En la vanguardia tecnológica, el optimismo es historia

Por primera vez, quienes tenían fe casi religiosa en el constante progreso técnico, se preguntan si hoy la vanguardia va convirtiéndose en un área madura, de menor crecimiento. Especialmente en Silicon Valley y alrededores.

1 noviembre, 2002

Cada día más ejecutivos se animan a decir que los tiempos de auge,
expansión mensurable en dos dígitos y puntocom se han ido, quizá
para siempre. "Muchos aún no admiten que el sector tecnológico
tiende hacia ritmos de avance decrecientes", sostiene Ann Livermore, vicepresidente
de servicios en Hewlett-Packard.

Otros expertos lo ven desde un ángulo inverso. La crisis económica
y financiara de la industria -afirman- no deriva de la madurez, sino de los efectos
de la ley de Moore: cada 18 meses se dobla la capacidad de procesamiento.
Esto hizo que la prodigiosa expansión en telecomunicaciones, por ejemplo,
no guardase relación con la depreciación y la obsolescencia de los
sistemas.

Sean cuales fueren las causas, en general los especialistas son duros en sus pronósticos
para un sector que, hasta el año pasado, se veía como salvador de
la economía estadounidense (y británica y francesa y alemana). "La
industria tecnológica corre peligro de asemejarse a Japón: en la
lona y por largo rato", teme Robert Glaser, CEO de RealNetworks (software
multimedios). "Esta perspectiva amenaza la primacía de EE.UU. como
potencia económica".

El nuevo pesimismo contrasta nítidamente con las ideas prevalecientes entre
"tecnoejecutivos" hasta principios de 2001, cuando existía consenso
en que la recesión era una V. O sea, el brusco declive de abril 2000 a
algún momento de 2002 sería seguido de un brusco repunte. No ocurrió
-tampoco en la economía física- y, en la actualidad, "hablamos
en términos de años, no ya meses, cuando se trata de reactivación",
confiesa Eric Schmidt. Su opinión pesa, porque es CEO de Google,
una de las poquísimas luminarias subsistentes en el firmamento de Silicon
Valley
.

En forma tangencial, la necesidad de salvar negocios está generando interés
en la tecnología de uso militar. David Readerman, director de estrategia
bursátil en Thomas Weisel Partners (un fondo inversor de San Francisco),
subraya: "No se divisan perspectivas de crecimiento en el campo tecnológico
puro. Entonces, echamos redes en el sector defensa".

Sin embargo, hay franjas proclives al disenso. Así, Hollywood se ha lanzado
a criticar al sector tecno por su presunta falta de entusiasmo en materia de derechos
de propiedad intelectual o artística en el mundo digital (claro: Napster
y similares son la piedra de toque). Por su parte, varias firmas tecno destacan
la mala disposición de Hollywood a explorar nuevos modelos de negocios
como clave de su propio estancamiento.

"Ocurre como en el cine. A falta de creatividad e imaginación se rehacen
películas por segunda o tercera vez. Pero -reflexiona Peter Schwartz, CEO
de la consultora Global Business Network-, realmente, estamos en un callejón
sin salida. Las empresas bien afincadas defienden ferozmente sus posiciones y,
así, estamos empantanados en banda ancha, televisión digital, distribución
de contenidos, III generación inalámbrica y otras franjas".

Cada día más ejecutivos se animan a decir que los tiempos de auge,
expansión mensurable en dos dígitos y puntocom se han ido, quizá
para siempre. "Muchos aún no admiten que el sector tecnológico
tiende hacia ritmos de avance decrecientes", sostiene Ann Livermore, vicepresidente
de servicios en Hewlett-Packard.

Otros expertos lo ven desde un ángulo inverso. La crisis económica
y financiara de la industria -afirman- no deriva de la madurez, sino de los efectos
de la ley de Moore: cada 18 meses se dobla la capacidad de procesamiento.
Esto hizo que la prodigiosa expansión en telecomunicaciones, por ejemplo,
no guardase relación con la depreciación y la obsolescencia de los
sistemas.

Sean cuales fueren las causas, en general los especialistas son duros en sus pronósticos
para un sector que, hasta el año pasado, se veía como salvador de
la economía estadounidense (y británica y francesa y alemana). "La
industria tecnológica corre peligro de asemejarse a Japón: en la
lona y por largo rato", teme Robert Glaser, CEO de RealNetworks (software
multimedios). "Esta perspectiva amenaza la primacía de EE.UU. como
potencia económica".

El nuevo pesimismo contrasta nítidamente con las ideas prevalecientes entre
"tecnoejecutivos" hasta principios de 2001, cuando existía consenso
en que la recesión era una V. O sea, el brusco declive de abril 2000 a
algún momento de 2002 sería seguido de un brusco repunte. No ocurrió
-tampoco en la economía física- y, en la actualidad, "hablamos
en términos de años, no ya meses, cuando se trata de reactivación",
confiesa Eric Schmidt. Su opinión pesa, porque es CEO de Google,
una de las poquísimas luminarias subsistentes en el firmamento de Silicon
Valley
.

En forma tangencial, la necesidad de salvar negocios está generando interés
en la tecnología de uso militar. David Readerman, director de estrategia
bursátil en Thomas Weisel Partners (un fondo inversor de San Francisco),
subraya: "No se divisan perspectivas de crecimiento en el campo tecnológico
puro. Entonces, echamos redes en el sector defensa".

Sin embargo, hay franjas proclives al disenso. Así, Hollywood se ha lanzado
a criticar al sector tecno por su presunta falta de entusiasmo en materia de derechos
de propiedad intelectual o artística en el mundo digital (claro: Napster
y similares son la piedra de toque). Por su parte, varias firmas tecno destacan
la mala disposición de Hollywood a explorar nuevos modelos de negocios
como clave de su propio estancamiento.

"Ocurre como en el cine. A falta de creatividad e imaginación se rehacen
películas por segunda o tercera vez. Pero -reflexiona Peter Schwartz, CEO
de la consultora Global Business Network-, realmente, estamos en un callejón
sin salida. Las empresas bien afincadas defienden ferozmente sus posiciones y,
así, estamos empantanados en banda ancha, televisión digital, distribución
de contenidos, III generación inalámbrica y otras franjas".

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