Las telcos no están muertas

Contrariamente a lo que se cree, las “telcos” no están condenadas a morir. Pertenecen a una industria en transición. Es cierto que corre grandes riesgos, pero también lo es que en momentos de caos y cambio como éste, las oportunidades son enormes.

24 abril, 2002

Pero las transiciones nunca son limpias ni prolijas. Son ruidosas, desordenadas, caras y confusas. Los inversores están confundidos con todos los giros de corto plazo y las tendencias de largo plazo de esta industria tan cambiante. Y una mente confundida casi siempre dice “no”. Yo creo que eso es lo que está ocurriendo con las acciones de las telcos.

Los inversores no saben cómo se va a ver el panorama de las telecomunicaciones cuando se asiente el polvo, y por eso no saben dónde poner su dinero. Eso es comprensible, aunque, aun en este confuso mercado, algunas apuestas parecen ser más lógicas que otras.
Después de todo, los proveedores de servicios inalámbricos de corta y larga distancia, con millones de clientes y miles de millones de ingresos, tienen un cash flow sólido y poderoso y no se van a retirar.

Lamentablemente, esta transición tomará muchos años antes de definirse, de modo que tenemos que confiar en que los inversores se vayan acomodando al nuevo orden mundial de las telecomunicaciones.

Todas las partes de la industria están en transición. Cambios en tecnología, regulación y competencia están alimentando esta transición… de voz a datos, de análogo a digital, de alámbrico a inalámbrico, de banda angosta a banda ancha, de servicios simples a paquetes, por minuto a ilimitado, de cobre a fibra, y así siguiendo.

Los negocios telefónicos de corta y larga distancia se fundirán en una sola industria toda-distancia. Será como con nuestros teléfonos celulares, donde no importa desde dónde llamamos, un minuto es un minuto. Claro que a lo mejor ni siquiera vamos a pagar por minuto. Podríamos pagar con una tarifa plana por una llamada ilimitada, como el nuevo plan Unlimited de AT&T o el nuevo plan Neighborhood de MCI.

A medida que nos acercamos a un mundo de banda ancha, la simple voz será la parte más pequeña de los servicios que obtenemos de nuestra compañía de telecomunicaciones.

La próxima ola de consolidación cambiará el panorama de las telecomunicaciones en los próximos años. Las compañías de corta y larga distancia comenzarán a fusionarse. Y también lo harán las empresas inalámbricas, de cable y de Internet. Muchas de las empresas más pequeñas tampoco se van a retirar. La red de activos y de trabajadores que sigue en su puesto. Esas pequeñas compañías podrán ser manejadas, bien por el mismo tipo de management una vez aligerada la carga de la deuda después de la quiebra o de lo contrario pueden ser tragadas por competidores con más capital. Para estos últimos, los que tienen dinero contante para pagar, la oportunidades de comprar por poca plata serán únicas.

¿Cuáles serán las empresas que sobrevivan? ¿Qué marcas seguirán entre nosotros? Eso depende de quién se fusione con quién y quién compre a quién. Esos son capítulos que todavía no se han escrito, de modo que nadie lo sabe. Probablemente todas las empresas estén hablando con todas las demás, auscultándose unas a otras y tratando de encontrar el complemento adecuado.

Es como un baile de solas y solos, donde todos se mezclan entre la muchedumbre tratando de averiguar con quién quieren bailar, antes de decidir a quién quieren llevar a casa para presentar a mamá y papá.

Entonces, las telecomunicaciones no están condenadas. Van a sobrevivir, y – ciertamente – van a prosperar.
Después de todo, no vamos a volver a las palomas mensajeras ni a las señales de humo. Tampoco vamos a abandonar nuestros teléfonos celulares, el e-mail, ni las redes de datos ni el audio y el video que corren libremente por la Internet. Vamos hacia delante en una marcha implacable hacia el futuro.

Algunas de las mismas empresas que hoy ven por el piso el precio de sus acciones, serán monstruos florecientes mañana. De manera que la noticia no es todo negativa.

Si algunas de estas empresas va a florecer, ¿no deberían ser consideradas hoy como una buena oportunidad de compra?

De modo que es el inversor el que tiene que ponerse al frente. El inversor tiene que comprender que la industria de las telcos están en transición y seguirá en transición durante algunos años más; tiene que entender que la vieja vara para medir el éxito ya no se puede usar más; tiene que comprender que las empresas se verán de otra manera y también la industria; tiene que entender que está cambiando todo lo que creíamos saber sobre cómo hacer dinero y cómo cobrar a los clientes; tienen que entender , también, que están cambiando todos los modelos financieros.

Pero el inversor también tiene que entender que nada de malo tiene todo este cambio. Porque debajo de esta aguas agitadas se ocultan oportunidades insospechadas.

No hay mal que por bien no venga. Y esto incluye al mal que aqueja hoy a las empresas de telecomunicaciones. Con seguridad, mucha gente ha perdido mucho dinero. Yo también. Ésa es la triste realidad. Pero al ir hacia delante no podemos cegarnos por el dolor. Debemos mantener el ojo abierto a la perspectiva histórica del largo plazo, y comprender que debe cambiar la forma en que medimos el éxito y valoramos a las empresas. De lo contrario iríamos a la zaga de esta industria en transición.

Las empresas que sobrevivan van a florecer, y todas van a necesitar equipos e instalaciones durante los próximos 10 a 20 años.

La mala noticia es que nadie sabe exactamente cuánto tiempo va a durar esta depresión y cuándo van a mejorar las cosas. La buena noticia es que eso va a ocurrir.

Porque si no es así, vamos a tener que adiestrar otra vez a las palomas mensajeras y refrescar nuestras nociones de señales de humo.
Jeff Kagan
Newsbytes

Pero las transiciones nunca son limpias ni prolijas. Son ruidosas, desordenadas, caras y confusas. Los inversores están confundidos con todos los giros de corto plazo y las tendencias de largo plazo de esta industria tan cambiante. Y una mente confundida casi siempre dice “no”. Yo creo que eso es lo que está ocurriendo con las acciones de las telcos.

Los inversores no saben cómo se va a ver el panorama de las telecomunicaciones cuando se asiente el polvo, y por eso no saben dónde poner su dinero. Eso es comprensible, aunque, aun en este confuso mercado, algunas apuestas parecen ser más lógicas que otras.
Después de todo, los proveedores de servicios inalámbricos de corta y larga distancia, con millones de clientes y miles de millones de ingresos, tienen un cash flow sólido y poderoso y no se van a retirar.

Lamentablemente, esta transición tomará muchos años antes de definirse, de modo que tenemos que confiar en que los inversores se vayan acomodando al nuevo orden mundial de las telecomunicaciones.

Todas las partes de la industria están en transición. Cambios en tecnología, regulación y competencia están alimentando esta transición… de voz a datos, de análogo a digital, de alámbrico a inalámbrico, de banda angosta a banda ancha, de servicios simples a paquetes, por minuto a ilimitado, de cobre a fibra, y así siguiendo.

Los negocios telefónicos de corta y larga distancia se fundirán en una sola industria toda-distancia. Será como con nuestros teléfonos celulares, donde no importa desde dónde llamamos, un minuto es un minuto. Claro que a lo mejor ni siquiera vamos a pagar por minuto. Podríamos pagar con una tarifa plana por una llamada ilimitada, como el nuevo plan Unlimited de AT&T o el nuevo plan Neighborhood de MCI.

A medida que nos acercamos a un mundo de banda ancha, la simple voz será la parte más pequeña de los servicios que obtenemos de nuestra compañía de telecomunicaciones.

La próxima ola de consolidación cambiará el panorama de las telecomunicaciones en los próximos años. Las compañías de corta y larga distancia comenzarán a fusionarse. Y también lo harán las empresas inalámbricas, de cable y de Internet. Muchas de las empresas más pequeñas tampoco se van a retirar. La red de activos y de trabajadores que sigue en su puesto. Esas pequeñas compañías podrán ser manejadas, bien por el mismo tipo de management una vez aligerada la carga de la deuda después de la quiebra o de lo contrario pueden ser tragadas por competidores con más capital. Para estos últimos, los que tienen dinero contante para pagar, la oportunidades de comprar por poca plata serán únicas.

¿Cuáles serán las empresas que sobrevivan? ¿Qué marcas seguirán entre nosotros? Eso depende de quién se fusione con quién y quién compre a quién. Esos son capítulos que todavía no se han escrito, de modo que nadie lo sabe. Probablemente todas las empresas estén hablando con todas las demás, auscultándose unas a otras y tratando de encontrar el complemento adecuado.

Es como un baile de solas y solos, donde todos se mezclan entre la muchedumbre tratando de averiguar con quién quieren bailar, antes de decidir a quién quieren llevar a casa para presentar a mamá y papá.

Entonces, las telecomunicaciones no están condenadas. Van a sobrevivir, y – ciertamente – van a prosperar.
Después de todo, no vamos a volver a las palomas mensajeras ni a las señales de humo. Tampoco vamos a abandonar nuestros teléfonos celulares, el e-mail, ni las redes de datos ni el audio y el video que corren libremente por la Internet. Vamos hacia delante en una marcha implacable hacia el futuro.

Algunas de las mismas empresas que hoy ven por el piso el precio de sus acciones, serán monstruos florecientes mañana. De manera que la noticia no es todo negativa.

Si algunas de estas empresas va a florecer, ¿no deberían ser consideradas hoy como una buena oportunidad de compra?

De modo que es el inversor el que tiene que ponerse al frente. El inversor tiene que comprender que la industria de las telcos están en transición y seguirá en transición durante algunos años más; tiene que entender que la vieja vara para medir el éxito ya no se puede usar más; tiene que comprender que las empresas se verán de otra manera y también la industria; tiene que entender que está cambiando todo lo que creíamos saber sobre cómo hacer dinero y cómo cobrar a los clientes; tienen que entender , también, que están cambiando todos los modelos financieros.

Pero el inversor también tiene que entender que nada de malo tiene todo este cambio. Porque debajo de esta aguas agitadas se ocultan oportunidades insospechadas.

No hay mal que por bien no venga. Y esto incluye al mal que aqueja hoy a las empresas de telecomunicaciones. Con seguridad, mucha gente ha perdido mucho dinero. Yo también. Ésa es la triste realidad. Pero al ir hacia delante no podemos cegarnos por el dolor. Debemos mantener el ojo abierto a la perspectiva histórica del largo plazo, y comprender que debe cambiar la forma en que medimos el éxito y valoramos a las empresas. De lo contrario iríamos a la zaga de esta industria en transición.

Las empresas que sobrevivan van a florecer, y todas van a necesitar equipos e instalaciones durante los próximos 10 a 20 años.

La mala noticia es que nadie sabe exactamente cuánto tiempo va a durar esta depresión y cuándo van a mejorar las cosas. La buena noticia es que eso va a ocurrir.

Porque si no es así, vamos a tener que adiestrar otra vez a las palomas mensajeras y refrescar nuestras nociones de señales de humo.
Jeff Kagan
Newsbytes

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