Nuevos estándares para la próxima Internet

Europa busca regular con mano dura mientras EE.UU, defiende una intervención suave.

9 septiembre, 2018

Comienzan a llamar a las telecomunicaciones el cuarto servicio, detrás de la electricidad, el agua y el gas. Hoy, tanto los particulares como las empresas son totalmente dependientes de una línea de conexión a Internet, sea fija o móvil.

 

Las redes de teléfonos móviles, sin embargo, son un mundo aparte con respecto a los viejos cables de electricidad y de las cañerías de agua que mantienen a los consumidores conectados a esos servicios esenciales. El equipamiento instalado en los mástiles de las telcos tiene que ser actualizado regularmente para que se mantenga al día con los hábitos que generan los smartphones. Cada generación – la G en 4G y 5G – fue mejorando incrementalmente a lo largo del ciclo tecnológico.

 

Para pasar de 2G a las primeras etapas de 5G hicieron falta menos de 20 años, lo cual creó un problema para los gobiernos y los organismos reguladores preocupados de que sus países “perdieran la carrera” de la tecnología y que los frutos económicos que cualquiera actualización pudiera traer.

 

Donde más evidente se hizo esto fue en Europa. La Comisión Europea realizó varios intentos de desregularizar el sector para crear un único mercado digital en 2016 al advertir que el dinero necesario para actualizar las redes del continente superaba sus posibilidades. Propuso una serie de medidas destinadas a interesar a las empresas a financiar varios tendidos de nueva fibra óptica y redes de 5G.

 

El mercado digital único se proponía liberar a las compañías de telecomunicaciones para que inviertan en nuevas redes en todo el continente y crear así una infraestructura unificada de comunicaciones mientras simultáneamente eliminaban barreras como la necesidad de que los grandes jugadores multinacionales como Vodafone tuvieran que negociar con cientos de reguladores nacionales.

 

Presentó un Plan de Acción 5G para alinear las políticas en todos los países del bloque económico, con propuestas para extener los ciclos de licencias y armonizar el espectro para que las grandes compañías pudieran invertir con más certeza en los mercados fragmentados. El plan estaba pensado para que Europa no quedara rezagada con respecto a Estados Unidos, China y Surcorea, que ya implementaban 5G. Pero el Parlamento europeo enmendó las propuestas para incluir nueas medidas contra los “oligopolios” en el mercado de telecomunicaciónes, para regular las llamadas internacionales y para reducir algunas de las medidas desregulatorias.

 

Los dos años de tira y afloje sobre el Código de comunicaciones electrónicas se resolvieron este año en junio y contrastó con países como estados Unidos donde los reguladores adoptaron un método de no intervención.

Ajit Pai, jefe de la Comisión federal de Comunicaciones de Estados Unidos, tomó medidas concretas para cambiar leyes de los años 30 que podían demorar las inversiones en las redes de 5G.

Europa en cambio trató de crear una política aindustrial para el sector inalámbrico, con protocolos y estándares en lugar de permitir a los mercados y a los ingenieros encontrar las soluciones adecuadas para los consumidores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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