Ley antimonopolio a American Airlines

La Administración Obama presenta una demanda antimonopolio que bloquea la fusión con US Airways, ya que el Departamento de Justicia consideró que se produciría un alza de las tarifas.

14 agosto, 2013

La fusión US Airways, pieza clave en el plan de reestructuración de American Airlines, que iba a ser convalidado esta semana por el juez que supervisa el proceso, sufrió un duro revés de parte del Departamento de Justicia, al alertar éste sobre un riesgo de afectar la competencia.

 

La compañía socia de Iberia en la alianza Oneworld lleva casi dos años en suspensión de pagos. Y ahora, la demanda antimonopolio presentada por las autoridades estadounidenses bloquea la integración y deja a la aerolínea en un callejón sin salida.

 

Más aún cuando, la fiscalía general ha dejado claro que no tiene intención de negociar, que la mejor opción para defender los derechos de los consumidores es mantener separadas a las dos compañías.

 

Por supuesto que las empresas anunciaron que estudiarán todas las posibilidades legales para lograr la fusión

 

La fusión de las dos aerolíneas, que iba anunciada en febrero, está valorada en 11.000 millones de dólares (unos 8.300 millones de euros) y de ella debería nacer la mayor compañía aérea del mundo: la nueva American Airlines sumaría 94.000 empleados y 955 aviones.

 

Sucedía a las integraciones de Delta y Northwest en 2008 y de United con Continental en 2010. En 2011, las que se unieron fueron las aerolíneas de bajo coste Southwest y AirTran.

 

Ninguna de estas operaciones fue objetada por el Departamento de Justicia.

 

El inesperado desenlace tiene lugar unos días después que la Comisión Europea decidiera dar luz verde a la operación, aunque puso como condición que se liberaran un par de derechos de despegue y aterrizaje en la ruta que une Londres con Filadelfia.

 

La Administración comunitaria concluyó que los compromisos asumidos por las partes protegen la libre competencia en el espacio económico europeo. Un veredicto similar al de los comités estadounidenses que supervisan el transporte aéreo.

 

En cambio, la Administración de Barack Obama se hace eco en su decisión de las quejas que denunciaban que la fusión iría acompañada de un encarecimiento en los billetes para el pasajero.

 

En una declaración oficial, el Departamento de Justicia ha señalado, en este sentido, que la fusión podría reducir sustancialmente la competencia en los mercados locales en EE.UU. y resultar en que los pasajeros acaben pagando tarifas más altas y recibir un peor servicio.

 

La acción de Washington para prevenir la integración es respaldada por los fiscales generales de seis Estados —entre ellos Texas, sede de American Airlines; y Arizona, base de US Airways— y por el Distrito de Columbia.

 

Las grandes fusiones vuelven a EE.UU.

 

Bill Baer, responsable de la división de competencia en Justicia, ha destacado en conferencia de prensa que la fusión reduciría a tres el número de grandes aerolíneas tradicionales: la nueva America, United y Delta.

 

Además, ha hecho referencia a los altos precios que ya se cobran al viajero en estas compañías, más del doble que en Southwest.

 

Lo que teme Baer es que se reduzcan las opciones para las aerolíneas de descuento.

 

Los reguladores en Washington y en los otros estados más afectados por la fusión creen que la racionalización de la industria de la que hablan los ejecutivos del sector signifique en realidad menos competencia, costes más altos para el consumidor y menos elección.

 

Una apreciación que no ha sentado nada bien a las compañías aéreas, que anunciaron mediante un comunicado que emprenderán una defensa vigorosa de sus intereses y que estudiarán todas las posibilidades legales para conseguir la fusión.

 

American Airlines y US Airways controlan juntas el 24% de los vuelos en EE.UU., con una implantación determinante en la costa este.

 

El Departamento de Justicia destacó que acapararía el 70% del tráfico en el aeropuerto más cercano a Washington.

 

El nuevo gigante de la aviación comercial, que debía operar con los colores de American Airlines, una marca más conocida en el exterior que la de US Airways, iba a operar 6.700 vuelos diarios y generar ingresos superiores a los 36.000 millones de dólares.

 

La mayoría de los acreedores de American Airlines había dado ya su respaldo al plan de reestructuración de la deuda de la sociedad, que también contaba con en el beneplácito de pilotos y del personal pese a los recortes en los salarios y los ajustes de plantilla.

 

La demanda del Departamento de Justicia tuvo un efecto inmediato en la cotización de las dos sociedades: los títulos de US Airways perdieron un 10%, mientras los de American Airlines se dejaron un 37%.

 

Quisieron que la decisión fuera antes del 15 de agosto y hemos trabajado duro para que la tuvieran para entonces, dijo Baer en referencia a la audición prevista en el tribunal que supervisa la suspensión de pagos de American Airlines. Y se mostró decidido.

 

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