El ciudadano del Bicentenario

Es el momento adecuado. Cuando el país celebra 200 años de vida independiente, vale la pena replantearse cómo es y cómo se define al ciudadano de esta era. La reflexión se impone en cualquier lugar del planeta, y de hecho es tema de análisis y ensayos en todas las latitudes.

18 noviembre, 2010

<p>Por Mariela Mociulsky (*)</p>
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<p>La constante incorporaci&oacute;n de nuevas tecnolog&iacute;as a nuestras vidas &ndash;con los consecuentes cambios en los h&aacute;bitos y formas de vivir&ndash; sumado a la aparici&oacute;n de los Estados supranacionales, la proliferaci&oacute;n de los procesos migratorios y la adquisici&oacute;n de derechos por m&aacute;s sectores de la sociedad, han provocado que, en las &uacute;ltimas d&eacute;cadas, el concepto tradicional de ciudadan&iacute;a fuera puesto en jaque y se requieran ahora nuevas definiciones de lo que significa ser un ciudadano.&nbsp;<br />
No se trata de un abordaje acad&eacute;mico sino de ofrecer descripciones y reflexiones sobre c&oacute;mo es el ciudadano de hoy, su comportamiento, su visi&oacute;n tanto de s&iacute; mismo como de los pares, sus ideas acerca de las propias obligaciones y otros aspectos que hacen a su conducta como ciudadano. <br />
La intenci&oacute;n es lograr una comprensi&oacute;n acerca del ciudadano de hoy en nuestro pa&iacute;s, bas&aacute;ndonos en el an&aacute;lisis de entrevistas individuales y grupales a ciudadanos realizadas en los &uacute;ltimos a&ntilde;os (generalmente de nivel socioecon&oacute;mico medio) con un doble objetivo: describir el clima social como marco comprensivo de investigaciones de mercado y articular dicho an&aacute;lisis con la consulta de bibliograf&iacute;a de reconocidos expertos en la tem&aacute;tica.&nbsp;</p>
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Mariela Mociulsky</p>
<p><strong>Hablemos de ciudadan&iacute;a</strong><br />
El t&eacute;rmino ciudadan&iacute;a es amplio y complejo y abarca diferentes dimensiones. En primer lugar, la ciudadan&iacute;a es el reconocimiento del estatus de un individuo como miembro de un Estado, le da un sentido de pertenencia dentro de una determinada sociedad. En segundo lugar, se trata de un reconocimiento a los individuos de una serie de derechos que, entre otros factores, constituyen una garant&iacute;a frente a posibles abusos por parte del Estado. <br />
Al mismo tiempo, implica rec&iacute;procamente obligaciones hacia &eacute;ste. Por &uacute;ltimo, el ser ciudadano otorga el derecho a la participaci&oacute;n pol&iacute;tica y a ocupar cargos de poder dentro del Gobierno de ese Estado del que el individuo forma parte. <br />
Podemos definir ciudadan&iacute;a como<em> &ldquo;un estatus jur&iacute;dico y pol&iacute;tico mediante el cual el ciudadano adquiere unos derechos como individuo (civiles, pol&iacute;ticos, sociales) y unos deberes respecto a una colectividad pol&iacute;tica, adem&aacute;s de la facultad de actuar en la vida colectiva de un Estado&rdquo;, </em>se&ntilde;ala Gabriela Fern&aacute;ndez en su estudio sobre ciudadan&iacute;a para CEPAL (Fern&aacute;ndez: 2001).<br />
<br />
<strong>La Argentina y la ciudadan&iacute;a</strong><br />
Al tratarse de una sociedad influida, en gran medida, por la inmigraci&oacute;n, la Argentina es, desde el principio, plural en cuanto a los or&iacute;genes &eacute;tnicos, culturales y sociales de sus ciudadanos. Los primeros inmigrantes llegaban con una esperanza de prosperidad econ&oacute;mica a la que no pod&iacute;an acceder en sus pa&iacute;ses de origen, generalmente europeos. Ellos no eran ciudadanos argentinos, y ciertamente no pose&iacute;an un sentimiento de arraigo y pertenencia por el pa&iacute;s, al cual consideraban como un lugar de paso, del que se ir&iacute;an una vez alcanzada esa prosperidad. <br />
Los inmigrantes criaron hijos con un imaginario de movilidad social ascendente que se concret&oacute; a trav&eacute;s de una de las obligaciones del Estado por excelencia: la educaci&oacute;n p&uacute;blica, siendo la escuela un eje de integraci&oacute;n de las comunidades que llegaban al pa&iacute;s para crear a trav&eacute;s de la socializaci&oacute;n secundaria, la integraci&oacute;n a la Naci&oacute;n. Los hijos de estos inmigrantes lograron, en gran parte gracias a la escuela p&uacute;blica y a las pol&iacute;ticas de inclusi&oacute;n de las &uacute;ltimas d&eacute;cadas del siglo 19, sentirse argentinos a pesar de sus diferencias evidentes. &nbsp;</p>
<p><strong>El repliegue de la participaci&oacute;n</strong><br />
El ciudadano de hoy se sabe y se siente argentino; sin embargo, el nivel de participaci&oacute;n ciudadana en nuestro pa&iacute;s es menor que en otras &eacute;pocas y tiende a ser m&aacute;s bajo. El descenso en los niveles de participaci&oacute;n ocurre tanto en los grandes problemas nacionales como en cuestiones m&aacute;s cotidianas que se mencionan con quejas y preocupaci&oacute;n, como la basura, el tr&aacute;nsito o la seguridad. <br />
Los ciudadanos esperan soluciones, pero en la mayor&iacute;a de los casos no se sienten parte de las mismas, son pocos los que reflexionan acerca de cu&aacute;l puede ser su rol en los distintos problemas o soluciones que cuestionan. <br />
Algo similar sucede con la opini&oacute;n de la ciudadan&iacute;a acerca de la clase dirigente. Existe un importante nivel de desconfianza en las instituciones acompa&ntilde;ado de vivencias de desamparo y vulnerabilidad. Los ciudadanos esperan un cambio en la forma en la que se toman decisiones, reducciones en los niveles de corrupci&oacute;n y un mayor compromiso de la clase dirigente (&ldquo;los pol&iacute;ticos&rdquo;, casi independientemente si son del Gobierno o de la oposici&oacute;n). <br />
Los ciudadanos son, cada vez m&aacute;s, observadores cr&iacute;ticos e informados que expresan su opini&oacute;n de diversas y novedosas maneras, pero en gran cantidad de los casos, sin asumir el rasgo de la ciudadan&iacute;a que es la participaci&oacute;n. Se esperan cambios, siempre, pero se espera muchas veces que sucedan sin participaci&oacute;n, al menos, a trav&eacute;s de las instituciones formales. <br />
En momentos donde las clases medias se sintieron golpeadas, como en 2001 con el corralito, s&iacute; se observ&oacute; la explosi&oacute;n de la protesta, pero en la mayor&iacute;a de los casos, esa actitud no se plasm&oacute; luego en una participaci&oacute;n sostenida.</p>
<p><strong>La ca&iacute;da de los grandes relatos</strong><br />
Como tendencia mundial, diversos analistas se&ntilde;alan un debilitamiento en la creencia en las &ldquo;grandes narrativas o grandes relatos ideol&oacute;gicos&rdquo; que se traducen en un descr&eacute;dito en el sistema pol&iacute;tico formal (militancia en partidos pol&iacute;ticos, por ejemplo).<br />
En este sentido, se&ntilde;ala Mar&iacute;a Seoane <em>&ldquo;los argentinos entraron en el siglo 21 refugi&aacute;ndose en la vida privada o en asociaciones de car&aacute;cter alternativo, en los m&aacute;rgenes del sistema pol&iacute;tico&rdquo; </em>(Seoane 2005). &nbsp;<br />
La sociedad actual se ha vuelto m&aacute;s heterog&eacute;nea tanto en sus valores, como en sus discursos y en la forma en que los individuos eligen vivir y expresarse. Al mismo tiempo, los individuos tienden a concentrarse m&aacute;s en sus asuntos privados. Cuando el ciudadano se expresa, lo hace m&aacute;s cr&iacute;ticamente, y tambi&eacute;n de novedosas y diversas maneras, usando y creando otros &ldquo;canales&rdquo; de participaci&oacute;n frente al descreimiento en las instituciones tradicionales. &nbsp;</p>
<p><strong>El consumidor-ciudadano</strong><br />
Hoy existe entre los ciudadanos un importante grado de conciencia acerca de los propios derechos. Esto puede observarse, sobre todo en las clases medias, en lo referido al consumo y en la actitud que las personas toman frente a las empresas y a los prestadores de servicios. El consumidor exige un trato justo y dentro del marco de la ley. Muchos, incluso, est&aacute;n alerta a que estas leyes se respeten y conocen muy bien su contenido, el cual no temen en expresar de modo estent&oacute;reo cuando sienten que sus derechos est&aacute;n siendo vulnerados en un trato comercial.&nbsp;<br />
La proliferaci&oacute;n de asociaciones de defensa al consumidor, y el aumento casi constante de denuncias en los entes estatales dedicados a esta tarea, demuestran que los consumidores son menos proclives a resignarse a un mal producto o servicio y reclaman que se los trate con justicia y respetando la ley. <br />
Este estado de alerta constante en el terreno del consumo tambi&eacute;n se refleja en los medios de comunicaci&oacute;n, donde suelen observarse denuncias y quejas por malos servicios prestados por diferentes empresas. Este es uno de los &aacute;mbitos donde la &ldquo;ciudadan&iacute;a&rdquo; se ha vuelto m&aacute;s activa, y en la que se ha establecido un mayor nivel de &ldquo;control ciudadano&rdquo;. &nbsp;<br />
Se expande cada vez m&aacute;s la brecha entre aquellos que tienen los medios para ser consumidores y ser parte del sistema, y aquellos sin los medios para serlo, quienes quedan f&aacute;cilmente excluidos. <br />
En este sentido, Garc&iacute;a Canclini (Canclini:1995), postula que actualmente el espacio de participaci&oacute;n y articulaci&oacute;n es el mercado y que a trav&eacute;s de &eacute;ste se estar&iacute;a dando el ejercicio de la ciudadan&iacute;a. En la misma l&iacute;nea, Nicholas Rose (Rose:1999) afirma que una caracter&iacute;stica social actual es la mercantilizaci&oacute;n que produce un nuevo sujeto de gobierno: el cliente (en tanto consumidor de servicios diversos), o &ndash;como llaman Houston y Appadurai (Houston y Appadurai 1996: 1992-195) a los ciudadanos &ldquo;los espectadores que votan&rdquo;&ndash;.&nbsp; <br />
Finalmente, existir&iacute;a tambi&eacute;n una distinci&oacute;n entre el discurso y la pr&aacute;ctica de la ciudadan&iacute;a, o lo que Sinesio L&oacute;pez (L&oacute;pez: 1997) llama una &ldquo;ciudadan&iacute;a real&rdquo; y una &ldquo;ciudadan&iacute;a imaginaria&rdquo;, siendo que no se puede realmente ejercer la ciudadan&iacute;a si no existen las condiciones objetivas que aseguran la pr&aacute;ctica de los derechos. Derechos, obligaciones, posibilidades y accesos diferenciales a pesar del discurso de igualdad que prevalece en las definiciones formales. &nbsp;</p>
<p><strong>P&eacute;rdida de los grupos de referencia&nbsp;</strong><br />
En la sociedad actual existen menos certezas y verdades un&iacute;vocas; las instituciones ofrecen entonces menores garant&iacute;as, o son m&aacute;s cuestionadas. Los individuos buscan constituir y expresar una identidad propia, no necesariamente atada a un determinado modo de vida comunitario o idea que lo vincule con otros. <br />
La mayor polarizaci&oacute;n tambi&eacute;n favorece en muchos casos cierto repliegue sobre lo conocido que otorga mayor seguridad. Las personas comienzan a sentirse muy vinculadas con su propio lugar y su entorno, contando con menor cantidad de espacios y oportunidades de intercambio, de heterogeneidad en cuanto a niveles socioecon&oacute;micos, por ejemplo. Menos clubes o plazas o espacios p&uacute;blicos &ldquo;seguros&rdquo; para compartir, disfrutar y cuidar en conjunto. Comienza a verse al otro, al diferente como hostil, como un ente peligroso para su propio desarrollo y el de su grupo &iacute;ntimo.</p>
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<p><strong>La nueva ret&oacute;rica de la intimidad</strong><br />
Surgen fen&oacute;menos defensivos y el repliegue y aislamiento va tomando forma mediante la aparici&oacute;n, por ejemplo, de barrios cerrados. La sensaci&oacute;n de desprotecci&oacute;n lleva a algunos ciudadanos a crear su propia comunidad cerrada dentro de la comunidad, la seguridad tan buscada y necesaria, se ha ido privatizando. <br />
Tanto los soci&oacute;logos Richard Sennet como Zygmunt Bauman reflexionan sobre los cambios en la ciudadan&iacute;a y la civilidad a partir de las nuevas organizaciones de la ciudad. Bauman se&ntilde;ala la falta de ejercicio de lidiar con las diferencias y resume: <em>&ldquo;se han acabado la mayor&iacute;a de los puntos de referencia constantes y s&oacute;lidamente establecidos que suger&iacute;an un entorno social m&aacute;s duradero, m&aacute;s seguro y m&aacute;s digno de confianza que el tiempo que duraba una vida individual. Se ha acabado la certeza de que &lsquo;volveremos a vernos&rsquo;, de que estaremos vi&eacute;ndonos durante un largo tiempo a futuro, y de que por tanto, puede suponerse que la sociedad tiene una larga memoria y que lo que hoy nos hagamos mutuamente nos confortar&aacute; o atormentar&aacute; en el futuro&rdquo;</em> (Bauman: 2005). &nbsp;<br />
Los v&iacute;nculos m&aacute;s primarios, los grupos cercanos de familiares y amigos, se convierten en espacios de gran importancia, en contraste con los partidos pol&iacute;ticos y los grupos militantes de un determinado ideal, los cuales se encuentran desvalorizados en relaci&oacute;n a otros per&iacute;odos hist&oacute;ricos.<br />
Estos cambios en los grupos de referencia tambi&eacute;n influyen en la expresi&oacute;n pol&iacute;tica, formas de pensar las afinidades y el voto. Especialmente los j&oacute;venes, manifiestan que no sienten afiliaci&oacute;n por una determinada ideolog&iacute;a. Gran parte de estos ciudadanos elige a sus dirigentes por otro tipo de afinidades menos relacionadas con el partido pol&iacute;tico al que representan. <br />
Impactan, por ejemplo, algunas propuestas concretas en el corto plazo y factores tan subjetivos como la simpat&iacute;a que &eacute;stos les generan en sus apariciones televisivas o en los distintos medios. La publicidad y &ldquo;venta de candidatos&rdquo; es cada vez m&aacute;s profesional, en sinton&iacute;a con las necesidades y valores del &ldquo;ciudadano consumidor&rdquo;.</p>
<p><strong>Una conciencia ambigua</strong><br />
Aunque con gran nivel cr&iacute;tico, se tiene plena conciencia de los derechos (las personas reclaman que &eacute;stos se respeten) y se manifiesta alg&uacute;n rechazo por aquellos que no cumplen con la ley o con quienes evaden impuestos, por ejemplo. Sin embargo, estas afirmaciones suelen estar te&ntilde;idas con &ldquo;algunas justificaciones o coartadas morales&rdquo;, ya sea para evitar un determinado castigo, o por el amplio nivel de rechazo social que sufrir&aacute; si no lo hacen. Los ciudadanos tienden a evitar o minimizar el ejercicio de sus obligaciones. &nbsp;<br />
El ciudadano de hoy busca, por sobre todas las cosas, el poder vivir en armon&iacute;a y bienestar. Busca responderse la pregunta acerca de c&oacute;mo es &ldquo;bienestar en esta vida, en este mundo&rdquo;. Cree menos en respuestas comunitarias. La b&uacute;squeda de bienestar es m&aacute;s individual, en sus c&iacute;rculos y v&iacute;nculos m&aacute;s primarios en general, y aunque le preocupa el &ldquo;bienestar de la sociedad&rdquo;, el punto de partida pareciera surgir desde este plano individual, extendi&eacute;ndose luego a la preocupaci&oacute;n por el bienestar de la sociedad. <br />
La idea que rige, que se escucha en boca de muchos ciudadanos es que, cuidando cada uno su c&iacute;rculo m&aacute;s &iacute;ntimo, se ir&aacute; construyendo una mejor sociedad. Al contrario de otras &eacute;pocas o ideolog&iacute;as donde se buscaba un mayor bienestar comunitario para crear como resultado, mejores individuos.</p>
<p><strong>Ciudadano global, ciudadano local&nbsp;</strong><br />
Primero con el desarrollo del tel&eacute;grafo, luego del tel&eacute;fono, la radio, la televisi&oacute;n y especialmente de Internet, los sucesos que se desarrollan en cualquier parte del mundo se han vuelto accesibles de manera inmediata para cualquier persona. Asimismo, la hiperconectividad que representan los dispositivos m&oacute;viles permite que el flujo de informaci&oacute;n, adem&aacute;s de constante, sea instant&aacute;neo. <br />
Adem&aacute;s de constituirse en individuos m&aacute;s informados y con una mayor perspectiva de lo que ocurre, acceden a contrastar lo que sucede en su propia regi&oacute;n o pa&iacute;s con el resto del mundo, y as&iacute;&nbsp;evaluar las distintas situaciones de una manera nunca antes posible; los ciudadanos se sienten m&aacute;s cercanos a quienes viven en otras regiones alejadas.&nbsp;<br />
El conocer lo que sucede, adem&aacute;s, produce la necesidad de las personas de intervenir en cierta forma en lo que ocurre en regiones alejadas. <br />
Es por eso que, por ejemplo, ante cat&aacute;strofes naturales como lo fueron el terremoto en Hait&iacute; y el m&aacute;s recientemente ocurrido en Chile, velozmente se formaron asociaciones de ciudadanos con el objetivo de prestar ayuda, ya sea enviando dinero, alimentos, medicamentos o viajando al lugar para hacerlo con sus propias manos. <br />
La ciudadan&iacute;a hoy se encuentra mediatizada por la tecnolog&iacute;a: es un medio privilegiado para informarse, comunicarse y presentar quejas pero tambi&eacute;n puede ser responsable de un menor involucramiento en lo local y cotidiano. <br />
Como se&ntilde;ala Anthony Giddens, el listado de los peligros a los que nos enfrentamos conlleva un &ldquo;efecto amortiguador&rdquo;; constantemente estamos bombardeados con problemas de tal magnitud y de todas partes del mundo, que se convierten en parte del trasfondo de nuestras vidas.<br />
&nbsp;<br />
<strong>Ciberciudadanos&nbsp;</strong><br />
Con el desarrollo de las nuevas tecnolog&iacute;as el ciudadano de hoy se encuentra m&aacute;s expuesto. Sobre todo en las nuevas generaciones, la proliferaci&oacute;n de <em>blogs</em>, redes sociales y espacios en l&iacute;nea en los que las personas muestran sus fotos, exponen sus datos, sus creencias, sus reflexiones, sus c&iacute;rculos de amigos, sus grupos de referencia y hasta sus actividades diarias est&aacute;n provocando que el l&iacute;mite entre lo p&uacute;blico y lo privado se vuelva cada vez m&aacute;s difuso. Existe consenso en cuanto a que los medios masivos se han convertido, cada vez m&aacute;s, en importantes agentes socializadores. Este es un fen&oacute;meno que tambi&eacute;n puede ser observado en los diferentes sitios de noticias y diarios online en Internet. <br />
Cada nota, sin importar si trata una tem&aacute;tica pol&iacute;tica, social, internacional, deportiva o relacionada con el mundo del espect&aacute;culo, es comentada por cientos de lectores quienes, o bien emiten una opini&oacute;n respecto del tema, aportan datos nuevos, critican y corrigen al autor de la nota o debaten entre s&iacute; generando grandes foros de discusi&oacute;n a partir de cada noticia. <br />
El anonimato ofrecido por la red la torna en un espacio ideal para esta tarea, y contrasta con las viejas cartas de lectores donde enviar una opini&oacute;n o cr&iacute;tica a un medio implicaba un compromiso y un alto grado de exposici&oacute;n.&nbsp;<br />
El desarrollo de Internet, de alguna manera, ha permitido el nacimiento de una suerte de &ldquo;ciberciudadan&iacute;a&rdquo;. Es constante la aparici&oacute;n y proliferaci&oacute;n de espacios virtuales tales como blogs y podcasts donde ciudadanos de todo tipo, adem&aacute;s de expresar sus opiniones pol&iacute;ticas y demostrar sus puntos de vista intentan ejercer un control de las funciones del Estado. <br />
Asimismo, la posesi&oacute;n de celulares con c&aacute;maras de fotos, filmadoras y otros elementos tecnol&oacute;gicos, permiten que cualquier suceso pueda ser registrado por cualquier persona en cualquier oportunidad. De esa forma, muchas veces es el mismo p&uacute;blico el que nutre a los medios de comunicaci&oacute;n de informaci&oacute;n y pruebas de distintos acontecimientos. <br />
Las nuevas tecnolog&iacute;as han aportado herramientas para el ejercicio de la ciudadan&iacute;a, y podr&iacute;an ser, para algunos autores y ciudadanos, parte de la posibilidad de ampliaci&oacute;n de la participaci&oacute;n activa de las personas. <br />
Autores como Arjun Appadurai argumentan a favor del &ldquo;trabajo de la imaginaci&oacute;n&rdquo; sobre todo en los migrantes, en tanto pueden construir o invocar pertenencias a trav&eacute;s de los blogs y de las nuevas tecnolog&iacute;as, eligiendo qu&eacute; recordar, qu&eacute; mostrar de sus lugares de origen y as&iacute; estar de alguna forma conectados.&nbsp;</p>
<p><strong>Anonimato y participaci&oacute;n virtual</strong><br />
En contraposici&oacute;n, por ejemplo para Barman, las tecnolog&iacute;as son &ldquo;despolitizantes&rdquo; y se&ntilde;ala que <em>&ldquo;el intenso flujo de informaci&oacute;n no confluye en el r&iacute;o de la democracia (…) para que la moderna cultura l&iacute;quida pueda desplazar el aprendizaje y reemplazarlo por el olvido como principal fuerza motora de los objetivos de la vida de los consumidores (…)&rdquo;. </em><br />
En lo que se refiere a la &ldquo;pol&iacute;tica real&rdquo;, durante su viaje hacia su almacenamiento virtual, todo disenso es esterilizado, desactivado y degradado (Bauman: 2007). Para algunas corrientes de pensamiento la participaci&oacute;n virtual puede ser como un placebo que inhabilita la participaci&oacute;n real sin generar culpas.&nbsp;<br />
En s&iacute;ntesis, vivir la ciudadan&iacute;a hoy implica m&uacute;ltiples desaf&iacute;os tanto para los diversos actores sociales como para las instituciones. Probablemente uno de los mayores desaf&iacute;os consista en c&oacute;mo convocar a los ciudadanos a formar parte en el proceso de toma de decisiones y lograr una participaci&oacute;n activa, real y cotidiana, tanto en el &aacute;mbito local como regional y nacional, entendiendo los cambios en los valores sociales y su impacto en la forma de vivir y de ser ciudadanos. <br />
Muchas de estas preguntas respecto de la ciudadan&iacute;a encuentran hoy, en el Bicentenario, un marco simb&oacute;lico propicio para la reflexi&oacute;n: &iquest;qu&eacute; pa&iacute;s queremos ser? &iquest;Qu&eacute; clase de ciudadanos? &iquest;Cu&aacute;l ser&aacute; nuestro compromiso cotidiano y qu&eacute; formas tomar&aacute;, para la construcci&oacute;n de un lugar mejor para nosotros y para generaciones futuras?<br />
Si bien aqu&iacute; no est&aacute;n todas esas respuestas, se aportan nuevos interrogantes sobre un tema que nos compete a todos los ciudadanos. <br />
<br />
<strong>Citas:&nbsp;</strong><br />
Bauman, Zygmunt(2005), <em>&ldquo;Comunidad: en busca de seguridad en un mundo hostil&rdquo;</em>, Buenos Aires: Siglo XXI. <br />
(Fern&aacute;ndez, Gabriela 2001). <em>La ciudadan&iacute;a en el marco de las pol&iacute;ticas educativas. </em>Educaci&oacute;n, Multiculturalismo e Identidad. Documento de trabajo de CEPAL. <br />
Garc&iacute;a Canclini, N&eacute;stor (1995).<em> Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalizaci&oacute;n. </em>M&eacute;xico: Editorial Grijalbo. <br />
Giddens, Anthony (1990) <em>Consecuencias de la modernidad.</em> Madrid: alianza editorial. <br />
Holston, J. y A. Appadurai (1996).<em> Cities and Citizenship, Public Culture. </em>19, <em>University of Chicago. </em><br />
L&oacute;pez, Sinesio (1997). <em>Ciudadanos reales e imaginarios.</em> Lima: IDS, Instituto de Di&aacute;logo y Propuestas.<br />
Seoane, Mar&iacute;a (2005). Nosotros, apuntes sobre pasiones, razones y trampas de los argentinos entre dos siglos. <br />
Rose, Nicholas (1999). <em>Powers of Freedom: Reframing Political Thought. Londres: Cambridge University Press.</em></p>

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