su ejecución que cualquier acuerdo de voluntades que haya escrito jamás un letrado, a un costo infinitamente menor y con la promesa de que, una vez que la Internet de las cosas sea pura realidad y no tanto presentaciones en ferias o relatos de ficción, desplazarán todo lo conocido.

 

Inteligencia artificial

En materia de inteligencia artificial, de uso de algoritmos para la resolución de dudas y conflictos, la abogacía está siendo empujada ya no solo a la actualización, sino al mismísimo cambio de paradigma.
Lo que durante siglos estuvo en manos monopólicas de abogados hoy pasa a manos de otros especialistas y de otros saberes.
Que Singularity University haya considerado que un proyecto para administrar justicia ideado por un argentino ajeno al negocio jurídico, que no involucra a la abogacía tradicional, pueda impactar positivamente en la vida de más de 1.000 millones de seres humanos es todo un indicio.
Que las grandes firmas mundiales de abogados anden en busca de profesionales que manejen código de programación ?además de inglés y de experiencia legal? no es un dato a desatender.
Los que impulsan la transformación no necesariamente son abogados, la oferta de servicios jurídicos; sino más bien sus clientes, la demanda: individuos y organizaciones acostumbrados a vivir con lógicas, criterios y velocidades del siglo 21.
La consulta a una plataforma online para recibir referencias de un plomero, un pintor, un médico, un restaurant, un destino turístico o el producto que se venga en mente, es el comienzo de una transparencia de mercado que, por ahora, en la abogacía es incipiente.
Muchos profesionales dicen que la opinión del cliente, no especialista en materia legal, no debería ser fuente de información para definir una contratación. Sin embargo, no solo es lo que pasa cada vez más, sino también lo que esos mismos profesionales hacen cuando consultan por bienes y servicios provistos por especialistas de otros campos.
La abogacía, sin ningún margen de duda, está en la antesala de un cambio descomunal. El futuro cercano de la abogacía no será como el que conocemos hoy. De hecho, de acuerdo con los resultados preliminares de una encuesta realizada por Artículo Uno, de la que participaron más de 1000 abogados, 15% reconoce que los principales impactos en la profesión serán tecnológicos, mientras que un 10% ya habla de esta competencia en terreno extra jurídico.
Los principales ejes de esa transformación fueron los que se abordaron en el IV Encuentro de Abogados (www.encuentrodeabogados.com.ar), el 4 de noviembre pasado en el Círculo Italiano de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, referentes del mercado jurídico, socios de estudios y responsables de legales en empresas compartirán qué están haciendo de cara a #ElFuturodelaAbogacía.

 

(*) Director de la consultora Artículo Uno.

 

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