La transición hacia una economía baja en carbono retrocede

A pesar de los aumentos significativos en energías renovables, la brecha entre el objetivo del Acuerdo de París y el ritmo necesario de reducción de emisiones sigue creciendo.

28 octubre, 2019

En 2018, se registró un 2% de aumento en las emisiones globales. La tasa de descarbonización cayó del 2,6% en 2017 al 1,6% en 2018.

 

Los combustibles fósiles representaron más de dos tercios del aumento de la demanda energética a nivel global.

Como avance del informe “Low Carbon Economic Index 2019” que PwC publicará en diciembre de este año, (en la Conferencia de las Partes N° 25 -COP25-), podemos afirmar que después de cuatro años de progreso moderado, el ritmo de transición hacia una economía baja en carbono se ha desacelerado en 2018.

A pesar de los aumentos significativos en energías renovables, la brecha entre el objetivo del Acuerdo de París y el ritmo de reducción de emisiones sigue creciendo.

En 2018, el PBI mundial creció un 3,7%, impulsado por las economías emergentes, con un crecimiento superior al 5% en China, India e Indonesia.

Si bien la economía mundial se está volviendo más eficiente en términos de energía, el consumo de energético aumentó un 2,9% en 2018.

Las energías renovables crecieron a la tasa más alta desde 2010 (en un 7,2%), pero sigue representando menos del 12% de la energía total. Es así como la mayor parte del crecimiento de la demanda energética fue satisfecha por los combustibles fósiles, lo que contribuyó al aumento de las emisiones globales en un 2% (el más rápido en emisiones desde 2011).

 

La intensidad de las emisiones de carbono de la economía mundial cayó un 1,6% en 2018 (emisiones / PBI), representando menos de la mitad de la tasa de descarbonización observada en 2015 (del 3,3%), aun cuando más de 190 gobiernos se comprometieron con el Acuerdo de París.

A este ritmo, los países ni siquiera lograrán sus propios objetivos nacionales de reducción (NDC).

 

La tasa de descarbonización del 1,6% nos posiciona muy lejos de la necesaria para mantener el objetivo primario del Acuerdo de París (no superar los 2° respecto de los niveles pre-industriales), estimada en un 7,5% anual.

Varios países revisaron sus objetivos de reducción en 2019, aumentando sus ambiciones. Por ejemplo, Reino Unido se comprometió a lograr cero emisiones netas para el año 2050. La Unión Europea, por su parte, da señales de intenciones similares. Aun así, la oportunidad de cumplir con los objetivos del Acuerdo de París continúa alejándose.

 

Crece la demanda energética

En 2018 resurgió el crecimiento de industrias que demandan un intensivo consumo energético, como la construcción y el acero1, y principalmente en economías de rápida industrialización, como China, India e Indonesia.

Por otro lado, el calor extremo y las olas de frío que tuvieron lugar en el mundo, empujaron a una mayor demanda de gas y electricidad para calefacción y refrigeración, y ello constituye una clara advertencia de los efectos potenciales asociados al cambio climático.

Los combustibles fósiles siguen dominando

El carbón, el gas natural y el petróleo, representaron más de dos tercios del aumento de la demanda energética. Si bien el consumo de carbón sigue siendo más bajo que su pico de 2013, aumentó por segundo año consecutivo, donde India registró el aumento más significativo en el consumo, aumentando en un 8.7% durante 2018. Este incremento es equivalente al consumo de carbón de toda América Central y del Sur. El consumo global de gas natural también aumentó, en un 5,3%, y constituye una parte cada vez mayor del mix energético mundial.

 

La falta de ambición y de políticas coordinadas en el ámbito del cambio climático están haciendo que la economía se convierta en el factor determinante del mix energético: en Estados Unidos, el “shale gas” es la fuente de energía más barata, y algo parecido sucede con el carbón en India y en Indonesia, por lo que aumenta su demanda.

A pesar de que las energías renovables crecieron un 7,2% (el mayor porcentaje desde 2010), este incremento no fue capaz de compensar el aumento del uso de combustibles fósiles, por lo que la energía renovable todavía representa menos del 12% del consumo total.

“La firma del Acuerdo de París en diciembre de 2015 y la velocidad a la que fue ratificado, muestran un cambio radical en la forma en que los gobiernos buscan abordar el cambio climático. Aun así, crecen los desafíos de esta transición hacia una economía baja en carbono, y son necesarias medidas urgentes para limitar la intensidad de las emisiones a nivel global”, comenta Diego López, socio de PwC Argentina.

 

El desempeño del G20

El “Low Carbon Economic Index 2019” de PwC, analiza la transición de las economías del G20 hacia el escenario de reducción de emisiones, comparando los resultados de su desempeño con los objetivos nacionales (NDC) para cada país participante:

 

Los casos más destacables

En 2018, Alemania lideró el “Low Carbon Economic Index” con una tasa de decarbonización del 6,5%, gracias a la reducción de sus consumos de carbón, petróleo y gas natural, y el aumento de la energía solar y eólica en un 8,7%.

 

Los otros países de mejor desempeño en ese año fueron México, Francia, Italia y Arabia Saudita, que pudieron reducir las emisiones al tiempo que aumentaron sus economías.

 

La decarbonización en la Unión Europea fue impulsada principalmente por el cambio de carbón a gas, en especial en Alemania y Francia. El precio del carbono en este bloque tuvo un importante aumento, pasando de valer menos de € 8 a principios de 2018 a cerca de € 25 hacia fines de 2018 y ello obligó a los generadores a administrar sus carteras de manera más eficiente, alentando a la reducción de generación energética a base de carbón.

 

México, por segundo año consecutivo, se encuentra dentro del “Top 5” del Low Carbon Economy Index, incluso en 2018 ha mejorado su rendimiento reduciendo un -0,2% más que el año anterior. Le siguen Francia, Italia y Arabia Saudita, con una reducción de la intensidad del carbono de aprox. el 4% en el año.

 

Argentina

Por su parte, si bien nuestro país logró reducir su intensidad de carbono, lo hizo muy por debajo del 4,9% de disminución que obtuvo como resultado de su desempeño en 2017. Además, en 2018 se encontró lejos de cumplir con su NDC (redujo 0,1% frente al objetivo del 1,6% anual), y pasó de esta forma de estar en el podio de los mejores 5 países del G20 en 2017 a ser uno de los últimos en relación a su desempeño en este caso.

 

 

 

 

Perspectivas a futuro

Se espera que 2019 y 2020 sean años de mayor ambición climática: por ejemplo, varios países como Reino Unido, Francia, Canadá, Argentina e Irlanda (y otras jurisdicciones sub-nacionales) declararon la “emergencia climática” en sus respectivas jurisdicciones, con perspectivas de profundización en sus respuestas frente al cambio climático. La ONU también buscó movilizar en este sentido a los líderes mundiales durante la cumbre en llevada a cabo en Nueva York en septiembre de este año y se espera que muchas economías importantes publiquen sus planes para mejorar los objetivos internos hacia 2020.

“El cambio climático es un riesgo emergente que tiene implicancias a corto, mediano y largo plazo para las organizaciones y debe estar en el radar de los líderes. A medida que se intensifiquen las políticas nacionales para acelerar la transición hacia una economía baja en carbono, las empresas y sus líderes se encontrarán en el centro de este cambio”, asegura Diego López.

 

“Desde PwC Argentina, acompañamos a nuestros clientes en la implementación de iniciativas clave para el desarrollo de sus estrategias de prevención, reducción y mitigación de impactos ambientales, considerando el “core” del negocio y el contexto de Sostenibilidad de cada compañía”, finaliza Belén Zermatten, consultor senior del área de Sustainability de PwC Argentina.

 

 

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