El árbol y el bosque

El Gobierno controla el precio del dólar, aunque el temor a la inflación persiste. En tanto, la larga negociación con el FMI continúa, aunque con objetivos que parecen haber cambiado y ya se tornan peligrosos, hasta para el corto plazo.

13 abril, 2002

Aunque no lo parezca y como también sucede con las paralelas, hay un punto en el cual la Argentina e Indonesia se juntan. No en sus costumbres ni el la idiosincrasia de sus pueblos. Pero lo que no pudo la Historia o la naturaleza, lo logró el poderoso y a la vez vapuleado (por varios economistas) FMI.

Y lo consiguió con la sinuosa negociación que la entidad de crédito hizo con ambos países. Se afirma que habrá un acuerdo con la Argentina, pero que no será el que el Gobierno esperaba con optimismo: más bien será mezquino y pleno en exigencias, según la línea tomada luego de la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca.

Aunque es justo decir que también es probable que de su mano ingresen reservas adicionales al Banco Central, debido a los créditos del Banco Mundial y el BID.
Pero hoy por hoy, el Gobierno y el FMI observan el árbol y pierden el bosque.
No se debate cuál debe ser el modelo de país que tiene que seguir la Argentina, aquel remanido “programa de crecimiento sustentable (o sostenible)”, tan meneado por el riguroso titular del Tesoro estadounidense Paul O´Neil. Y si no se vislumbra cómo recuperará el país una trayectoria de crecimiento, es probable que los mismos problemas de corto plazo se tornen ingobernables.

Y aquí comienzan a ganar espacio las exportaciones. En el nivel actual de endeudamiento, aún cuando en la negociación con los acreedores haya quitas, la Argentina no reanimará su economía si no se imprime a las ventas al exterior una enérgica y rápida dinámica.

Es que no basta un tipo de cambio real alto, como el actual. Falta que los nuevos precios relativos sean estables, a diferencia de lo que ocurrió durante la década del ´80, cuando a pesar de la moneda depreciada las exportaciones no crecieron. Y vale aclarar que la dinámica exportadora es la idea madre. A su alrededor, habrá que resolver el resto: la organización del Estado, la relación de la Nación con las provincias, la reconstrucción del sistema financiero y la estructura tributaria.

Las victorias parciales

Por otra parte, así como marzo no fue el mes en que la hiperinflación volvía a hacerse carne en la piel de los argentinos, los primeros días de abril tampoco aseguraron la estabilidad o la apreciación del peso.

Sin embargo, lo que sucede no es tan difícil de entender: si bien la demanda de pesos es baja, las regulaciones gubernamentales, en algunos casos, todavía tienen su eficacia. Más allá de algunos desencuentros con el Palacio de Hacienda, el Banco Central acertó después de tantos errores con sus resoluciones y las instituciones financieras y los exportadores tuvieron que liquidar dólares.

El arribo de divisas tiene tres consecuencias posibles: el fortalecimiento de la moneda nacional, la adquisición de reservas por parte del Banco Central o una combinación de ambas. En una guerra que será larga y cuyo desenlace es impredecible, las autoridades se adjudicaron una victoria.

Pero no será fácil que estos triunfos vuelvan a repetirse. En el plano monetario, habrá que lidiar con los factores expansivos del corralito. En marzo, los depósitos privados cayeron a razón de $ 145 millones. En febrero la caída fue de $ 159 millones. Las reservas internacionales desaparecieron a razón de US$ 58 millones por día, cuando en febrero crecían en US$ 9 millones diarios.

A su vez, la circulación monetaria y la asistencia del Central a las entidades financieras aumentaron a casi $ 60 millones por día, contra $103 millones en la circulación y $ 100 millones la asistencia del Banco Central en febrero.

Esta es la estrategia con la cual algunos analistas no están de acuerdo. Afirman que hay que liberar el corralito transaccional aún cuando eso cueste una dura caída monetaria.

Estas opiniones tienen su peso, ya que provienen de algunos funcionarios del FMI, que claman por un sinceramiento monetario. Pero, en virtud del terror al la hiperinflación, en el Gobierno esta idea no ha sido bien recibida.

Paso a paso…con errores

Remes está convencido que evitar la liberación del corralito transaccional es parte de una convicción más grande, basada en una postura: no incurrir en audacias y mantenerse dentro de los límites de un paquete mínimo y gradualista hasta restablecer la normalidad.

Enfrenta dos riesgos conocidos: el de fracasar en el intento de consolidar las cuentas fiscales y el de que las presiones indexatorias se tornen incontenibles.

En lo fiscal, el gabinete económico acaba de cometer el error que HOJA DE RUTA había anticipado: ha limitado el incremento de las retenciones a granos, aceites y harinas, dejando afuera muchas manufacturas de origen agropecuario y la totalidad de las manufacturas de origen industrial. Y es fácil percibir el conflicto político que puede producir la decisión en los organismos representativos. Además de quitar recursos fiscales, el problemas se agravará si los gobernadores quieren renegociar, si es que la caída de la recaudación apremia, su postura en el Pacto Fiscal para que este impuesto sea coparticipable.

La cifra

Omnipresente. Ese es el calificativo que la inflación parece merecer en las inquietudes del Gobierno. En marzo fue de 4%. Y para abril no se espera menos de 3%, según el arrastre estadístico.

Esto significa que, al comenzar mayo y sin acuerdo con el FMI, los argentinos estarán nuevamente frente a 13 % de inflación. Tanto como los recortes nominales que en su momento se llevaron a cabo sobre los salarios públicos y las jubilaciones. Casi una maldición. ¿Qué sucederá con este nivel de suba de precios en cuanto a la reacción general? No es posible saberlo aún. Pero con esa cifra en mayo, puede estimarse que el total anual se acercará a 50 %. Y a esto contribuirán los precios de los servicios.

Pero el FMI ya tomó una posición: el Gobierno debe evitar un escenario de inflación reprimida. Esto es, permitir el incremento de las tarifas. Y vale aclara que la actitud del organismo no se relaciona con la protección de los servicios privatizados. Según distintas fuentes, la postura sería la misma en caso de poder retrotraerse en el tiempo y referirse a Entel, Segba, Gas del Estado, Obras Sanitarias y las otras estatales que se llevaron los furiosamente privatizadores años ´90.

Aunque no lo parezca y como también sucede con las paralelas, hay un punto en el cual la Argentina e Indonesia se juntan. No en sus costumbres ni el la idiosincrasia de sus pueblos. Pero lo que no pudo la Historia o la naturaleza, lo logró el poderoso y a la vez vapuleado (por varios economistas) FMI.

Y lo consiguió con la sinuosa negociación que la entidad de crédito hizo con ambos países. Se afirma que habrá un acuerdo con la Argentina, pero que no será el que el Gobierno esperaba con optimismo: más bien será mezquino y pleno en exigencias, según la línea tomada luego de la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca.

Aunque es justo decir que también es probable que de su mano ingresen reservas adicionales al Banco Central, debido a los créditos del Banco Mundial y el BID.
Pero hoy por hoy, el Gobierno y el FMI observan el árbol y pierden el bosque.
No se debate cuál debe ser el modelo de país que tiene que seguir la Argentina, aquel remanido “programa de crecimiento sustentable (o sostenible)”, tan meneado por el riguroso titular del Tesoro estadounidense Paul O´Neil. Y si no se vislumbra cómo recuperará el país una trayectoria de crecimiento, es probable que los mismos problemas de corto plazo se tornen ingobernables.

Y aquí comienzan a ganar espacio las exportaciones. En el nivel actual de endeudamiento, aún cuando en la negociación con los acreedores haya quitas, la Argentina no reanimará su economía si no se imprime a las ventas al exterior una enérgica y rápida dinámica.

Es que no basta un tipo de cambio real alto, como el actual. Falta que los nuevos precios relativos sean estables, a diferencia de lo que ocurrió durante la década del ´80, cuando a pesar de la moneda depreciada las exportaciones no crecieron. Y vale aclarar que la dinámica exportadora es la idea madre. A su alrededor, habrá que resolver el resto: la organización del Estado, la relación de la Nación con las provincias, la reconstrucción del sistema financiero y la estructura tributaria.

Las victorias parciales

Por otra parte, así como marzo no fue el mes en que la hiperinflación volvía a hacerse carne en la piel de los argentinos, los primeros días de abril tampoco aseguraron la estabilidad o la apreciación del peso.

Sin embargo, lo que sucede no es tan difícil de entender: si bien la demanda de pesos es baja, las regulaciones gubernamentales, en algunos casos, todavía tienen su eficacia. Más allá de algunos desencuentros con el Palacio de Hacienda, el Banco Central acertó después de tantos errores con sus resoluciones y las instituciones financieras y los exportadores tuvieron que liquidar dólares.

El arribo de divisas tiene tres consecuencias posibles: el fortalecimiento de la moneda nacional, la adquisición de reservas por parte del Banco Central o una combinación de ambas. En una guerra que será larga y cuyo desenlace es impredecible, las autoridades se adjudicaron una victoria.

Pero no será fácil que estos triunfos vuelvan a repetirse. En el plano monetario, habrá que lidiar con los factores expansivos del corralito. En marzo, los depósitos privados cayeron a razón de $ 145 millones. En febrero la caída fue de $ 159 millones. Las reservas internacionales desaparecieron a razón de US$ 58 millones por día, cuando en febrero crecían en US$ 9 millones diarios.

A su vez, la circulación monetaria y la asistencia del Central a las entidades financieras aumentaron a casi $ 60 millones por día, contra $103 millones en la circulación y $ 100 millones la asistencia del Banco Central en febrero.

Esta es la estrategia con la cual algunos analistas no están de acuerdo. Afirman que hay que liberar el corralito transaccional aún cuando eso cueste una dura caída monetaria.

Estas opiniones tienen su peso, ya que provienen de algunos funcionarios del FMI, que claman por un sinceramiento monetario. Pero, en virtud del terror al la hiperinflación, en el Gobierno esta idea no ha sido bien recibida.

Paso a paso…con errores

Remes está convencido que evitar la liberación del corralito transaccional es parte de una convicción más grande, basada en una postura: no incurrir en audacias y mantenerse dentro de los límites de un paquete mínimo y gradualista hasta restablecer la normalidad.

Enfrenta dos riesgos conocidos: el de fracasar en el intento de consolidar las cuentas fiscales y el de que las presiones indexatorias se tornen incontenibles.

En lo fiscal, el gabinete económico acaba de cometer el error que HOJA DE RUTA había anticipado: ha limitado el incremento de las retenciones a granos, aceites y harinas, dejando afuera muchas manufacturas de origen agropecuario y la totalidad de las manufacturas de origen industrial. Y es fácil percibir el conflicto político que puede producir la decisión en los organismos representativos. Además de quitar recursos fiscales, el problemas se agravará si los gobernadores quieren renegociar, si es que la caída de la recaudación apremia, su postura en el Pacto Fiscal para que este impuesto sea coparticipable.

La cifra

Omnipresente. Ese es el calificativo que la inflación parece merecer en las inquietudes del Gobierno. En marzo fue de 4%. Y para abril no se espera menos de 3%, según el arrastre estadístico.

Esto significa que, al comenzar mayo y sin acuerdo con el FMI, los argentinos estarán nuevamente frente a 13 % de inflación. Tanto como los recortes nominales que en su momento se llevaron a cabo sobre los salarios públicos y las jubilaciones. Casi una maldición. ¿Qué sucederá con este nivel de suba de precios en cuanto a la reacción general? No es posible saberlo aún. Pero con esa cifra en mayo, puede estimarse que el total anual se acercará a 50 %. Y a esto contribuirán los precios de los servicios.

Pero el FMI ya tomó una posición: el Gobierno debe evitar un escenario de inflación reprimida. Esto es, permitir el incremento de las tarifas. Y vale aclara que la actitud del organismo no se relaciona con la protección de los servicios privatizados. Según distintas fuentes, la postura sería la misma en caso de poder retrotraerse en el tiempo y referirse a Entel, Segba, Gas del Estado, Obras Sanitarias y las otras estatales que se llevaron los furiosamente privatizadores años ´90.

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