Bachelet : al Congreso la reforma educativa

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, envió tres proyectos de ley al Parlamento que buscan garantizar un sistema gratuito para la educación, pero enmarcado en un principio básico de equidad tributaria.

21 mayo, 2014

La reforma educativa fue presentada al Parlamento dividida en tres partes: una, prohibirá que las instituciones educativas que reciben financiamiento público apliquen mecanismos de selección de estudiantes; la segunda, que evitará, gradualmente, que los padres deban ayudar a pagar la educación escolar de sus hijos en el sistema público, y la tercera, relacionada con una de las principales demandas del movimiento estudiantil de 2011, que en Chile nadie lucre con la educación, como sucede hace décadas, para lo cual el Gobierno pretende que todos los establecimientos que reciban algún tipo de aportación del Estado destinen los recursos públicos en mejorar la calidad y, en un plazo de tres años, se transformen en corporaciones o fundaciones sin fines de lucro, señala la edición internacional de El País.

 

Al asumir su segundo periodo el pasado 11 de marzo en medio de enormes expectativas sobre la reforma educativa, Bachelet pretende combatir el principal problema del país sudamericano: la desigualdad.

 

Fue uno de los tres pilares de su programa de Gobierno —junto con una reforma tributaria y una nueva Constitución—, apoyado por el 62% de los ciudadanos en la última elección.

 

Tanto Bachelet como el resto de la clase política saben que la educación es prioritaria para los ciudadanos y que las protestas estudiantiles de 2011 fueron la expresión del descontento que existe respecto de un sistema que segrega a los niños y jóvenes de Chile.

 

Si bien se especula con que la mandataria tiene los votos necesarios para aprobar su reforma, el resguardo de la gobernabilidad le impone procurar el diálogo con todos los sectores políticos y sociales.

 

Mientras el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, sostenía que el Poder Ejecutivo tendrá una actitud “flexible” para enfrentar el debate legislativo, el secretario siguió la línea de Bachelet respecto de las reformas estelares: que las iniciativas se discutan no significa que haya espacio para modificar la esencia de los cambios contemplados en su programa de Gobierno.

 

La reacción estudiantil no se hizo esperar y a través de la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), Melissa Sepúlveda, denunció que se trata de una reforma “sin contenido”, según publica el periódico La Tercera.

 

La jefa de Estado arrancó con su reforma educativa solo cinco días después de que la Cámara de Diputados, donde tiene mayoría, aprobara el miércoles pasado la reforma tributaria con la que pretende financiar los cambios en el sistema de enseñanza escolar y universitaria.

 

El objetivo es aumentar la recaudación fiscal en tres puntos del PIB, lo que equivale a 8.200 millones de dólares. Una porción importante de esos recursos —unos 5.000— serán destinados a la reforma educativa.

 

La Presidenta aspira a un nuevo sistema que tenga como principio básico la equidad tributaria: que los que más tienen, contribuyan más.

 

Entre otras medidas, contempla el aumento de los impuestos a las grandes empresas de un 20% a un 25% en un plazo de cuatro años y la eliminación gradual del Fondo de Utilidades Tributables (FUT), un sistema vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet, inédito en el mundo: permite a los empresarios pagar impuestos solamente por las utilidades que retiran y no por sus ingresos totales.

 

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