El sistema nacional de innovación

En las últimas décadas se ha acelerado en forma notable el cambio tecnológico en la economía mundial, dando lugar a nuevas actividades y a nuevas formas de producir, transmitir, distribuir y consumir bienes, servicios y conocimientos así como a una profunda reestructuración de las actividades existentes. Por Daniel Chudnovsky.

8 junio, 2010

<p>En las &uacute;ltimas d&eacute;cadas se ha acelerado en forma notable el cambio tecnol&oacute;gico en la econom&iacute;a mundial, dando lugar a nuevas actividades y a nuevas formas de producir, transmitir, distribuir y consumir bienes, servicios y conocimientos as&iacute; como a una profunda reestructuraci&oacute;n de las actividades existentes. Todo hace pensar que este proceso va a continuar en el pr&oacute;ximo decenio, planteando oportunidades y desaf&iacute;os a los pa&iacute;ses que, como el nuestro, est&aacute;n por detr&aacute;s de la frontera tecnol&oacute;gica internacional pero que se proponen ir reduciendo la brecha que los separa de esa frontera para lograr un desarrollo econ&oacute;mico y social sustentable.</p>
<p>En una econom&iacute;a abierta al comercio internacional, las inversiones, los conocimientos y las tecnolog&iacute;as originadas en el exterior, la importaci&oacute;n de maquinarias, equipos, insumos, componentes y activos intangibles (<i>know how</i>, licencias, patentes, marcas, asistencia t&eacute;cnica, acceso a redes, etc.), es la manera m&aacute;s r&aacute;pida de adquirir las tecnolog&iacute;as de producto, de procesos, de organizaci&oacute;n y de gesti&oacute;n que se requieren para ir reduciendo las brechas de productividad y calidad con los pa&iacute;ses tecnol&oacute;gicamente m&aacute;s avanzados. Estos insumos pueden ser importados de diversas formas por las empresas nacionales o integrar el paquete de activos que forman parte de la inversi&oacute;n extranjera directa (IED).</p>
<p>Sin embargo, mantener la apertura para seguir importando m&aacute;quinas y mejorar el acceso a informaci&oacute;n y conocimientos es necesario pero no suficiente para reducir la brecha. Esto es as&iacute; porque, a diferencia de lo que suponen muchos economistas, el proceso de adquirir los conocimientos cient&iacute;ficos, t&eacute;cnicos y organizacionales que permitan utilizar eficientemente las tecnolog&iacute;as y conocimientos disponibles no es autom&aacute;tico, requiere de esfuerzos end&oacute;genos sistem&aacute;ticos y no se logra s&oacute;lo por medio de una mayor competencia en los mercados de bienes y servicios.</p>
<p>El proceso en cuesti&oacute;n implica el desarrollo de capacidades cient&iacute;ficas, tecnol&oacute;gicas y organizacionales a trav&eacute;s de un complejo proceso colectivo de aprendizaje end&oacute;geno en el cual participan las empresas como proveedoras, clientes o adquirentes de bienes, servicios y conocimientos, las universidades y otras instituciones educativas, los institutos p&uacute;blicos y privados de investigaci&oacute;n, los empresarios y trabajadores, los bancos y otras instituciones financieras, las organizaciones sin fines de lucro, etc&eacute;tera.</p>
<p>El conjunto de esas instituciones y agentes &shy;que absorben, difunden, adaptan, modifican y generan nuevos (para el pa&iacute;s, no necesariamente para el mundo) conocimientos cient&iacute;ficos, tecnol&oacute;gicos y organizacionales&shy;, junto con las diversas interacciones que se establecen entre estas empresas e instituciones, es lo que en la mayor parte de la literatura se denomina el Sistema Nacional de Innovaci&oacute;n (SNI).</p>
<p>Para que la Argentina en el 2010 pueda beneficiarse de las oportunidades que le brinda la aceleraci&oacute;n del cambio tecnol&oacute;gico y para que pueda contrarrestar los problemas que el mismo conlleva, tendr&iacute;a que tener un SNI bastante diferente del que tiene actualmente.</p>
<p><b><i>Tareas pendientes</i></b></p>
<p>En primer t&eacute;rmino, en lugar de destinar 0,42% del PBI a investigaci&oacute;n y desarrollo (I&amp;D) como lo hace actualmente, deber&iacute;a destinar como m&iacute;nimo 1% del PBI a esas actividades fundamentales. Esto implicar&iacute;a un gasto a&uacute;n inferior al que destinan los pa&iacute;ses industrializados m&aacute;s rezagados (del orden de 1,3 a 1,6%) pero que permitir&iacute;a alcanzar una cierta masa cr&iacute;tica en el esfuerzo nacional en esta materia.</p>
<p>En segundo lugar, el sector privado deber&iacute;a ejecutar entre la mitad y los dos tercios del gasto en I&amp;D y no s&oacute;lo menos de 30%, como en la actualidad. De esa forma, las empresas no s&oacute;lo mejorar&iacute;an la productividad y calidad de su producci&oacute;n sobre la base de la incorporaci&oacute;n de tecnolog&iacute;as importadas. Merced a sus esfuerzos end&oacute;genos, podr&iacute;an obtener cuasi rentas en el lanzamiento de nuevos productos y procesos y generar&iacute;an patentes y otros activos intangibles. Es ilustrativo, al respecto, el dato de que, mientras en 1997 la Argentina s&oacute;lo ten&iacute;a registradas 38 patentes de invenci&oacute;n en Estados Unidos, Taiw&aacute;n ten&iacute;a m&aacute;s de 2.500 y Corea del Sur casi 2.000.</p>
<p>Este es un cambio fundamental en la conformaci&oacute;n del SNI porque son las empresas productoras de bienes y servicios y, en menor medida, las fundaciones sin fines de lucro, aquellas donde la actividad de adaptaci&oacute;n, modificaci&oacute;n y generaci&oacute;n de tecnolog&iacute;a se lleva fundamentalmente a cabo. Por lo tanto, deber&iacute;an aumentarse los gastos en I&amp;D o m&aacute;s globalmente en innovaci&oacute;n en las empresas que ya lo hacen y, sobre todo, lograr que se incremente sustancialmente la cantidad de empresas que destinan en forma sistem&aacute;tica recursos humanos y financieros a actividades innovadoras en nuestro pa&iacute;s. Esto implica desarrollar pol&iacute;ticas p&uacute;blicas para facilitar el financiamiento de los gastos en innovaci&oacute;n en el sector privado y, al mismo tiempo, crear condiciones para que en el pa&iacute;s se pongan en marcha muchas nuevas empresas de base tecnol&oacute;gica.</p>
<p>De esta forma, la composici&oacute;n de la producci&oacute;n y de nuestras exportaciones se modificar&iacute;a a favor de bienes y servicios intensivos en conocimientos y cuya demanda es mucho m&aacute;s el&aacute;stica al ingreso que los bienes que actualmente exporta el pa&iacute;s. En ese sentido, hay que tener en cuenta que los bienes de alta tecnolog&iacute;a representan menos de 5% del valor de nuestras exportaciones manufactureras y que ese porcentaje no ha variado entre 1985 y 1995.</p>
<p><b><i>Un esfuerzo colectivo</i></b></p>
<p>Por otra parte, las empresas no innovan solas, sino interactuando con clientes, proveedores, bancos, instituciones educativas y de investigaci&oacute;n, etc. Estas interacciones se dan a escala local, sectorial y nacional, y requieren de esfuerzos de coordinaci&oacute;n y articulaci&oacute;n por parte de instituciones adecuadas. Para que la Argentina tenga un SNI medianamente exitoso es imprescindible el desarrollo sistem&aacute;tico de un tejido institucional que, en la actualidad, es apenas embrionario.</p>
<p>Los argentinos se beneficiar&iacute;an de un mejor SNI que el actual en el 2010 porque:</p>
<ul>
<li>har&iacute;a posible generar empleos bien pagos y creativos para cient&iacute;ficos, tecn&oacute;logos y especialistas t&eacute;cnicos en las empresas y/o en las diversas instituciones que participan en el esfuerzo innovativo;</li>
<li>potenciar&iacute;a el desarrollo de servicios locales de consultor&iacute;a en ingenier&iacute;a, gesti&oacute;n comercial, productiva, ambiental y de calidad;</li>
<li>beneficiar&iacute;a a los consumidores con productos y servicios de mejor calidad, mayores prestaciones y m&aacute;s adecuados a sus requerimientos;</li>
<li>brindar&iacute;a soluciones a problemas espec&iacute;ficos de la econom&iacute;a, la sociedad y la cultura argentina que los conocimientos que provienen del exterior generalmente no aportan;</li>
<li>contribuir&iacute;a a remediar los da&ntilde;os en el medio ambiente y promover&iacute;a un desarrollo sustentable.</li>
</ul>
<p>En la situaci&oacute;n actual me parece dif&iacute;cil, pero no imposible, que la Argentina llegue a tener un SNI como el que sugerimos en el 2010. Es dif&iacute;cil porque en la sociedad argentina todav&iacute;a no existe un consenso acerca de la importancia que tienen la ciencia, la tecnolog&iacute;a y la innovaci&oacute;n para contribuir efectivamente al desarrollo econ&oacute;mico y social del pa&iacute;s. Sin embargo, alcanzar un SNI de ese tipo no va a resultar imposible si se dejan de lado las falsas antinomias que se manifiestan en la discusi&oacute;n p&uacute;blica entre ciencia y tecnolog&iacute;a, entre importaci&oacute;n de activos intangibles y generaci&oacute;n local, entre conocimientos tecnol&oacute;gicos y capacidades organizacionales y, sobre todo, si desde el sector p&uacute;blico se toma el liderazgo, se asignan los fondos correspondientes a trav&eacute;s de mecanismos transparentes, se convoca e incentiva el esfuerzo innovativo en el sector privado y se fortalecen las instituciones que faciliten las interacciones entre los distintos agentes que participan del SNI.</p>
<p><i>Daniel Chudnovsky es Licenciado en Econom&iacute;a Pol&iacute;tica (UBA), PhD en Econom&iacute;a (Universidad de Oxford, Reino Unido). En la actualidad, es director del Centro de Investigaciones para la Transformaci&oacute;n (Cenit), profesor titular de Desarrollo Econ&oacute;mico en la Universidad de Buenos Aires, y consultor de varios organismos internacionales. </i></p>

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