El contexto exterior suma incertidumbre en 2015

La restricción externa estará otra vez operativa y el atraso cambiario impedirá recomponer el saldo comercial. El financiamiento externo será clave para dinamizar el nivel de actividad, según Ecolatina.

26 enero, 2015

 A diferencia de años anteriores, en 2015 no sólo el sector real será demandante de divisas (para financiar el gasto electoral y la cuenta corriente), sino que también serán necesarios dólares frescos para cubrir los requerimientos de la cuenta capital, afirma la consultora Ecolatina en su último análisis.

 

En particular, en 2015 hay fuertes vencimientos de deuda pública en moneda extranjera: los pagos netos intra-sector público ascienden a US$ 16.000 millones y además se estima que hay US$ 5.000 millones pendientes con importadores.

Si el gobierno pretende evitar una suba del tipo de cambio oficial, afrontar los servicios de deuda y llevar a cabo una política electoral expansiva, deberá conseguir financiamiento externo.

 

Por este motivo, más allá de los factores internos que condicionan el manejo de la política económica en 2015, el desempeño internacional será fundamental para nuestro país. Para este año, está previsto que la economía mundial acelere levemente su crecimiento en parte gracias al impulso de EE.UU. Pero paradójicamente, el mayor dinamismo de la economía norteamericana y la eventual suba de tasas de interés por parte de la Reserva Federal impactan negativamente en las principales economías de la región.

 

Al impacto directo sobre la Argentina (en términos de menores precios de las commodities), contaremos con el efecto colateral sobre nuestros socios comerciales (devaluación de sus monedas). Asimismo, los nuevos riesgos financieros (la permanencia de Grecia en la Unión Europea y un potencial *default* en Rusia y Venezuela) generan mayor incertidumbre y volatilidad en los mercados internacionales, complicando nuestra posibilidad de colocar de deuda en dólares.

 

El mayor crecimiento de EE.UU. complicaría a los países de la región

 

De acuerdo con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, este año la economía mundial crecería en torno al 3,5% (vs. 3,3% en 2014). Lo cierto es que parte de este crecimiento estará impulsado por la fuerte expansión de la economía norteamericana, ya que se espera que el PBI de EE.UU. crezca al mayor ritmo de los últimos doce años (+3,6%). Este ritmo de crecimiento de la economía mundial se traduciría en un incremento razonable de la demanda externa. Sin embargo, en el caso de EE.UU., la mayor expansión de su economía tiene sus bemoles.

 

Es que el desarme de los estímulos monetarios en el último año fortaleció al dólar impulsado el precio de los demás activos financieros a la baja. De modo que, mientras que la divisa norteamericana siga fortaleciéndose, el precio de las *commodities* y las monedas de los demás países difícilmente reviertan su caída. En lo que respecta a nuestro país, esta tendencia a la baja nos golpea directamente.

 

En el caso de las *commodities* alimentarias (fundamentalmente la soja y el maíz), la caída en su precio compromete la disponibilidad de dólares. Si a esto se suma un posible acopio de la cosecha (producto de la incertidumbre pre-electoral y mayores expectativas de devaluación) y una súper cosecha en EE.UU., sin duda limitaría nuestro flujo de dólares comerciales (US$ 4.500 millones menos). Por otra parte, como todo importador neto (principalmente de gas), Argentina se vería beneficiado por la caída del precio internacional de las commodities energéticas.

 

Si bien tendríamos un ahorro por menores compras externas de US$ 2.400 millones, hay que tener presente que el 60% de nuestras exportaciones de energía corresponden a petróleo crudo por lo que dejaríamos de exportar alrededor de US$ 1.300 millones. Considerando ambos efectos, el ahorro energético sigue siendo positivo (US$ 1.100 millones) pero más acotado.

 

Asimismo, el actual precio del crudo compromete el flujo de inversiones en proyectos no convencionales. Si bien este factor es de más largo plazo, esta tendencia podría moderar o posponer el desembolso de capital en explotaciones no convencionales en nuestro país. Así como la apreciación del dólar incidió sobre el precio de las commodities perjudicando a los países exportadores, el retiro de estímulos monetarios generó una reversión de capitales de los países de la región sudamericana, afectando el valor de sus monedas.

 

La expectativa del inicio de subas de tasas en 2015 profundiza la tendencia de depreciación de los tipos de cambio de la región, y eleva el costo de colocar deuda en el mercado de capitales. Pese a que el costo de financiamiento para Argentina depende principalmente de factores internos a resolver (inflación, cepo, holdouts, etc.), el impacto de la suba de tasas en EE.UU. sí afecta directamente a nuestros principales socios comerciales. En particular, preocupan los problemas económicos que enfrenta nuestro principal socio comercial. Brasil apostó en los últimos años a atraer un considerable flujo de dólares financieros para contrarrestar el déficit de cuenta corriente.

 

El recorte de estímulos y eventual aumento de tasas en EE.UU., junto con el deterioro de los fundamentals de Brasil, generaron una pérdida de confianza que se tradujo en una mayor salida de capitales (lo mismo sucedió en otros países emergentes) forzando la depreciación del real. A esto se suman los problemas internos propios de la economía brasileña. La inflación continúa siendo una preocupación para el gobierno de Rousseff, lo que se agrava teniendo en cuenta la reciente depreciación del real y la eventual corrección del atraso de algunas tarifas públicas.

 

Asimismo, ante el deterioro de su balance de pagos y el creciente déficit fiscal (que compromete el *Investment Grade* de Brasil) el flamante ministro de Economía anunció un plan de ajuste que da por tierra cualquier recuperación de la actividad en 2015. A esto hay que sumarle que a comienzos de año algunos eventos/riesgos han sembrado dudas en los mercados financieros internacionales.

 

La creciente incertidumbre en relación a la permanencia de Grecia dentro de la Unión Europea genera titubeos respecto a cómo será el 2015 para gran parte del Viejo Continente. Si bien aún no hay nada dicho, mientras que no haya una postura concreta, los inversores se manejarán con cautela. También está el riesgo financiero proveniente de Rusia. Dicho país se encuentra en pleno conflicto geopolítico con Ucrania por la zona de Crimea, motivo por el cual Estados Unidos y la Unión Europea impusieron sanciones.

Dichas trabas, sumadas a la devaluación del rublo tras la fuerte caída en el precio del crudo (-70% en 2014) condujeron no solo a una aceleración en su inflación y una virtual recesión sino un mayor riesgo de default. Si bien es Rusia está lejos de la crisis de 1998, la incertidumbre respecto a su desempeño crece. Algo similar ocurre en Venezuela con la caída del precio de crudo ya que el país depende de las exportaciones petroleras para acceder a divisas (representan el 60% de los ingresos fiscales y el 97% de la oferta comercial de dólares).

 

Asimismo, la escasez de divisas potencia el riesgo de desabastecimiento de productos básicos (70% de los alimentos son importados). Todo lo dicho es relevante para nuestro país porque la elevada incertidumbre, cautela y volatilidad en los mercados internacionales, podría complicar a la Argentina a la hora de conseguir financiamiento externo (mayores tasas y menores montos otorgados). Por último, cabe mencionar que 2015 también será un año de desafíos para China, puesto que su economía se encuentra en plena desaceleración dada su transición a una matriz de crecimiento liderada por el consumo en vez de la inversión. Si bien China podría moderar su flujo de capitales al resto del mundo, dado su interés en la región y en la Argentina, en 2015 continuaríamos contando con crecientes inversiones de la segunda economía mundial.

 

Con menor viento de cola en 2015

 

La apreciación del dólar, la reversión de capitales de los países emergentes, la caída en el precio internacional de las commodities y el mayor riesgo financiero nos condicionará la economía argentina en momentos en que “vivir con lo nuestro” ya no es una opción viable. Acceder a los mercados de crédito se vuelto cada vez más necesario. En definitiva, en 2015 continuará la reversión del viento de cola que ya se viene gestando desde mediados del año pasado. De modo que, además de los problemas internos, habrá que sortear una coyuntura externa desafiante. Una vez más dependemos del financiamiento externo, en un contexto económico mundial cada vez menos auspicioso.

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