El enorme esfuerzo de ingresar en el siglo 21

Fue un indicio relevante. Después de una década de ausencia intencionada, un Presidente argentino estuvo en la reunión anual de Davos. Ocurrió a principios de año en la cita anual de la élite global. Mandatarios, funcionarios, empresarios y académicos de todo el mundo se juntan una vez al año en este discreto spa suizo.

13 julio, 2016

Para algunos es un gigantesco operativo de relaciones públicas; para ser vistos; para establecer vínculos; para mantener difíciles negociaciones. Para otros es la oportunidad de pasar revista a la agenda del futuro, avizorar los temas que moldearán el mundo del porvenir, percibir cuáles serán las grandes corrientes de pensamiento que dominarán el escenario global durante los próximos años.

Posiblemente, en esta oportunidad al menos, Mauricio Macri se encontró inscripto en el primer grupo: imperiosamente debe hacer que la Argentina reingrese en el siglo 21.

El centro del escenario estuvo reservado para cuestiones como: ¿Son reales las cifras de la economía china o están maquilladas por su gobierno? ¿Hay riesgo inminente de un colapso bursátil global? ¿Europa logrará reactivar su economía y lidiar a la vez con el inmenso problema de los refugiados? ¿Seguirá al alza el valor del dólar en el mundo y qué incidencia tendrá sobre el aumento en las tasas de interés estadounidenses? ¿Hay modo de combatir el terrorismo y el fundamentalismo religioso? ¿Pasó la hora de los países emergentes? ¿Se puede detener el avance internacional del narcotráfico? Las respuestas son de vital importancia para nuestro país y su nuevo gobierno y establecerán de qué modo podemos insertarnos en el escenario internacional y conjurar dificultades y desafíos que plantea la realidad global.

En Davos se prestó atención a lo que ya se llama “la cuarta revolución industrial”: inteligencia artificial, robótica, la “Internet de las cosas”, los vehículos que se autoconducen, la impresión 3D, biotecnología, big data y algunos temas más que extienden el listado.

También se pasó revista a los peligros de esta nueva visión -que en buena parte ya es realidad- como el desempleo masivo generado por la robótica, el potencial abuso de la ingeniería genética y las armas cibernéticas, sin mencionar el terremoto sobre los negocios establecidos.

Para los empresarios, además, el desafío es inmenso. Cada milisegundo, un cliente descarga una aplicación de Apple, que vende 1.000 iPhones, iPads o las Mac, cada dos minutos, y lanza un nuevo producto cada cuatro semanas. Facebook es el mayor generador de contenidos del mundo y no es dueño de un solo medio; Uber, que conecta taxis y viajeros por todo el planeta, no tiene un solo automóvil. Alibaba -ya más grande que Amazon- no tiene un solo producto en inventario; y Airbnb (que alquila habitaciones, departamentos y casas en multitud de países) no tiene una sola propiedad inmueble. Todas estas empresas valen miles de millones de dólares.

Hay nuevos modelos de negocios que aparecen súbitamente y de modo vertiginoso pueden terminar con negocios sólidamente instalados. Este es el nuevo mundo bravo con el que debe convivir la Argentina y su gobierno en el futuro previsible.

 

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