La tecnología sola no cambia el mundo

Cuatro décadas de increíble innovación en Estados Unidos no han logrado controlar ni la pobreza ni la desigualdad. No hay que seguir esperando que la tecnología resuelva los grandes problemas sociales del mundo. Son las personas y no las herramientas inteligentes, las que tienen la clave para lograr el cambio social.

25 julio, 2017

Kentaro Toyama, profesor titular de la Universidad de Michigan y del MIT es categórico cuando afirma que la tecnología no reemplaza las habilidades interpersonales. La idea la desarrolla en un libro que tituló “Geek Heresy: Rescuing Social Change from the Cult of Technology” (o La herejía de los techies: rescatando el cambio social del culto a la tecnología).
En ese libro, Toyama advierte sobre la excesiva confianza en la tecnología y explica por qué son las personas y no las herramientas inteligentes, las que tienen la clave para lograr el cambio social. 
Después de décadas de diseñar tecnologías para mejorar la educación, la salud y la pobreza en el mundo Toyama llegó a esta difícil conclusión: aunque vivamos una era de increíble tecnología, el progreso social depende de cambios humanos que los aparatos no pueden ofrecer. 
El cambio social depende de la gente porque la tecnología no reemplaza las habilidades interpersonales. 
Toyama se define como un “tecno-adicto en recuperación”, como una persona que antes creyó, como tantos otros, que la tecnología tenía la respuesta para casi todos los problemas del mundo. Ahora está tratando de difundir su teoría de que cuanta más tecnología tenemos a nuestra disposición, más habilidades humanas necesitamos, no solo para resolver problemas sino para usar bien toda esa tecnología.
Luego de obtener un doctorado en Yale en ciencias de la computación entró a trabajar en Microsoft y fue uno de los fundadores de Microsoft Research India. Trabajando allí de 2005 a 2009, descubrió que era imposible lograr el objetivo de poner una computadora en cada clase excepto en las escuelas que ya tenían administradores responsables y buenos maestros. O sea, en aquellas escuelas donde los estudiantes ya eran privilegiados. En el mundo empresarial observó algo muy parecido: la tecnología funciona mejor en organizaciones que son bien manejadas. 
En 2010, Toyama dejó Microsoft para aceptar un cargo de profesor investigador en la Universidad de California, Berkeley y comenzó a trabajar en una tesis que finalmente se convirtió en Geek Heresy. Eligió ese título, dice, porque sus ideas pueden considerarse una herejía dada la fe generalizada que se pone en los beneficios sociales de la tecnología. Él dice que detrás de nuestras laptops, teléfonos y tabletas somos incapaces de concebir alternativas a la democracia liberal y capitalista impulsada por la tecnología, entonces la declaramos (a la tecnología) la solución última para todas las cosas”. 
En esta entrevista que concedió a strategy + business habla de su investigación en lo que denomina la encrucijada entre tecnología y desarrollo humano.

-¿En qué nos estamos equivocando cuando tratamos de acceder al poder de la tecnología?
?Piense en la tecnología como el motor de un auto y en la sociedad como la conductora. En muchos casos, estamos tratando de construir un motor más y más rápido sin prestar atención al tema de si la conductora sabe adónde está yendo el auto. Esto es lo que pasa, por ejemplo, cuando aceptamos la teoría de que si usamos tecnología para comunicación global podemos crear mayor entendimiento entre la gente. 
Creer que Internet va ayudar a las sociedades autoritarias a volverse más democráticas es creer que Internet es igual en todas partes. Pero la realidad muestra que Internet es completamente diferente en sociedades autoritarias. Corea del norte, por ejemplo creó su propia Internet, aislada y desconectada del resto del mundo excepto a través de un pequeño portal al que acceden solo miembros del gobierno. Y, claro, cuando la gente usa Internet para difundir ideas, no siempre son las ideas que nos gustan en Occidente. ISIS, por ejemplo, la usa como herramienta de reclutamiento.
La tecnología misma ha perpetuado la idea de que puede resolver los problemas del mundo. Creo que es exagerar cuando Eric Schmidt (presidente y ex CEO de Google) le dice a la gente que gracias a la tecnología, ningún país puede permanecer aislado. Todos quieren creer que el trabajo que hacen es bueno para la sociedad. Pero muchos en la industria han bebido demasiado de su propio verso. La realidad es que las tecnologías poderosas trabajan en la dirección que nosotros les señalamos. Casi como si fuera una paradoja, cuanta más tecnología hay a disposición, más importante se vuelve el criterio y la sabiduría humana.

-¿Cómo usaría usted mejor la tecnología en el mundo de la empresa?
?La idea que la tecnología amplifica cualquier fuerza existente es tan válida para la empresa como para cualquier otra cosa. 
Si usted ya tiene un equipo que está colaborando bien, puede usar tecnología para ayudar a los miembros a hacer todavía mejor lo que hacen. Pero si usted tiene un grupo con rivalidades y gente que no quiere cooperar entre sí, no importa lo buena que sea la tecnología que introduzca, no va a resolver los problemas.
Si una organización está concentrada en recortar costos, la tecnología puede ayudar a ese proceso en un modo importante. Pero si usted tiene una organización en la cual reducir costos no ha sido una prioridad, agregar más tecnología no ayuda. En realidad, la mayoría de las veces eso resulta en tecnología adicional que requiere mayores presupuestos para sostenerla. Yo diría que si usted quiere recortar costos, primero pruebe con un proyecto piloto que no implique ninguna tecnología nueva. Luego, si funciona, puede introducir tecnología que le ayude mejor.
Pero supongamos que el programa piloto fracasa. Los problemas con la implementación de un nuevo programa así siempre se deben a que algo sale mal en el gerenciamiento. Podría ser, por ejemplo, que la gente no está compartiendo conocimiento. Eso puede deberse a rivalidades internas, o tal vez a que no tienen el tiempo para hablar entre sí. Claro, una compañía podría tener divisiones que están muy distantes entre sí. En ese caso la tecnología puede ayudar a facilitar la comunicación.

-¿Entonces la tecnología no reemplaza las habilidades interpersonales?
? He visto líderes tratando de resolver problemas gerenciales instalando un portal web para poner allí toda la información sobre un determinado tema. Pero en 90% de los casos hay un problema organizacional mucho más profundo. En Microsoft Research India tratamos de poner nuestros proyectos de investigación en sitios web internos con la esperanza de que algunos de esos proyectos tuvieran un impacto en los grupos de productos que estaban alojados en otros edificios. Suponíamos que los otros grupos vendrían a golpear a nuestra puerta para obtener de nosotros esa investigación.
Lo que descubrimos fue que simplemente poner la información sobre los proyectos de investigación no despertaba más interés que cuando un grupo de académicos publica su investigación en un sitio web. Con los años comenzamos a entender que para lograr éxito con las transferencias de tecnología, los investigadores tenían que establecer conexiones humanas amistosas con el grupo de gerentes de producto. No importa tanto la tecnología sino entender los objetivos de unos y otros e inspirar confianza mutua. Este tipo de entendimiento surge solo a través de la interacción humana constante.

-¿El avance de la tecnología está creando la necesidad de nuevas habilidades humanas?
?Sí. Un ejemplo es que en el futuro vamos a necesitar estar más conscientes de los desafíos de analizar big data de una forma que tenga sentido. Creo que se instaló la ilusión de que big data simplifica la toma de decisiones. El peligro es que a medida que tengamos cada vez más big data podamos justificar cualquier cosa como verdadera, simplemente porque parece haber muchos datos que la confirman.
Como ahora tenemos más números que nunca necesitamos un criterio subjetivo más fino sobre lo que significan esos números. Es lo que tradicionalmente llamaríamos pensamiento crítico, con una cierta cantidad de escepticismo saludable. Ya hay un enorme aumento en el número de empleos con títulos como cientista de datos, analista de datos y demás. Y también hay programas de Master en ciencia de datos. Eso va a aumentar en el futuro.

-¿Cree usted que valdría la pena que las corporaciones hagan ayuno de tecnología?
?Podría ser un experimento interesante tratar de preguntar a todos los que no necesitan tecnología para lograr sus propósitos que pasen un día sin tecnología. Creo que la gente aprendería por lo menos que es posible hacer negocios sin tecnología. Y descubrirían que el ayuno tecnológico tiene algunas ventajas, como la de más interacción cara a cara. En última instancia lo que todos debemos hacer es encontrar el uso óptimo para la tecnología, no eliminarla pero tampoco suponer que puede reemplazar las habilidades humanas.

 

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