En 30 años cambió la mesa de los argentinos

Menos carne y más pollo. Ya no está ni el sifón ni el vino común. Hoy hay gaseosas, aguas saborizadas.... y vino bueno. Los hábitos cambiaron un promedio de 86 a 68 kilos de carne por año por persona.

21 septiembre, 2010

<p>Lo que sigue es un informe especial de abeceb.com sobre c&oacute;mo evolucion&oacute; la &ldquo;mesa de los argentinos&rdquo; en los &uacute;ltimos 30 a&ntilde;os.El informe mide la din&aacute;mica del consumo de varios de los grandes rubros alimentarios que representan el com&uacute;n denominador del consumo familiar en nuestro pa&iacute;s. La nota tambi&eacute;n puede ser vista y bajada desde la p&aacute;gina Web en: <a href="http://www.abeceb.com/noticia.php?idNoticia=138867">http://www.abeceb.com/noticia.php?idNoticia=138867</a></p>
<p>Con el correr de los a&ntilde;os, los h&aacute;bitos de consumo de los individuos van cambiando. Nuevos productos se incorporan a la canasta de los hogares y otros van perdiendo protagonismo. A continuaci&oacute;n se muestra un an&aacute;lisis de c&oacute;mo vari&oacute; la mesa de los argentinos durante las &uacute;ltimas tres d&eacute;cadas, en cuatro grandes rubros.</p>
<p><strong>Bifes que son m&aacute;s chicos y pollos que vuelan alto</strong></p>
<p>El &uacute;ltimo dato disponible de consumo de carne vacuna por habitante publicado por el Instituto de Promoci&oacute;n de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) parece haber creado alarmada: tras un siglo de reinado, nuestro pa&iacute;s habr&iacute;a perdido el primer puesto en el podio de consumidores de carne bovina, quedando en segundo lugar detr&aacute;s de Uruguay. Mientras que los uruguayos consumen 58,2 kg anuales por habitante, las estad&iacute;sticas indican que en Argentina el consumo de carne bovina anual se encuentra actualmente en torno a los 57,5 kg/hab.</p>

<p>Sin embargo, si bien la situación actual de producción de carne en el país incide de modo determinante sobre esta contracción del consumo, cabe destacar que esta última caída no hace sino acelerar la tendencia que se viene dando durante los últimos treinta años. Mientras que al inicio de la década de 1980 se consumían 86,5 kg/hab. anuales, promediando los 80 kg/hab. para la década entera, hacia los años noventa esta media se había reducido en un 15%, cayendo a los 68 kg/hab. anuales. El nuevo milenio encontró a los argentinos consumiendo 4kg anuales menos que durante la década anterior, cayendo de este modo el consumo un 6%.</p><p>Frente a esta tendencia de largo plazo, resulta llamativo observar cómo en el primer semestre de 2010 la demanda de carne cayó un 16% respecto al mismo período del año 2009. El motivo de esta variación puede hallarse en la actual situación del sector ganadero argentino, que durante el 2009 se vio obligado a realizar una gran cantidad de faenas debido a la peor sequía de los últimos 50 años. Si bien esto trajo una relativa abundancia coyuntural en la oferta, estructuralmente la cantidad de hectáreas dedicadas a la cría se vino reduciendo de modo sustancial debido a la menor rentabilidad relativa del negocio ganadero frente a otros destinos para la tierra, como la soja. De este modo, tras el agotamiento de dicho stock, los precios de la carne se dispararon, llegando a registrar en lo que va del año un incremento del 57,8%.</p><p>Sin embargo, el consumo de carne bovina no es el único que ha variado en la mesa de los argentinos. Este menor consumo de cortes de vaca se correspondió parcialmente con un incremento en el de carne de origen aviar. Mientras que al comienzo de la década de 1990 un argentino consumía anualmente alrededor de 12 kg anuales de carne aviar, veinte años después este tipo de carne tiene una mayor participación en su dieta, habiendo llegado durante el año pasado a demandar 33kg por año, esto es, un incremento del 175%.</p><p><br /> </p>

<p><strong>Menos vino, pero digno de sommeliers </strong></p>
<p>Otro cambio sustancial en la dieta del argentino medio se observa en el consumo de vino. La evolución por habitante demuestra una caída a menos de la mitad desde la década de 1980, cuando se registraba una ingesta promedio de 65 litros anuales de esta bebida. Sin embargo, este cambio de hábito no fue sólo cuantitativo, sino que implica una migración en la composición del consumo de esta bebida. Este cambio cualitativo en el consumo se da por una reducción en la elección de vinos sin mención varietal, tradicionalmente presentado como vino de mesa, cediendo lugar a los vinos varietales, caracterizados por una mayor calidad. Estos últimos representan hoy en día alrededor de un 30% de las ventas totales de vino, mientras que hace apenas una década esta proporción rondaba el 14%.</p>
<p><strong>Se fue el sifón y llegaron las gaseosas y las aguas saborizadas</strong></p>
<p>Un componente que adquirió una gran relevancia con el correr de las décadas es la gaseosa. El consumo de este producto se incrementó en un 85% durante los últimos treinta años: mientras que durante los ochentas la demanda promediaba los 44 litros anuales por habitante, dicho consumo subió a los 58 litros durante la década de 1990 y aumentó en 23 litros anuales durante los últimos diez años. Cabe destacar, sin embargo, que la demanda de gaseosas se halla estrechamente vinculada a la percepción que las familias tienen de la situación económica del país, siendo uno de los primeros recortes que se efectúan en el presupuesto de los hogares ante la perspectiva de ajuste económico.<br />
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Si bien el consumo de gaseosas creció mucho en los últimos treinta años, en el último tiempo dicho mercado se encuentra relativamente estancado. Esto es comprendido por las empresas productoras, que apelaron a una estrategia de diversificación de la oferta acorde a las nuevas tendencias de consumo, colocando productos relativamente novedosos en la mesa argentina. Un claro ejemplo de esto lo constituyen las aguas envasadas, cuyo consumo demostró un gran dinamismo durante la última década, triplicando incluso el crecimiento del consumo de gaseosas, si bien su consumo en volumen es todavía mucho menor. Esta expansión en el consumo de aguas envasadas es indisociable de la tendencia reciente de explotación comercial del estilo de vida saludable, a cuyo público se dirigen principalmente las campañas de estas bebidas. A su vez, este sector diversificó la oferta significativamente, introduciendo variedades de bebidas no alcohólicas no carbonatadas, como las aguas saborizadas.</p>
<p><strong>La leche líquida tiene tránsito lento y el yogur acelera</strong></p>
<p>Los lácteos no se encuentran eximidos de esta tendencia a los cuidados personales, como dejan ver las estadísticas de consumo de yogur, que pasó de los 4 litros anuales por habitante a comienzos de la década de 1990 a más de 12 litros en 2009, según Minagri. Esto en oposición al consumo de leche: la expansión registrada durante los años 90 sufrió con el fin de la convertibilidad una disrupción que generó una contracción del consumo, pasando de los 229 litros anuales por habitante en 2001, a 182 litros en 2002. Si bien a lo largo de los años siguientes el consumo total de leche fue recomponiéndose, no se logró recuperar el nivel de consumo previo, siendo actualmente menor en 25 litros.</p>
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