Dos hijas: la receta de la felicidad

Un  estudio reveló que tener un par de hijas contribuye más a la felicidad familiar que cualquier otra combinación. Entre las razones: se pelean menos, hacen menos ruido y son una compañía más agradable.

14 enero, 2013

Un estudio demostró que, de todas las combinaciones de hijos posibles, la de dos hijas es la que más felicidad trae a las familias. Dos mujeres pelean menos, juegan mejor y son más agradables para pasar el tiempo. Además, dos niñas casi nunca le traen problemas a sus padres y casi siempre confían en sus mayores para resolver conflictos.

Sin embargo, las familias con cuatro hijas mujeres resultaron entre las más infelices. Aparentemente, tienen que soportar un promedio de cuatro peleas por día. Así lo reveló un estudio de 2.116 padres de hijos de menos de 16 años. Resulta más difícil para las familias grandes mantener la paz todos los días.

El secreto está en la cantidad. Aunque dos es perfecto, cuatro ya es demasiado. Cuando hay más varones, los problemas no son tan marcados. Los científicos esperaban que el caso fuese inverso y que tener dos, tres o cuatro varones fuese la combinación más difícil pero no fue el caso.

Se les pidió a los padres que marcaran el comportamiento de sus hijos basándose en tres categorías: compatibilidad, facilidad de crianza y comportamiento. Las familias con dos hijas sumaron muchos puntos: son, en general, fáciles de tratar y se llevan bien entre ellas. En contraste, aquellos con cuatro hijas mujeres sumaron pocos puntos. En especial, se debe a la carga que implica la crianza de cuatro seres humanos, además del mantenimiento de una casa y un auto.

Los padres de cuatro hijos de cualquier género la pasan mal. Admitieron, por ejemplo, darle más importancia relativa a alguno de los cuatro porque no pueden administrar su atención equitativamente.

Después de dos nenas, la mejor combinación es la parejita: una chica y un chico. Una cifra vale por si misma: 86% de los encuestados con esta combinación dijeron que sus hijos son amigos y que rara vez pelean por juguetes. ¿Lo único malo? Que, al ser de diferentes géneros, con el tiempo pueden perder interés en las cuestiones del otro.

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