O maior da América Latina

23 agosto, 2001

No será "o maior do mundo", pero es el país más
grande de Latinoamérica. En Argentina, solemos ver la grandeza de Brasil
como un problema. Hay que aceptar la realidad y buscarle el lado provechoso.
La diferencia de tamaño físico es un hecho: Argentina no puede
triplicar su territorio. Las otras distancias son insalvables en el futuro previsible:
para igualar a Brasil, Argentina tendría que multiplicar su población
por 5 y su producto por 3. Imposible. Asociada con Brasil, nuestro país
tendrá una plataforma ideal para saltar al mundo y acelerar su crecimiento.
A los brasileños también le conviene la sociedad: Argentina es
su mejor puerta de entrada a Hispanoamérica. Los inevitables problemas
no deben frustrar una alianza estratégica

Por Daniel Alciro

El 8 de junio, en el estadio Monumental, Argentina le ganó
3 a 1 a Brasil y se aseguró su participación el Mundial de Alemania
2006.
Apenas 21 días después, en Francfort, Alemania, Brasil le ganó
4 a 1 a Argentina y se adjudicó la Copa de Confederaciones.
Los dos partidos no hicieron sino marcar la paridad histórica en los
enfrentamientos argentino-brasileños.
Brasil puede ser pentacampeón, y la Argentina tener sólo dos títulos
mundiales. Sin embargo, en el frente a frente, no podrían ser más
parejos:

CAMPEONATOS MUNDIALES

Ganados
por Brasil
5
Ganados
por Argentina
2

PARTIDO BRASIL-ARGENTINA
A LO LARGO DE LA HISTORIA

Jugados 90
Ganados por
Brasil
34
Ganados por
Argentina
34
Empatados 22
Goles de Brasil 140
Goles de Argentina
148

El fútbol da una lección que sería conveniente aplicar
a la política y la economía.
Un país puede ser más fuerte que otro en el orden internacional,
sin que eso impida una relación bilateral paritaria.
Si se lo analiza bien, esa es exactamente la situación de Brasil y Argentina
en más de un orden. Es absurdo enojarse cuando un dirigente internacional
-sea Bush o Hu Jin Tao-sostiene que Brasil es el país más importante
de la región.
Los grandes indicadores -superficie, población y producto- convierten
a Brasil en líder indiscutible de la región:

ÍTEM
UNIDAD
BRASIL
ARGENTINA
Superficie
Km2
8.511.965
2.766.890
Población
Hab.
176.600.000
39.537.943
Principal
ciudad
San
Pablo: 18.847.400 Río: 11.437.100
Área
metropolitana: 13.076.300Córdoba: 1.486.200
PIB (PPP)
US$
1.492.000.000.000
483.500.000.000
Desempleo
%
11,5
14,8
Importaciones
US$
95.000.000.000
33.780.000.000
Exportaciones
US$
61.000.000.000
22.060.000.000

La fuente de esta información es World Develompent Indicators 2005,
publicación del Banco Mundial. Se la eligió porque todas las dimensiones
están calculados allí con igual método, y ofrece cifras
de cada país para el mismo período. El IBGE (INDEC brasileño),
asegura que "en enero de 2004 la población de Brasil ultrapasó
los 180 millones).
Sin embargo, cuando se toman en cuenta otros parámetros, se comprende
por qué la relación bilateral es mucho más paritaria de
lo que sugieren esos grandes números:

ÍTEM
UNIDAD
BRASIL
ARGENTINA
PIB per cápita
(PPP
US$
12.400
8.100
Esperanza
de vida
Años
74
68
Mortalidad
infantil
%
de nacidos vivos
17
39
Analfabetismo
%
de mayores de 15
3
15
Emisiones
de dióxido de carbono
Millones
de toneladas
136.9
299.

 

En economía importa la demanda efectiva. El PIB per cápita
indica que, en poder de compra, un argentino equivale a un brasileño
y medio.
Por otro lado, el hecho de que Brasil tenga 5 veces más analfabetos,
supone que (en términos porcentuales) la Argentina debe tener una masa
laboral de estándar más elevado.
Cuando se compara la esperanza de vida al nacer y los índices de mortalidad
infantil, es forzoso concluir que la Argentina tiene mejor salud pública.
Por último, las diferencias en las emisiones de dióxido de carbono,
muestran que el medio ambiente está mejor preservado aquí.
Estos factores son índice de mayor productividad y competitividad: algo
que no depende de los kilómetros cuadrados, ni de los millones de habitantes
ni del PIB total.
No hay que extraer de esto la conclusión equivocada: no es que los argentinos
seamos menos pero mejores. Lo que debe entenderse es que los dos países
tienen ventajas complementarias.

Nueva dimensión del mercado interno

La dicotomía mercado interno/mercado mundial es tan falsa como la dicotomía
campo/industria. No hay posibilidad de desarrollar el mercado interno sin integrarse
a la economía mundial; y no hay posibilidad de integrarse a la economía
mundial desentendiéndose del mercado interno.
La experiencia asiática muestra la interacción del mercado interno
con el comercio exterior. En el caso de la Argentina, la primera necesidad es
ampliar su mercado interno. Para eso, la integración regional es la clave.
Argentina y Brasil son la base de un mercado interno ampliado: Mercosur, que
no puede quedarse en la eliminación concertada de aranceles. Debe servir
para crear un espacio económico sin fronteras económicas interiores.
La unión permitirá ganar escala. El PBI sumado de la Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay es US$ 638.800 millones de dólares. Más
que el PIB sumado de 13 de los 25 países de la Unión Europea:
Finlandia, Portugal, Irlanda, República Checa, Hungría, Eslovaquia,
Eslovenia, Luxemburgo, Lituania, Letonia, Chipre, Estonia y Malta (todos juntos,
US$ 626.900 millones).
Una unión efectiva de Argentina y Brasil, más los otros países
del Mercosur, dará origen a un mercado de casi 189.400.000 personas:
más habitantes que Italia, Gran Bretaña y Francia juntas (176.700.000).
Inversiones que hoy no podemos atraer, se sentirán atraídas por
ese mercado ampliado. Cambiar de dimensión es cambiar de posibilidades.
Mucho más si el Mercosur -que nació del acuerdo entre Argentina
y Brasil– da lugar a la formación de una comunidad económica,
no limitada a los países que hoy están comprometidos a integrar
Mercosur.
Se ha avanzado mucho en ese camino, ya que varios países han adquirido
el carácter de asociados, mediante la suscripción de los llamados
Acuerdos de Complementación Económica con Mercosur:
· Chile (1996).
· Bolivia (1996).
· Perú (2003).
· Colombia(2004)
· Ecuador (2004)
· Venezuela (2004)
· México (2004).
Sin perjuicio de ello, el 8 de diciembre de 2004 se constituyó en Cuzco
(Perú) la Comunidad Sudamericana de Naciones.
La integran:
§ Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
§ La Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú
y Venezuela)
§ Chile
§ Guyana
§ Surinam

Los 12 países de Sur acordaron impulsar 31 obras de interconexión
vial, ferroviaria y energética, como punto de partida.
El enviado de La Nación no pudo evitar el comentario suspicaz: "La
Comunidad Sudamericana representa para Brasil un proyecto estratégico
para afianzar sus sueños de liderazgo internacional". Otros comentaron
que fue ésa la verdadera razón por la cual -alegando problemas
de salud-Kirchner no viajó a la antigua capital de los incas.
Era la historia menor.
Si la Comunidad logra superar la retórica y la declaración de
intenciones, potenciará a todos sus miembros.

Fortalecer el Mercosur

Antes, Argentina y Brasil tendrán que fortalecer el núcleo, que
es Mercosur.
Por otra parte, hay que crear una autoridad comunitaria que impulse y supervise
la unión. Una Comisión Ejecutiva y un Parlamento sudamericano
son imprescindibles.
Hasta ahora, sólo ha habido remedos.
Se creó el Consejo del Mercado Común, la Secretaría del
Mercosur, la Comisión Parlamentaria Conjunta y el Foro Consultivo Económico
y Social y, fines de 2003,la Comisión de Representantes Permanentes del
Mercosur (CRPM).
Es ésa la comisión que preside el ex presidente argentino Eduardo
Duhalde. Sus funciones son casi las de un asesor:
§ Asistir al Consejo del Mercado Común y a la Presidencia Pro Tempore
del Mercosur, en todas las actividades que le sean requeridas por cualquiera
de estos.
§ Presentar iniciativas al Consejo del Mercado Común sobre materias
relativas al proceso de integración del Mercosur, las negociaciones externas
y la conformación del Mercado Común.;
§ Afianzar las relaciones económicas, sociales y parlamentarias
en el Mercosur, estableciendo vínculos con la Comisión Parlamentaria
Conjunta y el Foro Consultivo Económico y Social, así como con
las Reuniones Especializadas del Mercosur.

Para que haya un verdadero mercado común es necesario:

§ Armonizar las leyes de los distintos países-miembros,
§ Uniformar el régimen impositivo,
§ Coordinar políticas cambiarias y monetarias.

Una unión construida de ese modo se traducirá en un verdadero
mercado común.
El consecuente cambio de escala económica servirá, entre otras
cosas, para desarrollar la microelectrónica, la informática, la
ingeniería de materiales, la biotecnología.
Estas actividades ofrecen pocas posibilidades en el ámbito restringido
de los mercados nacionales. Si queremos que cada uno de nuestros países
tenga todas esas industrias, ninguno va a tenerlas.

La comunidad económica permitirá que, instalada en uno de los
países miembros, una industria disponga del mercado de todos y, contando
con esa base, pueda proyectarse al mercado mundial.
Esto nos permitirá acceder a niveles de desarrollo industrial que hoy
nos están vedados.
Hay un error que debemos evitar: creer que el primer mundo está dividiéndose
en tres espacios autárquicos: NAFTA, la Unión Europea y Asia.
Ese error lleva a creer que un país como la Argentina debe optar por
vincularse a uno de esos tres espacios, en detrimento de su relación
con los otros dos.
Ninguno de esos tres espacios es concebido como una fortaleza. Al contrario,
uno de los objetivos de la integración de diversas economías es
adquirir mayor competitividad en el mercado mundial.

Los espacios, por lo demás, están interpenetrados. Firmas japonesas
representan un porcentaje creciente de la producción, el comercio interior
y el comercio exterior de la Unión Europea.
Ni Estados Unidos, ni Europa ni Japón reclaman relaciones exclusivas
o "fidelidad" comercial. Tampoco valoran (ni premiarán) la
decisión unilateral de un país que opte por privilegiar la relación
con uno de ellos.
La Argentina -como tal y, en caso de conformarse Mercosur, en nombre de este
mercado sudamericano- debe buscar socios comerciales en todo el mundo.

La Unión Europea ya ha borradoLa UE, sin fronteras
las fronteras internas. Hoy da lo mismo que una empresa esté‚
en Sevilla, Atenas, Dusseldorf o Glasgow: tiene un solo mercado, leyes comunitarias
y una autoridad supranacional, sita en Bruselas.
Aquellos que siempre reparan en las dificultades, más que en las posibilidades,
pronosticaban que este momento nunca llegaría. Ahora, creen que la crisis
del Sistema Monetario Europeo paralizará a la Comunidad.
Es inevitable que un proyecto tan ambicioso como la unidad europea atraviese
dificultades, sufra retrocesos y tenga períodos de estancamiento o de
marcha en zig-zag.
Lo importante es lo que ya Europa ya logró, y qué condiciones
crea ese logro para el resto del mundo; en particular, para nosotros mismos.
La Unión Europea ha menguado pero mantiene -al igual que Estados Unidos-
subsidios agrícolas que afecta a nuestros intereses.
Sin perjuicio de nuestras negociaciones como parte del grupo Cairns y en la
Organización Mundial de Comercio, debemos -en las relaciones con Bruselas
y, también, en las relaciones bilaterales con los gobiernos de los 12
países comunitarios- procurar la solución del problema.
Esa solución resultará tanto más fácil y provechosa
cuanto más claro tengamos que el objetivo no es, simplemente, remover
una barrera opuesta a nuestras exportaciones tradicionales: se trata de establecer
bases equitativas de intercambio y convertirnos en socios de la nueva Europa.
El fin debe ser multiplicar el comercio con Europa, abrir nuevos mercados, acceder
a tecnologías, integrar joint ventures y atraer inversiones.
Junto con Estados Unidos y la nueva Europa, Japón dominará por
mucho tiempo el comercio mundial. Esta potencia de primer orden depende del
petróleo y los alimentos importados.
Sudamérica es fuente de petróleo y alimentos. Es, además,
un mercado importante. Japón, a su vez, es exportador de capital y tecnología.
La complementación interesa tanto a Japón como a Sudamérica.

El escenario asiático

Las nuevas economías industriales del Asia (los cuatro "tigres":
Corea, Taiwan, Hong Kong y Singapur, así como las naciones de ASEAN:
Malasia, Indonesia, Filipinas, Tailandia y Brunei, además del mismo Singapur)
están caminando, también ellas, a la formación de un mercado
común.
Japón es el referente natural en el Asia, pero -como nos ocurre a nosotros
con Estados Unidos- la disparidad entre la economía japonesa y las otras
economías del área es muy grande.
En muchas actividades habrá integración con Japón. En otras,
los países asiáticos deberán buscar socios comerciales
fuera del área.
El intercambio sudasiático-sudamericano ofrece múltiples posibilidades.
La formación de una Comunidad Sudamericana puede dar lugar a un sistema
bi-oceánico. Chile -que hoy se prepara para una integración regional-
ganará un vínculo atlántico con la nueva Europa, a la vez
que afianzará su posición en el Mercosur. Nosotros ganaremos un
vínculo con el Pacífico.
La costa oeste de los Estados Unidos, Japón, China, las nuevas economías
industriales del Asia, Australia y Nueva Zelanda serán actores principales
del comercio mundial.

Diplomacia comercial

El mercado interno no podría sustentar, por sí solo, el crecimiento
que buscamos. Tampoco bastará con un incremento paulatino de nuestro
comercio exterior. Debemos multiplicar las exportaciones. Irrumpir en el mercado
mundial.
Eso exige armonizar normas con otros países, superar conflictos, entrar
en negociaciones bilaterales, participar en negociaciones multilaterales.
Hay quienes hablan de apertura pero todo lo que propugnan es eliminar aranceles,
desproteger a nuestra industria, no negociar nada y sentarse a esperar que nos
inunden. La apertura unilateral y abrupta tiene efectos contraproducentes: perjudica
al agro y a la industria, crea déficit comercial, genera deuda, termina
en recesión y, por último, obliga a cerrar nuevamente para hacer
frente a la crisis.
Es cierto que la libertad para fijar paridad, otorgar exenciones impositivas
a las industrias que se quiere promover, proteger a los sectores incipientes
y premiar las exportaciones, se ve restringida por razones internas e internacionales.

Muchos de esos mecanismos son incompatibles con el proceso de liberalización
del mercado mundial, a la cual está comprometida la OMC. Sin embargo,
todos los países exportadores utilizan los mecanismos postulados, en
algunos casos hasta extremos como los alcanzados por la Unión Europea
y los Estados Unidos, que subsidian su producción agropecuaria -para
protegerla de las importaciones provenientes de países de mayor productividad-
y se exceden de tal forma en el subsidio que provocan sobreproducción
y terminan exportando excedentes subsidiados, a precios de dumping.
Esos mismos países están interesados en la libertad de comercio,
como lo estamos nosotros, que necesitamos una apertura masiva de mercados. Pero
esos países saben (y nosotros debemos aprender) que la liberalización
es un proceso negociado, en el que cada cual trata de negociar desde posiciones
de fuerza y nadie renuncia unilateralmente a los recursos aptos para mejorar
su posición en el mercado mundial.
Esa negociación será prolongada, tendrá marchas y contramarchas,
y exigirá moverse con gran habilidad. Nosotros -que luchamos contra el
proteccionismo, efectivo y grosero, de los poderosos-, debemos poner en la mesa
de negociaciones la necesidad de que se admita cierto grado de protección,
selectiva y transitoria, en los más débiles.

En todo caso, lo que debemos tener siempre presente (cuando discutimos en el
exterior y cuando tomamos decisiones domésticas) es que la prioridad,
el objetivo más importante, la condición de nuestro crecimiento
y, por lo tanto, de nuestra sobrevivencia, es la irrupción de la Argentina
en el mercado internacional como exportador de productos industriales, con creciente
valor tecnológico agregado. Esto tiene que convertirse en una obsesión
nacional.
El modelo expuesto exige, ante todo: definir metas de productividad y exportación,
a mediano y largo plazo, estimular el desarrollo de nuevas ventajas competitivas
y fijar la apertura de mercados como la principal misión de la política
exterior.

Un tratado sin cláusulas

Para afianzar la paz y la seguridad en la región, Julio Argentino Roca
fue el primer presidente argentino en ejercicio que visitó Río
de Janeiro.
Roca entró en el puerto un mediodía de 1899 en el buque más
moderno de la escuadra argentina.
Allí lo esperaba el presidente de Brasil, Manuel Ferraz de Campos Salles,
con grandes homenajes. Días después, Roca se marchaba diciendo:

"Es la manifestación de una verdadera alianza moral, afirmada en
sentimientos que están en la conciencia de una y otra nación".
En octubre de 1900, el presidente Campos Salles retribuyó la visita.
En Buenos Aires, su presencia fue motivo de festejos memorables.
Viajaba en la comitiva el senador y ex ministro de Relaciones Exteriores de
Brasil Quintino Bocayuva, quien describió el encuentro con estas palabras:
"Argentinos y brasileños acabamos de suscribir un tratado sin cláusulas".
Dos años después, durante el bloqueo de las potencias europeas
a Venezuela, una intervención financiera conjunta de la Argentina, Brasil
y Chile logró aliviar la crisis.
Y en el reconocimiento a Panamá se realizó la primera acción
del triángulo llamado ABC.

[Tomado del libro RIO/BUE, editado en 2004 por el Banco de Inversión
y Comercio Exgterior (BICE), de Argentina; y O Banco do Desenvolvimento (BNDES),
de Brasil]

Nombres brasileños

Las callecitas de Buenos Aires

La nomenclatura urbana es un índice de los valores que prevalecen en
la sociedad. Durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX, los nombres
dados a las calles de Buenos Aires reflejaron una actitud universalista y, en
particular, pro latinoamericana.

Héroes y e hitos de la independencia de otros países se incorporaron
a la toponimia porteña. El reconocimiento no se limitó a la historia,
sino que se brindó también sitios y personalidades contemporáneas
de países vecinos. En las últimas décadas, casi todos los
bautismos han revelado a una sociedad más ensimismada, menos dispuesta
a que sus calles hagan nuevos aportes a la confraternidad regional.
Entre el siglo XIX y la primera parte del XX, la ciudad puso nombres brasileños
a varias de sus calles y avenidas:

BOCAYUVA, Quintino [Entre Yapeyú y Treinta y Tres Orientales, en el
barrio de Almagro]. Antes se llamó Estebarena (por los dueños
de la finca que atravesó al abrirse) y Artes y Oficios (por la escuela
salesiana así llamada, que estaba en el 1887 de esa calle). Se le impuso
su actual nombre en 1912, al morir Quintino Ferreyra da Souza (llamado Bocayuva;
1836-1912). Este prominente brasileño comenzó como tipógrafo
y terminó siendo "el Príncipe de la Prensa" en Brasil.
Periodista y político, sirvió como senador y presidente del Estado
de Río de Janeiro. Sincero amigo de la Argentina, fue embajador de su
país en Buenos Aires.

BONIFACIO, José [Nace en Av. La Plata 851 y termina en Av. Olivera 502,
en el barrio de Caballito]. Antiguamente se la conoció como 9 de Julio
y Convención. Se llama así desde 1921. Honra al "Patriarca
de la Independencia" de Brasil, que junto con su esposa -la princesa Leopoldina
de Austria– instó a Dom Pedro a dar el grito de Ipiranga ("Independência
ou morte"; San Pablo, 7 de septiembre de 1822). Graduado en filosofía
y en derecho civil, Bonifacio realizó estudios de matemáticas,
abrazó los ideales de la Revolución Francesa y tradujo las Odas
de Virgilio.

BRASIL, Avenida [Nace en Av. Don Pedro de Mendoza y termina en Av. Sánchez
de Loria 2100] . A principios del siglo XIX se llamó Cabieces (por un
héroe de Reconquista) y Patagones (por el fortín). Pero a mediados
de aquel siglo ya se llamaba como hoy. En Brasil 315 está la Iglesia
Ortodoxa Rusa. En Brasil 1039 estaba la casa de Hipólito Yrigoyen, saqueada
por una turba el 6 de setiembre de 1930.

CAMPOS SALLES [Nace en Av. Del Libertador 7102 y termina en Av. Cabildo 3301].
Antes se llamó Apipé. Desde 1921 recuerda a aquél presidente
brasileño que intercambió visitas con Roca: Manuel Ferráz
de Campos Salles. Abogó por la abolición de la esclavitud en su
país, participó en el destronamiento de la Casa de Braganza y
fue gobernador de San Pablo. Llegó a la presidencia de su país
en 1899 y uno de sus primeros actos fue recibir a su colega argentino.

CURITYBA [Nace en Araujo 1327 y termina en Corvalán 1234, en el barrio
de Mataderos]. Se la bautizó así en 1933, en homenaje a la capital
del Estado de Paraná, Brasil.

CHAGAS, Carlos [Nace en Marcos Sastre 4587 y termina en Nogoyá 4558].
Desde 1937 recuerda al médico brasileño Carlos Justiniano Ribeiro
Das Chagas (1879-1934), descubridor del tripanozoma crucis, causante de la enfermedad
que lleva el nombre de este investigador. Dado que el estudio de ese parásito
fue continuado por el médico argentino Salvador Mazza, en nuestro país
se habla del mal de Chagas-Mazza. Sin embargo, Mazza no tiene una calle y Chagas
sí.

ITAQUÍ [Nace en Av. La Plata 2499 y termina en Av. General Paz 16.100].
Ex San Pedro, lleva desde 1893 el nombre de esta ciudad de Rio Grande do Sul,
ubicada a la vera del río Uruguay, frente a Corrientes. En la calle Itaquí
están la plaza Sud América y la Capilla de Nuestra Señora
de Copacabana.

NATAL [Nace en Salvigny 1352 y termina en Av. General Francisco Fernández
de la Cruz 1463, en el barrio de Nueva Pompeya]. Desde 1933, se llama así
en honor de la capital del Estado Río Grande del Norte.

RÍO DE JANEIRO [Nace en Av. Rivadavia 4599 y termina en Av. Ángel
Gallardo 100]. Antes se llamó Gran Chaco, pero en 1897 una ordenanza
municipal le dio el nombre de la (entonces) capital brasileña.

SANTOS DUMONT [Nace en Soldado de la Independencia 600 y termina en Warnes
1601]. En 1935 se le impuso este nombre en homenaje al ingeniero y aviador paulista
Alberto Santos Dumont (1873-1932), constructor de dirigibles y aeroplanos. Es
uno de los precursores de la aviación mundial.

Hay otras calles que aluden a batallas ganadas por Argentina en la guerra
con Brasil (1825-1827), como Yatay o Ituzaingó; o a batallas ganadas
por Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay, en la Guerra de la Triple Alianza
(1865-1870). Afortunadamente, desde hace más de 200 años, esta
es una de las regiones más pacíficas del mundo.

[Las referencias catastrales y sobre las fechas de las ordenanzas están
tomadas del libro de Vicente Osvaldo Cutolo, Buenos Aires: historia de las calles
y sus nombres]

Convergencia

Lección europea

El tratado de Maastricht fijó cinco "criterios" que todo país
miembro debía cumplir si quería sustituir, en 1999, su moneda
nacional por el euro. El más urgente comenzó a regir en 1993.

Cada vez que los productos brasileños se vuelven baratos en la Argentina,
aquí se clama por las "asimetrías" dentro del Mercosur.
Lo mismo ocurre en Brasil cuando se abaratan los productos argentinos.
Si las asimetrías fueran resultado de la mayor eficiencia de un país,
no habría nada que objetar: no sería legítimo pedir subsidios
o trabas para igualar a ambos países al nivel del más ineficiente.
El problema es que las asimetrías derivan de diferencias cambiarias,
fiscales e impositivas.
Cuando Brasil devaluó, en 1999, se hizo de golpe más "eficiente"
que Argentina.
Tres años más tarde, Argentina se volvió -de la noche a
la mañana-más eficiente que Brasil.
Es esta inestabilidad la que impide consolidar un mercado común.
La Unión Europea es un éxito porque sus arquitectos advirtieron
la importancia de la convergencia . El tratado de Maastricht fijó cinco
"criterios" que todo país miembro debía cumplir si quería
sustituir, en 1999, su moneda nacional por el euro. El más urgente comenzó
a regir en 1993:
Equilibrio cambiario. Los miembros debían incorporarse a un exchange
rate mechanism (ERM) y atar su signo monetario a una moneda virtual, la European
Community Unit (ECU, en inglés). El marco, la peseta o el franco no quedaron
"irrevocablemente fijos" al ECU hasta 1998, pero la fluctuación
autorizada era mínima.
Para los otros cuatro criterios, había plazo hasta 1997. Los países
miembros tenían, así, cinco años para completar este cuadro
"macroeconómico":
? Equilibrio fiscal. Déficit no superior al 3 por ciento del PBI.
? Deuda limitada. Deuda pública no mayor del 60 por ciento del PBI.
? Bajas tasas de interés. Sólo 2 puntos por encima de un promedio:
el formado por los tres países de la Unión Europea donde el crédito
de largo plazo fuera más barato.
? Precios estables. Una tasa de inflación similar a la de los tres miembros
con mayor estabilidad: a lo sumo, 1,5 por ciento más alta.
El tránsito no fue fácil. Hubo incontables obstáculos,
conflictos y retrocesos. Pese a todo, el 1º de enero de 1999, once países
pudieron reemplazar sus monedas nacionales por el euro.
Aunque las situaciones sean distintas, la construcción de la Unión
Europea ha dejado enseñanzas que pueden ayudar a crear, a partir del
actual Mercosur, un verdadero mercado común sudamericano.
No se trata de iniciar un galope frenético: en Europa pasaron cuarenta
años entre la creación de la Comunidad Europea del Carbón
y el Acero, embrión de la Europa única, y el Tratado de Maastricht.

Tampoco se trata de mantener un trote pausado: la globalización obliga
a que las relaciones internacionales tengan hoy un ritmo distinto del que los
países se permitían antes de los años ´90.
Quizás el tema más urgente es la convergencia cambiaria. En Europa
empezó mucho antes de Maastricht. Fue en 1971, cuando se creó
la EMU , que tenía dos objetivos: la estabilidad cambiaria y la integración
de los mercados de capitales.
Un año más tarde, apareció "la serpiente": ninguna
moneda podía "subir" más de 1% ni "bajar"
más de 1%. Los leves movimientos cambiarios se asemejarían a los
de una serpiente dentro de un tubo muy angosto.
Hubo, es cierto, interrupciones y fracasos. Ningún país se resignaba
a perder su autonomía cambiaria.
En 1979, se puso en marcha un sistema más refinado: el Exchange Rate
Mechanism (ERM), Fue entonces cuando nació el ECU, que resultaba de poner
todas las monedas europeas en una "canasta" y sacar un promedio.
Cada moneda nacional tenía su valor en ECU y muy poco margen para fluctuar:
las más fuertes no podían "subir" o "bajar"
más de 2,5%; las más débiles, hasta 6%. Sin embargo, en
caso de ascenso o descenso irreprimible había una solución: la
proveía el Fondo Europeo de Cooperación Monetaria. Este fondo
compensador salía a comprar cuando una moneda caía demasiado,
y a vender cuando subía más de la cuenta. Con la firma de Maastricht,
el ERM se tornó obligatorio.
Europa decidió equiparar monedas y, una vez logrado esto, homologar índices
macroeconómicos. En el Mercosur, hay quienes creen que se debe recorrer
el camino inverso: asegurar la disciplina fiscal, preservar la estabilidad,
contener el endeudamiento y dejar para lo último la discusión
sobre las paridades. Algunos hasta piensan que, asegurado el equilibrio macroeconómico,
las diferencias cambiarias no tendrían importancia. Es una fórmula
para el desastre.
Teniendo en cuenta la experiencia europea, parece indispensable crear un mecanismo
de nivelación cambiaria.
Los europeos procuraron asegurarse, entre sí, términos de intercambio
equitativos y estables. De ese modo, unificaron sus mercados. Eso permitió
que aun países "débiles", como España o Irlanda,
a los cuales se suponía incapaces de cumplir los criterios de Maastricht,
llegaran a 1997 con las mejores calificaciones.
El equilibrio macroeconómico no fue sólo consecuencia de los ajustes
fiscales que los signatarios de Maastricht hicieron entre 1992 y 1997. El mercado
único aceleró el crecimiento y aun las economías menos
promisorias vieron fortalecidas sus finanzas públicas.
Las metas de Maastricht fueron muy rigurosas. Tanto que, hoy día, hasta
Alemania y Francia tienen dificultades para cumplirlas. Sin embargo, por lo
mismo que exigieron mucho, permitieron alcanzar niveles que de otro modo
nunca se habrían logrado.

La silla de la discordia

En la Argentina se piensa que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
tiene una vacante, y que esa vacante debe ser cubierta por el Mercosur. A partir
de ese error, se sostiene que Brasil quiere arrogarse el derecho exclusivo de
representar al grupo, y la Argentina propone una representación rotativa.
Esto revela un profundo desconocimiento de lo que se está discutiendo
en las Naciones Unidas. A continuación, una breve historia del Consejo
de Seguridad, y una síntesis del complejo problema que plantea actualmente
el proyecto de recomposición. El tema es de estricta actualidad, interesa
a todos los países del mundo, y deberá ser resuelto por la Asamblea
de la ONU en septiembre.

En 1941, Roosevelt le hizo una propuesta deshonesta a Churchill. Descontando
que Estados Unidos e Inglaterra ganarían la guerra, le dijo que ambos
países deberían formar y conducir una organización internacional
para "monitorear" a los vencidos.
Churchill advirtió que -si bien los vencidos no podrían decir
nada– los aliados no verían con buenos ojos una nueva Liga de Naciones,
manejada sólo por Washington y Londres.
Sin embargo, Roosevelt insistió en su criterio: o pax anglo-americana
o caos.
Cuando advirtió la importancia del frente oriental, decidió sumar
a Rusia y -no pudiendo despreciar al otro gigante oriental-también a
China.
En 1943, los cuatro países diseñaron en Teherán la futura
ONU.
Habían encontrado, por fin, la fórmula para satisfacer el principal
objetivo de Roosevelt: la organización tendría muchos miembros,
pero el poder verdadero recaería en un Consejo Ejecutivo, más
tarde rebautizado Consejo de Seguridad.
China sería parte de ese Consejo; pero cuando la guerra se aproximaba
a su fin, Chan y Mao estaban más preocupados por China que por el mundo.
Los detalles de la futura ONU fueron arreglados, en Yalta, por Roosevelt, Churchill
y Stalin.
De Gaulle no fue invitado. El trío entendía que Francia no había
vencido a Alemania sino que había sido rescatada de los alemanes.
La cólera de los franceses produjo resultados. Cuando se constituyó
la ONU (San Francisco, 1945) los dueños de la nueva organización
eran los Cinco Grandes: Estados Unidos, Inglaterra, Rusia, China… y Francia.

Cada uno tendría un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, con
poder de veto.
Los otros 45 países sólo estarían representados en la Asamblea
(un foro sin poder) y se rotarían para ocupar seis sillas en el Consejo,
como miembros no permanentes sin derecho a veto.
El Consejo fue el lugar donde se neutralizaron Occidente y el mundo no capitalista.
Al menos, cuando no decidieron hacer un by pass a las Naciones Unidas y trenzarse
en Corea o Vietnam. Entre 1945 y 1990 el poder de veto fue empleado 240 veces.
La URSS lo usó en 118 ocasiones, Estados Unidos en 69, Inglaterra en
32, Francia en 18 y China sólo en 3.
En años recientes, distintos países del mundo comenzaron a decir
que el Consejo refleja la estructura de poder de 1945, y que la nueva realidad
no se arreglaba ampliando el número de miembros no permanentes (que en
1965 pasaron de seis a 10).
Los adalides de la reforma eran los vencidos de 1945 -principalmente Alemania
y Japón-y las potencias emergentes de un Tercer Mundo profundamente transformado
por los procesos de descolonización y globalización.
A fines de 2004, un panel de la ONU, designado al efecto, presentó dos
modelos de ampliación del Consejo:

MODELO "A"

REGIÓN
DEL MUNDO
PAISES
DE LA REGIÓN QUE SON MIEMBROS DE LA ONU
SITIOS
PERMANENTES
NUEVOS
SITIOS PERMANENTES
NUEVOS
SITIOS NO PERMANENTES (2 AÑOS NO RENOVABLES)
TOTAL
África
53
0
2
4
6
Asia-Pacífico
56
*
CHINA
2
3
6
Europa
Occidental y Oriental
47

*INGLATERRA
*FRANCIA
* RUSIA

1
2
6
Hemisferio
Occidental
35
*Estados
Unidos
1
4
6
Total
191
5
6
13
24

MODELO "B"

REGIÓN
DEL MUNDO
PAISES
DE LA REGIÓN QUE SON MIEMBROS DE LA ONU
SITIOS
PERMANENTES HOY
NUEVOS
SITIOS PERMANENTES
SIN
DERECHO DE VETO
NUEVOS
SITIOS NO PERMANENTES (2 AÑOS NO RENOVABLES)
TOTAL
África
53
0
2
4
6
Oriente
56
*
CHINA
2
3
6
Europa
Occidental y Oriental
47

*INGLATERRA
*FRANCIA
* RUSIA

2
1
6
Hemisferio
Occidental
35
*Estados
Unidos
2
3
6
Total
191
5
8
11
24

La cronología de la discusión desatada por ambos modelos es elocuente,
y demuestra que el asunto está lejos de ser un problema argentino-brasileño.

Diciembre de 2004. El panel presenta sus dos modelos.

18 de febrero de 2005. El grupo "Unidos para el Consenso",
liderado por Italia, Corea del Sur, Pakistán y Argentina, expresa que
básicamente apoya el modelo B. Este es el sindicato de los "números
2". Es obvio que, si se adoptara el modelo A, la representación
de Europa correspondería a Alemania; la de Asia-Pacífico, a Japón;
y la del Hemisferio Occidental, a Brasil. Se descuenta que un actual miembro
del Consejo de Seguridad, China, se opondrá al modelo A, para bloquear
el ingreso de Japón al Consejo.

8 de marzo. La Unión Africana (UA) emite un documento titulado
Common African Position on Reform of the United Nations. Demanda "al menos"
dos asientos permanentes en el Consejo de Seguridad para países africanos,
con poder de veto, más seis puestos no permanentes. Quiere, además,
que sea la propia UA la que designe a los representantes del continente.

21 de marzo. El Secretario General Kofi Annan insta a que se adopte uno
de los dos modelos propuestos por el panel.

1° de abril. Un web site chino reúne 22.000.000 de firmas
contra la admisión de Japón como miembro permanente del Consejo.
Italia lanza una nueva propuesta: que se divida al mundo en 10 regiones, no
en 4, y que cada región elija su propio representante. Ofrece dos modelos:

§ Modelo Verde. Se agregan 10 nuevos miembros no permanentes. Períodos
de 2 años, no renovables.
§ Modelo Azul. Períodos de 3 a 4 años, con reelección.

28 de abril. Se divide el bloque africano. Los candidatos a ocupar un
asiento en el Consejo son: Egipto, Kenya, Libia, Nigeria, Senegal y Sudáfrica.

13 de mayo. Alemania, Brasil, India y Japón (el llamado G4) presentan
su propio proyecto de ampliación del Consejo: 25 sillas, incluyendo las
de 6 nuevos miembros permanentes con derecho de veto. Francia apoya. Estados
Unidos dice que debe estudiar la propuesta. Se sabe cuál es la posición
de Washington: por un lado, no quiere más miembros con derecho de veto;
por otro lado, no tiene una excesiva preocupación por un organismo al
cual está dispuesto a ignorar cuantas veces considere necesario.

2 de junio. El embajador de China ante la ONU, WangGuangya, anuncia formalmente
en Nueva York que su país bloqueará todo intento de Japón,
Alemania, India, y Brasil de obtener un asiento permanente en el Consejo de
Seguridad.

China se resiste, ante todo, al ingreso de Japón: el enemigo de guerra
que nunca se arrepintió de su conducta durante la ocupación del
territorio chino. Además, Tokio tiene una actitud pro-Taiwán.
Beijing, que en 1971 reemplazó a Taiwán como representante de
China en el Consejo de Seguridad, no admite el reconocimiento del gobierno de
Taipei en forma alguna.
La cuestión ha alejado a Beijing de los brasileños, pese a que
hace unos meses el Presidente Hu Jin Tao proclamó una alianza estratégica
entre China y Brasil.
Wang dice que su país prefería el proyecto promovido por Italia,
Pakistán, Corea y Argentina, que quieren un Consejo de Seguridad de 25
miembros, sin nuevos derechos de veto.

9 de junio. Ante el escaso apoyo que obtuvo su propuesta, el G4 introduce
una modificación que se prevé insuficiente: los nuevos miembros
no tendrán derecho de veto por 15 años. La India no está
de acuerdo, pero acepta el criterio mayoritario.

Los cancilleres de la Unión Africana (UA), mientras tanto, no logran
ponerse de acuerdo sobre los países que deberían representar al
África.
En la ONU, la cuestión queda planteada como un reclamo del G4, resistido
por la mayoría del Consejo de Seguridad (excepto Francia) y por los países
que no podrían competir con Alemania, Japón, India y Brasil.
Según el diario indio Dainik Jagran, "sobre la base de casi todos
los parámetros, India y Japón son los candidatos más probables
de la región Asia-Pacífico, Brasil del Hemisferio Occidental y
Alemania de Europa. Los dos representantes de África serán seguramente
elegidos entre Sudáfrica, Egipto y Nigeria. Esto ha llevado a Pakistán
a unirse a los países descontentos; es decir, aquellos que difícilmente
obtendrían un asiento en el Consejo de Seguridad expandido, como Argentina
e Italia.
Como se ve, esto no es una interna del Mercosur. Es una discusión global,
en la cual Brasil es protagonista, en tanto parte del G4: el grupo de potencias
-actuales o emergentes-que basan sus aspiraciones en su tamaño físico,
la magnitud de su población o su producto.
La decisión debe tomarla la Asamblea, en septiembre, pero se necesita
el voto favorable de 128 países: dos tercios del total de miembros de
la ONU.

 

No será "o maior do mundo", pero es el país más
grande de Latinoamérica. En Argentina, solemos ver la grandeza de Brasil
como un problema. Hay que aceptar la realidad y buscarle el lado provechoso.
La diferencia de tamaño físico es un hecho: Argentina no puede
triplicar su territorio. Las otras distancias son insalvables en el futuro previsible:
para igualar a Brasil, Argentina tendría que multiplicar su población
por 5 y su producto por 3. Imposible. Asociada con Brasil, nuestro país
tendrá una plataforma ideal para saltar al mundo y acelerar su crecimiento.
A los brasileños también le conviene la sociedad: Argentina es
su mejor puerta de entrada a Hispanoamérica. Los inevitables problemas
no deben frustrar una alianza estratégica

Por Daniel Alciro

El 8 de junio, en el estadio Monumental, A

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