Los que hacen juego

Según los datos oficiales de la Lotería Nacional, los argentinos apostaron, el año pasado, US$ 1.272 millones. Pero la cifra no incluye las recaudaciones de las loterías y casinos provinciales, ni las apuestas clandestinas. Se calcula que, en la actualidad, sólo en la Capital Federal el circuito de apuestas ilegales mueve cerca de US$ 1.000 millones al año y evade impuestos por US$ 300 millones, mientras que en la provincia de Buenos Aires se manejan montos similares. La actividad se transformó con el traspaso de la mayoría de los casinos y loterías a manos de los estados provinciales y el surgimiento de nuevos juegos poceados, como el Quini 6 y el Loto. A fuerza de premios supermillonarios, éstos fueron erosionando no sólo al Prode sino también a los tradicionales sorteos de fin de año. Los principales grupos internacionales fueron avanzando, primero sobre los casinos e hipódromos, después en los bingos y ahora también en las loterías. Por el momento, los pocos bastiones de resistencia estatal son la Quiniela, que continúa acaparando casi 30% de las apuestas reguladas por la Lotería Nacional, y el Prode, que se prepara para un regreso triunfal antes de fin de año. Los players internacionales tienen la mira puesta en el juego on line, vía Internet. Pero falta un marco legal que regule la actividad. Los nuevos casinos se presentan como centros de entretenimiento donde los visitantes pueden comer, ver un show y, de paso, jugar unas fichas. Antes, dicen expertos del sector, la gente jugaba para ganar; ahora lo hace con la idea de salvarse, y por eso se deja seducir por la posibilidad de llevarse pozos millonarios.

17 noviembre, 2012

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