Lo importante es competir

La economía argentina habrá ingresado ya, hacia 2010, en un sendero de crecimiento sostenido, con bajo desempleo y persistentes mejoras en la distribución del ingreso, archivando en el olvido las fuertes recesiones y las penurias de la segunda mitad de la década de los ´90. Qué bueno sería poder comenzar esta nota con una frase como ésa y sentirse sólidamente respaldado por hechos. Por Mario Damill.

5 junio, 2010

<p>La econom&iacute;a argentina habr&aacute; ingresado ya, hacia 2010, en un sendero de crecimiento sostenido, con bajo desempleo y persistentes mejoras en la distribuci&oacute;n del ingreso, archivando en el olvido las fuertes recesiones y las penurias de la segunda mitad de la d&eacute;cada de los '90.</p>
<p>Qu&eacute; bueno ser&iacute;a poder comenzar esta nota con una frase como &eacute;sa y sentirse s&oacute;lidamente respaldado por hechos. Qu&eacute; reconfortante anticipar una sociedad en desarrollo &quot;a la Sen&quot;, que multiplique las oportunidades para la gente, que permita alcanzar mayores niveles de bienestar de la poblaci&oacute;n y que deje vislumbrar una perspectiva alentadora hacia el futuro m&aacute;s lejano.</p>
<p>&iquest;Pero podr&iacute;a ser posible? Por fortuna, no me siento capaz de negarlo de manera rotunda. El 2000 luce tan diferente de lo que podr&iacute;amos haber anticipado <i>objetivamente</i> hace diez a&ntilde;os, que en otros diez quiz&aacute; nos sintamos tambi&eacute;n transportados a un mundo distinto, a una &eacute;poca radicalmente diferente.</p>
<p>Sin embargo, mi trabajo es el escepticismo sistem&aacute;tico (que, tambi&eacute;n por fortuna, no es igual al pesimismo) y me veo obligado a ejercerlo. Veamos. Si uno mira hacia atr&aacute;s tratando de dejar de lado las interpretaciones pasionales, encuentra, as&iacute; me parece, que la Argentina perdi&oacute; el sendero del crecimiento m&aacute;s o menos estable hace unos 25 a&ntilde;os (no 40 ni 60, seg&uacute;n cierta interpretaci&oacute;n en boga), y desde entonces, mientras el ingreso total generado en el pa&iacute;s recorr&iacute;a una monta&ntilde;a rusa de cimas y depresiones, la tendencia de los indicadores distributivos ha sido francamente desalentadora.</p>
<p>Las profundas reformas econ&oacute;micas de los '90 y la recuperaci&oacute;n del financiamiento externo, luego del racionamiento del cr&eacute;dito internacional sufrido en la d&eacute;cada anterior, permitieron retomar el camino ascendente, pero de manera espasm&oacute;dica y con nuevos retrocesos en materia de equidad. En promedio, el producto bruto interno creci&oacute; cerca de 4% al a&ntilde;o en la d&eacute;cada que termina, mucho mejor que en los '80, pero todav&iacute;a lejos de cifras de <i>milagro</i> (e incluso por debajo de las tasas alcanzadas entre 1960 y 1974). &iquest;C&oacute;mo seguir&aacute;?</p>
<p>Primero reconozcamos el punto de partida. Destacaremos seis rasgos sustantivos del esquema macroecon&oacute;mico que se configur&oacute; en los '90 y que heredaremos de nosotros mismos en el milenio que est&aacute; por comenzar.</p>
<p>Dos de esos rasgos son pilares fundamentales del nuevo r&eacute;gimen de funcionamiento macro: en primer lugar, una econom&iacute;a mucho menos regulada y m&aacute;s abierta, resultado de numerosas reformas <i>pro mercado</i> (apertura comercial y financiera, privatizaciones); y, en segundo t&eacute;rmino, el r&eacute;gimen de convertibilidad (m&aacute;s la posibilidad de realizar transacciones en cualquier moneda).</p>
<p>Otros rasgos importantes vienen de m&aacute;s atr&aacute;s en el tiempo, o han tomado cuerpo como consecuencia de la forma concreta en que evolucion&oacute; la econom&iacute;a nacional en los &uacute;ltimos diez a&ntilde;os. Ellos son: una perceptible debilidad en materia de capacidad competitiva, asociada en parte a la apreciaci&oacute;n cambiaria (el retroceso del tipo de cambio real en l&iacute;neas generales <i>se comi&oacute;</i> las importantes ganancias de productividad logradas en este decenio); un creciente endeudamiento externo, consecuencia natural de la debilidad competitiva (la cuenta corriente del balance de pagos presenta un d&eacute;ficit estructural, que es necesario financiar al menos parcialmente con nuevas deudas); adem&aacute;s, hay que registrar la existencia de significativas rigideces de precios nominales, en especial en lo que se refiere a los servicios p&uacute;blicos privatizados (cuyos precios siguen subiendo en una econom&iacute;a en deflaci&oacute;n), y, finalmente, una tendencia al deterioro de los indicadores distributivos, que se vincula con las manifiestas dificultades que muestra esta econom&iacute;a para generar empleos (en especial, buenos empleos).</p>
<p><b><i>&iquest;Y el crecimiento?</i></b></p>
<p>&iquest;Es &eacute;sa una configuraci&oacute;n apropiada para el crecimiento estable? La combinaci&oacute;n de apreciaci&oacute;n cambiaria con fuerte endeudamiento es ciertamente muy inadecuada. La apreciaci&oacute;n desalienta la producci&oacute;n nacional y el empleo y el elevado nivel de la deuda externa tiende a limitar el financiamiento que es posible obtener y a la larga impone importantes transferencias al resto del mundo en concepto de servicios financieros. Adem&aacute;s, ambos factores son de dif&iacute;cil remoci&oacute;n en las circunstancias iniciales de la d&eacute;cada: la apreciaci&oacute;n, debido a la rigidez cambiaria y de algunos precios cruciales, como los de los servicios privatizados, y el endeudamiento externo, por la probable persistencia de d&eacute;ficit en cuenta corriente relativamente elevados por al menos varios a&ntilde;os. El r&eacute;gimen de convertibilidad, por su parte, hace a la econom&iacute;a particularmente vulnerable a la volatilidad de los movimientos de capitales.</p>
<p>En esa configuraci&oacute;n macroecon&oacute;mica, la disponibilidad de divisas seguir&aacute; siendo un factor crucial para poder crecer, o un limitante del crecimiento en tiempos de escasez. En otras palabras, la captaci&oacute;n de muy importantes influjos de capitales externos seguir&aacute; siendo esencial para que la econom&iacute;a pueda expandirse sostenidamente. De todos modos, considerando las debilidades competitivas y el elevado endeudamiento que ya se han mencionado, parece dif&iacute;cil que pueda mantenerse, en los pr&oacute;ximos a&ntilde;os, el ritmo medio de expansi&oacute;n de los '90. La conjetura es &eacute;sta: en las presentes condiciones, la nuestra seguir&aacute; siendo probablemente una econom&iacute;a de crecimiento lento y vol&aacute;til (como consecuencia de la volatilidad evidente de los flujos de capital), a menos que el entorno externo (tasas de inter&eacute;s internacionales, precios de exportaci&oacute;n, demanda de nuestros productos) resulte acentuadamente favorable.</p>
<p><b><i>La &uacute;ltima llave</i></b></p>
<p>La clave para poder empujar hacia arriba el ritmo de expansi&oacute;n y abrir m&aacute;s espacio para avanzar hacia una distribuci&oacute;n del ingreso m&aacute;s equitativa parece residir en una mejora intensa y sostenida de la capacidad de la econom&iacute;a de generar ingresos de divisas a trav&eacute;s del comercio. En otros t&eacute;rminos, har&iacute;a falta algo parecido a una revoluci&oacute;n en materia de capacidad competitiva.</p>
<p>Luego de la fase de <i>emergencia fiscal</i> en que el pa&iacute;s inicia los a&ntilde;os 2000, ser&aacute; seguramente necesario concentrar energ&iacute;as y recursos en un esfuerzo pro competitivo de gran magnitud. M&aacute;s all&aacute; de la compleja cuesti&oacute;n relativa a las cuentas p&uacute;blicas, &eacute;sta es la &uacute;ltima llave para destrabar la econom&iacute;a y, tambi&eacute;n, la cuesti&oacute;n central en la que se jugar&aacute; la sostenibilidad del actual r&eacute;gimen monetario y cambiario.</p>
<p>De aqu&iacute; a diez a&ntilde;os podremos estar frente a paisajes distributivos y de crecimiento muy distintos seg&uacute;n la cantidad y la calidad del entusiasmo con que se aborde esa causa y el grado de &eacute;xito que se alcance en la empresa.</p>
<p><i>Mario Damill es Economista, especializado en temas de macroeconom&iacute;a y pol&iacute;tica econ&oacute;mica argentina y latinoamericana, investigador del Cedes y de la Universidad de Palermo.</i></p>

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