ALTA GAMA

Mishiguene, la locura más sabrosa

El restaurante de nueva cocina israelí del chef Tomás Kalika y su socio Javier Ickowicz consolida su propuesta como uno de los más innovadores de la ciudad. Recetas ancestrales reversionadas con técnicas modernas; un restaurante vivo, lúdico y delicioso.

19 agosto, 2016

“Mishiguene” quiere decir “loco lindo” en idish, el dialecto de los judíos del centro de Europa. Eso fue lo primero que pensó el chef Tomás Kalika cuando su socio le propuso abrir un restaurante de cocina judía contemporánea en Buenos Aires. Hoy, a dos años de su apertura, la locura se convirtió en un restaurante sólido, delicioso, que vibra a cada plato que llega a la mesa. “Me formé en Israel, trabajé en los mejores restaurantes allí con excelentes chefs. Y también aprendí que la cocina contemporánea israelí es muy rica y tiene influencias de muchas culturas. Es muy común comer platos que fusionan todo eso en las calles y restaurantes de Israel, así que acepté el desafío de hacer nueva cocina israelí, rescatando las recetas tradicionales judías pero reversionándolas con técnicas modernas. Una cocina de inmigrantes con los sabores que conocemos de chicos, pero con una mirada contemporánea”, dice Kalika.

El salón iluminado con luces puntuales y tenues bien podría ser el escenario de una película de Woody Allen en New York, con su butacón de cuero color guinda y las paredes repletas de fotos de distintas imágenes de Israel y de la cultura judía del mundo. Al entrar se escucha Klezmer, con sus ritmos alegres y convocantes, y el clima de festejo contagia a un salón pleno de comensales. La cocina vibra a la vista, donde Kalika se mueve con precisión. “Yo no hago cocina judía tradicional, porque ésa se come en las casas. Si lo hiciera tendría que luchar con la memoria emotiva de cada persona que viene a comer. Jamás me voy a parecer a los varénikes de tu mamá o al guefilte fish de tu abuela. Es imposible, lo nuestro va por otro lado, nos proponemos gastronomizar la cocina judía, una cocina de vanguardia conceptual”.

La carta se renueva respetando la estacionalidad de los productos, hay platos y platitos y los precios son acordes al tamaño de la porción. El baba ganoush (berenjena ahumada a la leña condimentada con lima, oliva, almendras tostadas y salsa tahina, $ 195), es un clásico. La ensalada de arenque y papas (Lachas, $ 210), y la bureka: masa filo, papa, huevo y manteca de hongos ($ 195), son buenas opciones para comenzar. La flor para un mishiguene es un plato exquisito hecho con coliflor hervido en leche y luego terminado en el horno, una delicia total. Entre los clásicos ashkenazíes no faltan los varénikes, la sopa de kneidalaj, los latkes de papa. El pastrón con hueso (éxito de la última feria Masticar, $ 320), el garrón de cordero especiado ($ 320)  o el besugo a la chermoula ($ 305), son ricas opciones de carnes.

Además de disfrutar de la carta, Mishiguene propone probar el menú degustación de 6 pasos o participar de la chef´table (capacidad para 6 personas dentro de la cocina, se sirven 10 pasos con maridaje de vinos y coctelería, bebidas sin alcohol, café y petit fours, $ 1100 por persona con 24 horas de anticipación), una experiencia increíble que permite ver mano a mano al chef Tomás Kalika y toda su brigada en acción.

De postre, el babka olga, una emulación de las faldas de la “bobe”, pliegues de chocolate, nueces y canela servido con salsa toffee y helado ($ 170). Se irá feliz como si hubiera ido a comer a lo de mame.

 

Lafinur 3368. Tel.:3969-0764. En FB: Mishiguene.

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