Nada es lo que era

Aunque no son todos iguales, aunque se integren a centrales antagónicas, aunque sus opciones políticas difieran, los sindicalistas argentinos tienen algo en común: ya casi nadie los quiere, ni les cree. Barridos del sitio que ocupaban por los dramáticos cambios de la última década (ver Encuesta en pág. 22), se ven forzados a elegir entre administrar poderosas organizaciones en decadencia o ponerse al frente de la protesta social, lejos ya del poder.

17 noviembre, 2012

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