El debate sobre regulación estatal e intervencionismo

No es que los funcionarios de los Gobiernos argentinos no tengan tentaciones. Cada vez que pueden intentan avanzar sobre el terreno de modificar la realidad económica a fuerza de voluntarismo y arbitrariedad. Ejemplos recientes abundan, como lo ilustra bien el accionar del secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

22 diciembre, 2009

<p>Pero eso no autoriza a los empresarios locales a confundirse. De un lado ser&iacute;a absurdo creer que este es un t&oacute;pico local, cuando en verdad se ha convertido en un debate global, pero muy especialmente en las econom&iacute;as &ldquo;ejemplares&rdquo; del libre mercado, donde el accionar imprudente &ndash;y a veces doloso&ndash; de gerentes y directivos ha puesto a las burocracias estatales en pie de lucha.<br /><br /> No estamos hablando de regular el precio de la leche o de la carne, o de fijar impuestos absurdos. De lo que se trata en los pa&iacute;ses centrales es de la liquidaci&oacute;n o clara intervenci&oacute;n &ndash;con adquisici&oacute;n de paquetes accionarios inclusive&ndash; de bancos y grandes industrias.<br /><br /> A la salida de un seminario reciente se oy&oacute; bromear a un empresario local: &ldquo;Lo que queremos es la seguridad jur&iacute;dica suiza y el nivel de rentabilidad de la Argentina&rdquo;. Algo parecido podr&iacute;a decirse en este terreno. Hay industriales que repudian lo que suponen cualquier actitud de injerencia estatal sobre sus negocios, hasta que el contexto internacional adverso los hace correr a buscar refugio debajo de la cama de pap&aacute; Estado.<br /> Lo que la historia reciente demostr&oacute;, aqu&iacute; y en el resto del mundo, es que en general &ndash;porque tambi&eacute;n hay excepciones&ndash; el Estado industrial o comerciante tiene mala <em>perfomance</em>. Pero tambi&eacute;n es cierto que debe concentrar sus energ&iacute;as en lo que es la raz&oacute;n de su existencia: la eficacia regulatoria.<br /><br /> Ante la certeza de que el avance estatal sobre la econom&iacute;a &ndash;y en especial sobre las finanzas&ndash; es una tendencia que est&aacute; dispuesta a instalarse por un tiempo, el debate en los pa&iacute;ses centrales (donde la regulaci&oacute;n ha avanzado m&aacute;s rauda que en otras latitudes durante los &uacute;ltimos meses), es si se trata de una operaci&oacute;n correctiva que, cuando consiga sus prop&oacute;sitos iniciar&aacute; la retirada, o si pretende instalarse por largo rato.<br /><br /> Los pol&iacute;ticos son cautos: ha sido una intervenci&oacute;n obligada por las circunstancias, dicen. Ya llegar&aacute; el momento en que nuevamente el sector privado retome las riendas de los negocios donde ahora tiene compa&ntilde;&iacute;a. Pero entre banqueros y empresarios la cautela no conforma. Con energ&iacute;a dicen que se trata de algo provisional y que debe desaparecer a la brevedad.</p><p><strong>La revoluci&oacute;n thatcherista</strong><br /><br /> Los empresarios m&aacute;s curtidos o m&aacute;s c&iacute;nicos, por su parte, admiten: si la codicia de una generaci&oacute;n de directivos y gerentes hizo tambalear al sistema financiero y a buena parte de la industria a punto que los contribuyentes de muchos pa&iacute;ses se han tenido que endeudar para salvar la situaci&oacute;n, &iquest;qui&eacute;n garantiza que los actuales interventores tengan voluntad de devolver el juguete cuando est&eacute; saneado y dando ganancias otra vez?<br /><br /> Alguien con experiencia en ambos mundos brinda un excelente enfoque. El ingl&eacute;s Andrew Turnbull, uno de los principales consultores de Booz &amp; Co. en Gran Breta&ntilde;a, recuerda que durante los 35 a&ntilde;os posteriores a la Segunda Guerra Mundial, &aacute;reas econ&oacute;micamente tan claves como hidrocarburos, hierro, acero, combustibles, energ&iacute;a, comunicaciones y transportes estaban en manos del Estado. Despu&eacute;s, desde los a&ntilde;os 80, se puso en marcha un dr&aacute;stico programa de privatizaciones y, de una docena de conglomerados p&uacute;blicos quedaron apenas los correos. <br /><br /> Margaret Thatcher, Ronald Reagan y sus revoluciones conservadoras cambiaron la filosof&iacute;a prevaleciente en las econom&iacute;as occidentales. En especial las adherentes al capitalismo anglosaj&oacute;n (Estados Unidos, Gran Breta&ntilde;a, Holanda, Canad&aacute;). La regulaci&oacute;n pas&oacute; a ser un mal necesario, limitable a correcciones de falencias espec&iacute;ficas en los mercados. Pese a turbulencias como las de 1987, 1997/8 &oacute; 2000/01, los ortodoxos consideraban la propia regulaci&oacute;n como una falencia del mercado. <br /> Cada pa&iacute;s hab&iacute;a escogido su lugar en una escala que iba de mercado libre a control estatal. Pero las econom&iacute;as principales &ndash;salvo China y Rusia&ndash; marchaban rumbo al primer extremo. Entonces sobrevino 2007/8.<br /><br /> &ldquo;Los hechos del &uacute;ltimo a&ntilde;o y medio &ndash;se&ntilde;ala Turnbull&ndash; han comprometido la fe en los mercados libres (ya no eran virtuosos), sobre todo los financieros y especulativos. Ha habido amplia intervenci&oacute;n estatal en pa&iacute;ses como EE.UU., Gran Breta&ntilde;a, Alemania y otros. Sus Gobiernos adquirieron participaciones controlantes en bancos, automotrices y otras actividades, a cambio de rescates o apoyo financiero&rdquo;. Las escandalosas remuneraciones de ejecutivos u operadores irritaron al p&uacute;blico y crearon clima para pesadas regulaciones sobre pr&aacute;cticas financieras.</p>

<p><strong>&iquest;Capitalismo agotado?</strong><br />
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Resulta entonces natural preguntarse si &ldquo;esta etapa de mayores controles estatales implica que el capitalismo anglosaj&oacute;n se agota o resurgir&aacute; en forma diferente. O si el nuevo orden &ndash;plantea Turnbull&ndash; convertir&aacute; a los Gobiernos en accionistas dominantes de bancos, industrias, etc.&rdquo;.<br />
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Algunos observadores apuestan a esa posibilidad, otros la rechazan de plano y un tercer grupo cree que se difundir&aacute; el modelo socioecon&oacute;mico escandinavo. Vale decir, una forma de Estado de Bienestar que los neocl&aacute;sicos detestan m&aacute;s que al capitalismo renano. El experto es esc&eacute;ptico en un sentido: &ldquo;habr&aacute; nuevos reg&iacute;menes regulatorios, pero casi no existen probabilidades de Gobiernos occidentales convertidos en due&ntilde;os permanentes de bancos o empresas&rdquo;.<br />
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Tampoco la credibilidad de los Gobiernos ha salido indemne de estos procesos. En algunas econom&iacute;as principales, la comunidad de negocios los pensar&iacute;a dos veces antes de aprobar que un Estado desempe&ntilde;e papeles activos en el manejo de empresas privadas, por m&aacute;s que el p&uacute;blico est&eacute; irritado con banqueros y otros agentes financieros. <br />
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Otros factores pueden constre&ntilde;ir a los Gobiernos. Entre ellos, aprietos fiscales y endeudamiento por encima de cotas soportables. <br />
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<strong>Golpe a la globalizaci&oacute;n</strong><br />
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Otro aporte a la discusi&oacute;n lo hace Ian Bremmer presidente del Eurasia Group, consultora sobre riesgo pol&iacute;tico, quien explica que la globalizaci&oacute;n ha dejado de ser el paradigma econ&oacute;mico indiscutido. La crisis financiera internacional ha dado a la pol&iacute;tica &ndash;con la necesidad de rescatar empresas&ndash; un papel preponderante en el funcionamiento de los mercados. Y sin embargo, muchos act&uacute;an como si nada de eso estuviera pasando.<br />
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Fue la crisis financiera quien dio a la pol&iacute;tica un papel en la econom&iacute;a. Antes se cre&iacute;a que eso solo ocurr&iacute;a en los pa&iacute;ses en v&iacute;as de desarrollo y que, con el tiempo, tambi&eacute;n all&iacute; desaparecer&iacute;a. <br />
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Cuando termin&oacute; la guerra fr&iacute;a, parec&iacute;a que se enterraba la idea que los Gobiernos pod&iacute;an manejar econom&iacute;as nacionales para generar prosperidad. El dinamismo de Jap&oacute;n, Estados Unidos y Europa occidental &ndash;alimentado por riqueza privada, inversi&oacute;n privada y empresa privada&ndash; parec&iacute;a haber instalado definitivamente el predominio del modelo liberal. A medida que esos Gobiernos privatizaban empresas y jubilaciones, compa&ntilde;&iacute;as como Exxon Mobil, Microsoft, Toyota Motor y Wal-Mart Stores se pusieron febrilmente a dise&ntilde;ar planes para su expansi&oacute;n global. La globalizaci&oacute;n se puso en boca de todos.</p>
<p><strong>Ganadores y perdedores</strong><br />
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Mientras el paisaje cambia a su alrededor, inversores y empresas internacionales ir&aacute;n descubriendo que la participaci&oacute;n de la pol&iacute;tica en los procesos de mercado producir&aacute; sus propios ganadores y perdedores. Tres d&eacute;cadas de crecimiento sostenido, por ejemplo, han dado a la &eacute;lite del partido comunista chino grandes reservas de capital pol&iacute;tico. Dada la enorme cantidad de dinero que el Gobierno puede gastar en est&iacute;mulos fiscales, China podr&aacute; emerger de la recesi&oacute;n global antes que la mayor&iacute;a de las naciones en el mundo desarrollado.<br />
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En Brasil, el presidente Luiz In&aacute;cio Lula da Silva forj&oacute; en los &uacute;ltimos a&ntilde;os un s&oacute;lido consenso en torno a una pol&iacute;tica macroecon&oacute;mica disciplinada. Su habilidad para mantener alto nivel de aprobaci&oacute;n y equilibrio fiscal sin duda ayudar&aacute; a su Gobierno a estimular la econom&iacute;a brasile&ntilde;a mediante el gasto del Estado y apertura a la inversi&oacute;n extranjera. <br />
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Otros Gobiernos deber&aacute;n transitar caminos m&aacute;s dif&iacute;ciles. En Rusia, una recesi&oacute;n profunda podr&iacute;a dejar al descubierto errores de la &eacute;lite gobernante. Se podr&iacute;a polarizar el debate pol&iacute;tico y desencadenar fuga de capitales en gran escala. <br />
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&iquest;Podr&iacute;a el capitalismo de Estado impedir el progreso de la globalizaci&oacute;n? Altamente improbable, opina Bremmer. La crisis financiera global no ha demostrado que el crecimiento instigado por los Gobiernos puede aventajar, a largo plazo, la expansi&oacute;n provocada por mercados libres bien regulados. Pero la pol&iacute;tica tendr&aacute; por muchos a&ntilde;os un impacto profundo en el comportamiento de los mercados.</p>

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