Gerentes de hoy: aprendan de la caída de Napoleón

W. Chan Kim (Boston C. G); Renée Mauborgne (INSEAD) y Ludo van der Hieden, profesor en innovación tecnológica, relacionan en el New York Times, las causas de la caída de Napoleón con el management en la economía del conocimiento.

10 marzo, 2003

El estilo de liderazgo de Napoleón

Hay dos hechos indiscutibles: Napoleón fue un brillante estratega y un líder de enorme estatura que revolucionó la estrategia militar en dos aspectos.

1) Rompió con la tradición militar y formó cuerpos de tropas, unidades de 10.000 a 30.000 hombres que formaban ejércitos en miniatura de infantería, artillería y caballería. Los cuerpos, vistos por primera vez en Lodi y luego en Marengo y Austerlitz, se dispersaben en posiciones que se apoyaban mutuamente a las órdenes de un general que ejecutaba las claras órdenes de Napoleón, pero con la flexibilidad para reaccionar ante las condiciones de la batalla. La máxima de Napoleón era: “Marchen separados, peleen unificados. El cuerpo, así, tenía la flexibilidad y el dinamismo que le permitían reconfigurarse en cientos de combinaciones según las circunstancias de la batalla.

2) Usaba el tiempo – además de la fuerza – como herramienta estratégica formidable. En la batalla de Austerlitz sus tropas recorrieron 90 millas en 48 horas, superando a sus enemigos en velocidad, sorpresa y flexibilidad.

Si se observan las primeras batallas del gran general corso, sus relaciones con sus hombres se definían por la apertura, la íntima interacción y el intercambio. Usaba el “proceso justo” en la formulación y ejecución de sus estrategias y tácticas. Comenzando con su primera gran campaña en 1796 en Lodi, donde ordenó a sus mal pertrechadas tropas cruzar un puente bajo fuego de cañón para conquistar a un ejército austríaco, muy superior—Napoleón demostraría ser un maestro en sacar lo mejor de sus hombres a pesar de sus limitados recursos y escasa reputación.

El creía en la conveniencia de explicar todas sus órdenes y de comunicar al menor de sus soldados sus planes. Trataba a sus soldados con enorme respeto por la importancia de su aporte. En la víspera de la batalla de Austerlitz en 1805, se paseó con su caballo a todo lo largo de la formación de sus soldados informándoles de los detalles del plan para la batalla del día siguiente. Fue la primera vez en la historia que un líder revelaba su plan a todo su ejército.

Esa confianza daba ánimos a sus hombres, con la cual media batalla estaba ganada antes de comenzar. Napoleón explicaba todo: el propósito de cada campaña y su significado para Francia y hasta el por qué de ciertas tácticas.

La declinación

Después de Austerlitz, las interacciones de Napoleón con sus generales se definieron por la desconfianza, las luchas intestinas, la recriminación y la falta de un proceso adecuado. Sus éxitos se evaporaron pronto. El Emperador comenzó a otorgar títulos exóticos a algunos generales excluyendo a otros sin explicar claramente por qué. Dejó de hablar directamente con sus generales; comenzó a comunicarles las órdenes, promociones, despidos y demás a través de un jefe de tropas. Impedía que nadie tomara decisiones sin el sello de aprobación. Comenzó a reinar la discordia y la desconfianza entre sus seguidores. Todos sospechaban de su líder.

Napoleón invadió rRsia en 1812 ignorando el consejo de sus generales y su jefe de tropa. Criticaba el consejo de los demás, el mismo que antes había buscado. No consideró la probable severidad de la batalla como hacía antes. Como resultado, sus soldados tiraron una buena parte de sus pertrechos y provisiones durante el viaje a Rusia para alivianar su carga, sin adivinar la falta que le harían más tarde. Una vez en el campo de batalla, Napoleón descubrió que había creado un cuadro de generales y mariscales taciturnos y resentidos cuando descubrieron que las circunstancias eran mucho peores de las que les habían hecho suponer. Los mariscales de campo peleaban unos contra otros. Y la batalla se desarrolló como el proverbio militar francés: “orden, contra-orden, des-orden”.

Entonces, en el principio de su carrera Napoleón aprovechaba la sabiduría colectiva y la cooperación de sus generales y mariscales de campo, todos los cuales triunfaban junto con su líder. Después de Austerlitz, el cambio de Napoleón en su interacción con sus generales generó una disminución de la cooperación de sus generales. Más que eso, se ganó la hostilidad y la desconfianza, y con eso, su propia declinación. Mostró poco respeto por la inteligencia de sus generales durante sus batallas finales y ya no tomaba en serio sus ideas. Tampoco compartía con ellos sus decisiones ni sus pensamientos. Abandonó su proceso de justicia.

Los ejecutivos siempre han buscado inspiración para sus estrategias en el liderazgo de los grandes líderes militares de la historia. Sun Tzu, Alejando Magno, Genhis Khan, Enrique V, etc. Napoleón ofrece, por encima de todos ellos, el ejemplo de lo que sirve para triunfar y de lo que conduce al fracaso inevitable.

El estilo de liderazgo de Napoleón

Hay dos hechos indiscutibles: Napoleón fue un brillante estratega y un líder de enorme estatura que revolucionó la estrategia militar en dos aspectos.

1) Rompió con la tradición militar y formó cuerpos de tropas, unidades de 10.000 a 30.000 hombres que formaban ejércitos en miniatura de infantería, artillería y caballería. Los cuerpos, vistos por primera vez en Lodi y luego en Marengo y Austerlitz, se dispersaben en posiciones que se apoyaban mutuamente a las órdenes de un general que ejecutaba las claras órdenes de Napoleón, pero con la flexibilidad para reaccionar ante las condiciones de la batalla. La máxima de Napoleón era: “Marchen separados, peleen unificados. El cuerpo, así, tenía la flexibilidad y el dinamismo que le permitían reconfigurarse en cientos de combinaciones según las circunstancias de la batalla.

2) Usaba el tiempo – además de la fuerza – como herramienta estratégica formidable. En la batalla de Austerlitz sus tropas recorrieron 90 millas en 48 horas, superando a sus enemigos en velocidad, sorpresa y flexibilidad.

Si se observan las primeras batallas del gran general corso, sus relaciones con sus hombres se definían por la apertura, la íntima interacción y el intercambio. Usaba el “proceso justo” en la formulación y ejecución de sus estrategias y tácticas. Comenzando con su primera gran campaña en 1796 en Lodi, donde ordenó a sus mal pertrechadas tropas cruzar un puente bajo fuego de cañón para conquistar a un ejército austríaco, muy superior—Napoleón demostraría ser un maestro en sacar lo mejor de sus hombres a pesar de sus limitados recursos y escasa reputación.

El creía en la conveniencia de explicar todas sus órdenes y de comunicar al menor de sus soldados sus planes. Trataba a sus soldados con enorme respeto por la importancia de su aporte. En la víspera de la batalla de Austerlitz en 1805, se paseó con su caballo a todo lo largo de la formación de sus soldados informándoles de los detalles del plan para la batalla del día siguiente. Fue la primera vez en la historia que un líder revelaba su plan a todo su ejército.

Esa confianza daba ánimos a sus hombres, con la cual media batalla estaba ganada antes de comenzar. Napoleón explicaba todo: el propósito de cada campaña y su significado para Francia y hasta el por qué de ciertas tácticas.

La declinación

Después de Austerlitz, las interacciones de Napoleón con sus generales se definieron por la desconfianza, las luchas intestinas, la recriminación y la falta de un proceso adecuado. Sus éxitos se evaporaron pronto. El Emperador comenzó a otorgar títulos exóticos a algunos generales excluyendo a otros sin explicar claramente por qué. Dejó de hablar directamente con sus generales; comenzó a comunicarles las órdenes, promociones, despidos y demás a través de un jefe de tropas. Impedía que nadie tomara decisiones sin el sello de aprobación. Comenzó a reinar la discordia y la desconfianza entre sus seguidores. Todos sospechaban de su líder.

Napoleón invadió rRsia en 1812 ignorando el consejo de sus generales y su jefe de tropa. Criticaba el consejo de los demás, el mismo que antes había buscado. No consideró la probable severidad de la batalla como hacía antes. Como resultado, sus soldados tiraron una buena parte de sus pertrechos y provisiones durante el viaje a Rusia para alivianar su carga, sin adivinar la falta que le harían más tarde. Una vez en el campo de batalla, Napoleón descubrió que había creado un cuadro de generales y mariscales taciturnos y resentidos cuando descubrieron que las circunstancias eran mucho peores de las que les habían hecho suponer. Los mariscales de campo peleaban unos contra otros. Y la batalla se desarrolló como el proverbio militar francés: “orden, contra-orden, des-orden”.

Entonces, en el principio de su carrera Napoleón aprovechaba la sabiduría colectiva y la cooperación de sus generales y mariscales de campo, todos los cuales triunfaban junto con su líder. Después de Austerlitz, el cambio de Napoleón en su interacción con sus generales generó una disminución de la cooperación de sus generales. Más que eso, se ganó la hostilidad y la desconfianza, y con eso, su propia declinación. Mostró poco respeto por la inteligencia de sus generales durante sus batallas finales y ya no tomaba en serio sus ideas. Tampoco compartía con ellos sus decisiones ni sus pensamientos. Abandonó su proceso de justicia.

Los ejecutivos siempre han buscado inspiración para sus estrategias en el liderazgo de los grandes líderes militares de la historia. Sun Tzu, Alejando Magno, Genhis Khan, Enrique V, etc. Napoleón ofrece, por encima de todos ellos, el ejemplo de lo que sirve para triunfar y de lo que conduce al fracaso inevitable.

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