Silicon Valley sigue sumido en incertidumbres

“La tecnología informática continúa anémica Lleva ya más de tres de sequía financiera. Los emprendedores no ven aún la luz al final del túnel, mal que le pese a Barry Diller, William Gates o Edward Semel”.

1 octubre, 2004

Así sostiene Thomas Forenski, columnista especializado del “Financial Times” cuya visión choca con las de quienes dirigen USA Interactive, Microsoft y Yahoo!. Optimistas y pesimistas coinciden, sin embargo, en un síntoma de fondo: el flujo de inversiones de riesgo está casi agotado.

Obviamente, “ya no funciona el ciclo tradicional: financiamiento preliminar, dos inyecciones ulteriores y el ingreso a la bolsa vía oferta pública inicial (OPI)”, opina Lester Vadasz (Intel Capital, el mayor fondo de riesgo en Silicon Valley). “La innovación proseguirá, pero le tomará más tiempo emerger, porque ha desaparecido el financiamiento inicial”.

Ante este endurecimiento, sugiere nuevas estrategias; por ejemplo, “construir alianzas con grandes empresas. Éstas generan altos volúmenes de patentes y propiedad intelectual, pero a menudo no logran aprovecharlos. A su vez, no son realistas y exigen propuestas tecnológicas que generen no menos de US$ 800 millones anuales en ingresos”.

“Todo eso me recuerda a fines de 1984”, consigna Forenski. Por entonces, “Silicon Valley vivía el desinfle de la burbuja PC. Vacilaban o caían cientos de firmas dedicadas a hardware y software, fundadas pocos años antes para sacar partido de dos innovaciones (la PC de IBM y la IPO de Apple) y con la misma meta: captar 5% del mercado. El derrumbe subsiguiente presagiaba el de las puntocom, dieciséis años después. En aquel momento, la gente se preguntaba –como desde hace meses- si Silicon Valley tenía un futuro”.

La mayoría de los ejecutivos en TI afirma, junto con Craig Barrett (Intel), que habrá mejoras. “Uno es optimista ante el futuro, pero cauto respecto de mañana mismo”. Sin embargo, Wall Street ha ido generando en 2004 “miniburbujas tecnológicas” que no responden la pregunta del millón: ¿la TI sigue siendo motor de crecimiento?

El área representa, por cierto, casi 10% del producto bruto interno en Estados Unidos –y tal vez mucho más en Japón, Taiwán o Irlanda- y 60% de las inversiones empresarias en equipos y sistemas para manejar negocios.

“Desde 1960 hasta 2000, el gasto en TI –hardware, software, periféricos, servicios- subía a un rimo dos a tres superior al del PBI”, explicaba John Gantz (IDC). Esta diferencia se achicó en 2001-2, pero el experto cree que el lapso 2004-7 recobrará tasas de 6 a 7% anual. Otros son escépticos, pues las proyecciones de IDC presuponen que la economía repunte a no menos de 4% anual.

Ese optimismo se apoya en un imponderable: que las empresas sigan apelando a la TI como arma clave en la lucha por la productividad y la competividad. Eso cuestionaba Nicholas Carr, (Harvard Business Review). A cuyo juicio “la TI ha seguirá inexorablemente el camino de los ferrocarriles, el telégrafo, la electricidad y el motor de combustión interna. Es decir, se convertirá en un servicio, un componente o un insumo más”. Eso ya lo sientes empresas como Microsoft, IBM o SAP.

Al respecto, Stephen Roach (Morgan Stanley) piensa que la TI “es un simple factor de producción, en forma más moderna”. Por supuesto, el grueso de quienes conducen las grandes firmas del sector rechazan de plano esas ideas y afirman que Carr no entiende la cuestión. “La mayoría de las técnicas y tecnologías industriales se usa para fabricar, modificar o desplazar bienes tangibles –anota Gantz-, pero la TI incorpora valor agregado a productos y servicios”. Por supuesto, la gente de marketing o atención al cliente dice lo mismo de sus actividades.

Tomando el argumento de Gantz, Carr observa que “la tecnología puede mejorar productividad en una industria sin implicar, necesariamente, aumentos de ganancias o competitivas para empresas individuales”. De ahí que la TI “pueda continuar siendo innovadora y relevante, aunque deje de crecer como antes”, de acuerdo con Roger McNamee (Silver Lake Partners, una inversora de Silicon Valley). “los tiempos de aumentar dos o tres veces más rápido que el PBI ya son historia”.

Así sostiene Thomas Forenski, columnista especializado del “Financial Times” cuya visión choca con las de quienes dirigen USA Interactive, Microsoft y Yahoo!. Optimistas y pesimistas coinciden, sin embargo, en un síntoma de fondo: el flujo de inversiones de riesgo está casi agotado.

Obviamente, “ya no funciona el ciclo tradicional: financiamiento preliminar, dos inyecciones ulteriores y el ingreso a la bolsa vía oferta pública inicial (OPI)”, opina Lester Vadasz (Intel Capital, el mayor fondo de riesgo en Silicon Valley). “La innovación proseguirá, pero le tomará más tiempo emerger, porque ha desaparecido el financiamiento inicial”.

Ante este endurecimiento, sugiere nuevas estrategias; por ejemplo, “construir alianzas con grandes empresas. Éstas generan altos volúmenes de patentes y propiedad intelectual, pero a menudo no logran aprovecharlos. A su vez, no son realistas y exigen propuestas tecnológicas que generen no menos de US$ 800 millones anuales en ingresos”.

“Todo eso me recuerda a fines de 1984”, consigna Forenski. Por entonces, “Silicon Valley vivía el desinfle de la burbuja PC. Vacilaban o caían cientos de firmas dedicadas a hardware y software, fundadas pocos años antes para sacar partido de dos innovaciones (la PC de IBM y la IPO de Apple) y con la misma meta: captar 5% del mercado. El derrumbe subsiguiente presagiaba el de las puntocom, dieciséis años después. En aquel momento, la gente se preguntaba –como desde hace meses- si Silicon Valley tenía un futuro”.

La mayoría de los ejecutivos en TI afirma, junto con Craig Barrett (Intel), que habrá mejoras. “Uno es optimista ante el futuro, pero cauto respecto de mañana mismo”. Sin embargo, Wall Street ha ido generando en 2004 “miniburbujas tecnológicas” que no responden la pregunta del millón: ¿la TI sigue siendo motor de crecimiento?

El área representa, por cierto, casi 10% del producto bruto interno en Estados Unidos –y tal vez mucho más en Japón, Taiwán o Irlanda- y 60% de las inversiones empresarias en equipos y sistemas para manejar negocios.

“Desde 1960 hasta 2000, el gasto en TI –hardware, software, periféricos, servicios- subía a un rimo dos a tres superior al del PBI”, explicaba John Gantz (IDC). Esta diferencia se achicó en 2001-2, pero el experto cree que el lapso 2004-7 recobrará tasas de 6 a 7% anual. Otros son escépticos, pues las proyecciones de IDC presuponen que la economía repunte a no menos de 4% anual.

Ese optimismo se apoya en un imponderable: que las empresas sigan apelando a la TI como arma clave en la lucha por la productividad y la competividad. Eso cuestionaba Nicholas Carr, (Harvard Business Review). A cuyo juicio “la TI ha seguirá inexorablemente el camino de los ferrocarriles, el telégrafo, la electricidad y el motor de combustión interna. Es decir, se convertirá en un servicio, un componente o un insumo más”. Eso ya lo sientes empresas como Microsoft, IBM o SAP.

Al respecto, Stephen Roach (Morgan Stanley) piensa que la TI “es un simple factor de producción, en forma más moderna”. Por supuesto, el grueso de quienes conducen las grandes firmas del sector rechazan de plano esas ideas y afirman que Carr no entiende la cuestión. “La mayoría de las técnicas y tecnologías industriales se usa para fabricar, modificar o desplazar bienes tangibles –anota Gantz-, pero la TI incorpora valor agregado a productos y servicios”. Por supuesto, la gente de marketing o atención al cliente dice lo mismo de sus actividades.

Tomando el argumento de Gantz, Carr observa que “la tecnología puede mejorar productividad en una industria sin implicar, necesariamente, aumentos de ganancias o competitivas para empresas individuales”. De ahí que la TI “pueda continuar siendo innovadora y relevante, aunque deje de crecer como antes”, de acuerdo con Roger McNamee (Silver Lake Partners, una inversora de Silicon Valley). “los tiempos de aumentar dos o tres veces más rápido que el PBI ya son historia”.

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