Otra opción energética, basada en captar luz y calor solares

Aaron Boucher parece un ingeniero eléctrico como cualquiera, hasta que corre a la ventana y chequea su insumo, el sol. Cronograma operaciones para explotar al máximo sus rayos, generando un tipo de energía con futuro.

7 marzo, 2008

Al cabo de algunos años, el mundo parece preparado para otro tipo de energía solar. No ya el que emplea vastos paneles instalados en terrenos, techos de casas, galpones, etc. El trabajo de Boucher consiste en cubrir hectáreas de desierto con espejos que concentran irradiación solar en fluidos, que se calientan lo bastante para producir vapor. Éste alimenta turbinas y genera electricidad.

La tecnología no es nueva pero, de pronto, la demanda potencial le mejora economías de escala. A medida como suben los precios de combustibles fósiles y éstos acentúan el efecto invernadero, las plantas termosolares –así se llama el sistema- se convierten en una fuente renovable limpia de vasto potencial. Tras unos diez años sin actividad, dos prototipos se han instalado en Estados Unidos, con capacidad para alimentar varios hoteles en Las Vegas, Nevada (35 kilómetros al norte de donde opera Boucher). Otros diez están en fase avanzada en Arizona y California.

En días sin nubes, una docena de unidades termosolares puede generar el equivalente de hasta tres reactores nucleares. Pero cada una puede entrar el producción a los dos años contra diez o más para las usinas atómicas. Algunas de las plantas en proyecto serán capaces de acumular calor y generar electricidad horas después de caer el sol.

Fuera de EE.UU., ocho proyectos se construyen en España, Argelia y Marruecos. Otro nueves se hallan en diversas fases también en Israel, México, China, Sudáfrica y Egipto, señalaba el consultor Frederick Morse, ex funcionario en el departamento federal de enegía y combustibles.

A criterio de algunos expertos, los eriales del sudoeste norteamericano podrían generar electricidad suficiente para todo el país. Pero seguirá siendo un sueño por largo tiempo, pues requerirá una gigantesca red de transmisión física. En cuanto a precios, hoy suben el gas natural y la oposición sociopolítica a nuevas usinas basadas en carbón, que despide monóxido, un peligroso contaminante. Por otra parte, varios estados han fijado creciente cuotas para energía renovable y eso incluye plantas termosolares.

No obstante, esa electricidad es todavía cara en términos relativos, pues no baja de 15 a 20 centavos por kilovatio/hora. Extremando economías de escala, el nivel podría ceder a diez centavos. Pero las usinas térmicas que queman carbón parten de un piso de siete centavos.

Al cabo de algunos años, el mundo parece preparado para otro tipo de energía solar. No ya el que emplea vastos paneles instalados en terrenos, techos de casas, galpones, etc. El trabajo de Boucher consiste en cubrir hectáreas de desierto con espejos que concentran irradiación solar en fluidos, que se calientan lo bastante para producir vapor. Éste alimenta turbinas y genera electricidad.

La tecnología no es nueva pero, de pronto, la demanda potencial le mejora economías de escala. A medida como suben los precios de combustibles fósiles y éstos acentúan el efecto invernadero, las plantas termosolares –así se llama el sistema- se convierten en una fuente renovable limpia de vasto potencial. Tras unos diez años sin actividad, dos prototipos se han instalado en Estados Unidos, con capacidad para alimentar varios hoteles en Las Vegas, Nevada (35 kilómetros al norte de donde opera Boucher). Otros diez están en fase avanzada en Arizona y California.

En días sin nubes, una docena de unidades termosolares puede generar el equivalente de hasta tres reactores nucleares. Pero cada una puede entrar el producción a los dos años contra diez o más para las usinas atómicas. Algunas de las plantas en proyecto serán capaces de acumular calor y generar electricidad horas después de caer el sol.

Fuera de EE.UU., ocho proyectos se construyen en España, Argelia y Marruecos. Otro nueves se hallan en diversas fases también en Israel, México, China, Sudáfrica y Egipto, señalaba el consultor Frederick Morse, ex funcionario en el departamento federal de enegía y combustibles.

A criterio de algunos expertos, los eriales del sudoeste norteamericano podrían generar electricidad suficiente para todo el país. Pero seguirá siendo un sueño por largo tiempo, pues requerirá una gigantesca red de transmisión física. En cuanto a precios, hoy suben el gas natural y la oposición sociopolítica a nuevas usinas basadas en carbón, que despide monóxido, un peligroso contaminante. Por otra parte, varios estados han fijado creciente cuotas para energía renovable y eso incluye plantas termosolares.

No obstante, esa electricidad es todavía cara en términos relativos, pues no baja de 15 a 20 centavos por kilovatio/hora. Extremando economías de escala, el nivel podría ceder a diez centavos. Pero las usinas térmicas que queman carbón parten de un piso de siete centavos.

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