Instan a participar del debate ecológico

La ONU y varias organizaciones no gubernamentales propusieron en un documento la integración de los países en vías de desarrollo a las discusiones sobre medio ambiente.

5 mayo, 2001

(EFE).- Los países en vías de desarrollo deberían participar más activamente en el actual debate entre libre comercio y defensa del medio ambiente porque quedarse fuera sólo puede perjudicarlos, ya que son la parte más débil.

Así lo señalan varios expertos en un libro titulado El papel de la Organización Mundial del Comercio en la Gobernabilidad Global, editado por la Universidad de la ONU y presentado en Ginebra.

En su contribución, el director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Claude Martin, denuncia que desde 1970 se ha destruido 30% de la riqueza natural del planeta debido al efecto invernadero, la deforestación, la erosión del suelo y los excesos pesqueros.

Martin aboga por un nuevo tipo de prácticas comerciales que tengan en cuenta los intereses y las preocupaciones reales de los países en vías de desarrollo, dado que la mayoría de los pobres del planeta dependen directamente de recursos medioambientales como el agua, el suelo y los bosques.

El director general del WWF afirma la necesidad de llevar a cabo estudios que midan a un tiempo los efectos económicos, sociales y ecológicos de los acuerdos de comercio, para que sean tenidos en cuenta en la negociación de los nuevos acuerdos.

Martin denuncia, entre otras cosas, la hipertrofia de las flotas pesqueras y señala que la capacidad de captura de ese sector es actualmente dos veces y media superior a lo aceptable desde el punto de vista de la explotación sostenible de esos recursos marinos.

“Una serie de países con flotas que pescan en aguas distantes han creado todo tipo de subsidios para sus industrias”, lo que contribuye a esquilmar los bancos de pesca, afirma el experto, según el cual si se eliminasen esos multimillonarios subsidios se facilitaría el acceso al mercado pesquero de los países en desarrollo y se reduciría la actual presión ecológica.

La Organización Mundial del Comercio, dice Martin, debería centrar sus esfuerzos en liberalizar el comercio de productos fabricados con métodos compatibles con el medio ambiente.

Diversos estudios realizados últimamente demuestran que las exportaciones de productos o servicios ecológicamente compatibles desde el punto de vista de la producción y el consumo –agricultura orgánica, turismo ecológico– encuentran cada vez más clientes.

Según Martin, el problema más grave para la OMC desde el punto de vista de su legitimidad es que su agenda la marcan un pequeño grupo de países muy poderosos, que “defienden sus propios intereses, de forma que las naciones africanas, latinoamericanas o caribeñas tienen la sensación de que no se las escucha”.

Buena parte de las críticas que se hacen en el mundo rico a la liberalización del comercio, de las que se nutren los movimientos antiglobalización, dicen que la OMC sólo se preocupa del comercio sin que le importen la salud, la seguridad o el medio ambiente.

Los países del Tercer Mundo, argumentan, deberían hacer oír su voz en el debate ecológico para tratar de influir en su agenda en lugar de quedarse fuera y recurrir al mecanismo de solución de diferencias de la OMC.

(EFE).- Los países en vías de desarrollo deberían participar más activamente en el actual debate entre libre comercio y defensa del medio ambiente porque quedarse fuera sólo puede perjudicarlos, ya que son la parte más débil.

Así lo señalan varios expertos en un libro titulado El papel de la Organización Mundial del Comercio en la Gobernabilidad Global, editado por la Universidad de la ONU y presentado en Ginebra.

En su contribución, el director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Claude Martin, denuncia que desde 1970 se ha destruido 30% de la riqueza natural del planeta debido al efecto invernadero, la deforestación, la erosión del suelo y los excesos pesqueros.

Martin aboga por un nuevo tipo de prácticas comerciales que tengan en cuenta los intereses y las preocupaciones reales de los países en vías de desarrollo, dado que la mayoría de los pobres del planeta dependen directamente de recursos medioambientales como el agua, el suelo y los bosques.

El director general del WWF afirma la necesidad de llevar a cabo estudios que midan a un tiempo los efectos económicos, sociales y ecológicos de los acuerdos de comercio, para que sean tenidos en cuenta en la negociación de los nuevos acuerdos.

Martin denuncia, entre otras cosas, la hipertrofia de las flotas pesqueras y señala que la capacidad de captura de ese sector es actualmente dos veces y media superior a lo aceptable desde el punto de vista de la explotación sostenible de esos recursos marinos.

“Una serie de países con flotas que pescan en aguas distantes han creado todo tipo de subsidios para sus industrias”, lo que contribuye a esquilmar los bancos de pesca, afirma el experto, según el cual si se eliminasen esos multimillonarios subsidios se facilitaría el acceso al mercado pesquero de los países en desarrollo y se reduciría la actual presión ecológica.

La Organización Mundial del Comercio, dice Martin, debería centrar sus esfuerzos en liberalizar el comercio de productos fabricados con métodos compatibles con el medio ambiente.

Diversos estudios realizados últimamente demuestran que las exportaciones de productos o servicios ecológicamente compatibles desde el punto de vista de la producción y el consumo –agricultura orgánica, turismo ecológico– encuentran cada vez más clientes.

Según Martin, el problema más grave para la OMC desde el punto de vista de su legitimidad es que su agenda la marcan un pequeño grupo de países muy poderosos, que “defienden sus propios intereses, de forma que las naciones africanas, latinoamericanas o caribeñas tienen la sensación de que no se las escucha”.

Buena parte de las críticas que se hacen en el mundo rico a la liberalización del comercio, de las que se nutren los movimientos antiglobalización, dicen que la OMC sólo se preocupa del comercio sin que le importen la salud, la seguridad o el medio ambiente.

Los países del Tercer Mundo, argumentan, deberían hacer oír su voz en el debate ecológico para tratar de influir en su agenda en lugar de quedarse fuera y recurrir al mecanismo de solución de diferencias de la OMC.

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