Un cambio sistémico: cómo ir hacia una economía circular

Mientras el capitalismo se aleja cada día más de la época en que se hacían cosas que dañaban la naturaleza, el mantenimiento del medio ambiente va adquiriendo la misma importancia que la producción. Estos cambios van encaminados hacia  lograr una nueva economía donde el concepto de crecimiento se despegue de las limitaciones de recursos.

14 mayo, 2014

Cierto es que estos cambios no se produjeron espontáneamente sino como respuesta a presiones de leyes y regulaciones

El modelo clásico de producción tomaba insumos de materiales, trabajo y energía y los usaba para fabricar un producto físico que, cuando se descartaba, terminaba enterrado en la tierra. De esa forma se generaron durante años impresionantes volúmenes de desperdicios en el proceso de producción.

La alternativa a todo ese descarte es un ciclo de producción más cerrado. En un sistema cerrado los elementos de un televisor o un auto se recolectan una vez que ha llegado el final de su vida útil y se reciclan.

Casi 20 años después de que los pioneros  hablaran del “factor cuatro” – que alude a una hipotética multiplicación por cuatro en la eficiencia de los recursos – el lenguaje de una “economía circular” y tecnología limpia se ha vuelto moneda corriente. Y también las regulaciones que obligan a las firmas a cambiar conductas, aunque los volúmenes de desperdicio no logran descender.

Las patentes para productos renovables, autos híbridos, luz y edificios que ahorran energía, células combustibles bioquímicas y plásticos verdes se multiplicaron a una velocidad dos o tres veces  superior a la de las patentes en general.

En principio, la certidumbre del largo plazo debería ayudar a la inversión en nuevos tipos de infraestructura.

En el ámbito de los negocios se están desarrollando nuevos modelos organizacionales que aumentan los incentivos para modelos de producción más eficientes. Empresas de servicios energéticos, químicos, de diseño, de construcción, de finanzas, todas de modo diferente, se están responsabilizando del ciclo de vida de sus servicios, con el incentivo fuerte de recortar los insumos requeridos para cada unidad de producción.

El financiamiento público puede orientarse hacia la investigación fundamental (como aplicaciones de nanotecnología con fines ambientales) o hacia premios. ARPA-E en Estados Unidos, por ejemplo, financia subsidios para energía renovable, mientras que General Electric ha comprometido US$ 200 millones en premios a quienes diseñen una red eléctrica más inteligente.

 

Problemas del desacople

 

En principio, esos esfuerzos deberían contribuir a la meta del “desacople”, para que el crecimiento económico pueda continuar sin empeorar los efectos sobre el ambiente. Pero en la práctica, el desacople ha demostrado ser mucho más difícil de lograr, en parte por los efectos rebote. Cada logro en eficiencia deja al consumidor con más dinero libre para comprar más cosas.

De manera similar, pasar la actividad del mundo físico al mundo virtual debería reducir los impactos ambientales.  Pero el financiamiento de nuevas ideas y tecnologías  tal vez sea la parte más fácil. Mucho más difícil es la tarea de forzar el cambio en sistemas establecidos con mucha inversión enterrada en tecnologías viejas de gran generación de carbono.

Un cambio sistémico más exitoso implicará una íntima colaboración entre tipos muy diferentes de organizaciones. Aun el reciclaje de algo tan simple como el papel depende de complicados elementos: reglas y regulaciones impuestas por gobiernos; nuevas infraestructuras para recolectar papel, mantenerlo separado de otros productos de desecho, y también de nuevos hábitos cotidianos por parte del público; las empresas lo deben reciclar y los sistemas impositivos deben fomentar el uso de papel reciclado en lugar de alternativos.

Las redes inteligentes de energía deberían ser capaces de tomar energía de los hogares y autos además de proveerla, por ejemplo mediante energía solar. Deben poder soportar y descansar en la Internet de las cosas, la jungla de vínculos de sensores y datos que está creciendo en las ciudades y sus alrededores. Pero las redes inteligentes enfrentan también el desafío de superar la eficiencia acumulada de viejos modelos. A veces se hacen necesarios acuerdos políticos además de inversión: acuerdos sobre precedencia, sobre precios y sobre acceso justo.

La política de cambiar el equilibrio de toda una economía es difícil de manejar, porque las mismas industrias que más necesitan cambiar conductas son las que tienen los mayores recursos y las redes mejor conectadas para conspirar contra el cambio.

 

 

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