Pasa a casi US$ 9 billones el tope de la deuda federal

Con el déficit de pagos externos en US$ 804.900 millones, no sorprende que el senado haya subido a 8,97 billones la deuda máxima legal. Eso equivale a cerca de 80% del producto bruto interno.

17 marzo, 2006

¿Qué es un billón, eso que los anglosajones llaman “trillón? Simplemente, un 1 seguido de doce ceros o un millón de millones. Una confusión creada en el siglo XVIII por los franceses hace que el “billón” de algunos países sea un 1 seguido de nueve ceros (mil de millón). Cuando las cifras pasen del mil de billón ortodoxo –algo imposible de descartar en el futuro-, en Washington hablarán de “cuadrillón”.

Pero ni siquiera esta nube de ceros da idea cabal de hasta qué punto el gobierno federal está sumido en deudas, para pedirle al senado pasar ese aumento de tope. “Es muy difícil comprender semejantes valores”, confesaba Judd Greeg (republicano de Nuevo Hampshire), jefe del comité presupuestario de la cámara alta.

No obstante, el número refleja con rara claridad la situación financiera del estado federal. En un plano doméstico, no hay en el mercado calculador manual alguno cuyo visor pase de los diez dígitos, por lo cual le faltan tres para mostrar esos 8,95 billones.

John Nolan, profesor de matemáticas en la universidad de Washington, señaló –empero- que el billón (trillón de allá) “no es un guarismo absolutamente grande, si se trata de problemas teóricos, aceleradores de partículas o distancias astronómicas. Sí lo es en términos prácticos o en la vida cotidiana. Políticamente, la cifra es traumática, aunque pocos la capten en su verdadera magnitud”.

Tanto el docente como algunos analistas financieros subrayan que la relación entre ese número y los alegres gastos incurridos por el gobierno o los particulares (cuya deuda total pasa de US$ 7,5 billones) es, por el contrario, fácil de explicar. “Si se insume un millón diario durante un millón de días (2.739 años), se alcanzaran aquellos 8,95 billones”, apunta Nolan.

A la inversa, un norteamericano que cumpliese con la expectativa promedio de vida imperante en 2005 (77 años) precisaría gastar US $35.580.857 diarios desde el nacimiento hasta la muerte. En otra óptica, Donald Albers (Asociación Matemática de EE.UU.), recomienda “olvidar fantasías aritméticas. El problema no está en entender cantidades, sino en por qué hay tanto dinero saliendo de las arcas fiscales y tan poco entrando”. Ése el tema clave, sin duda: el gobierno viene gastando o malgastando fondos desde 2002, cuando un congreso dominado por republicanos empezó a autorizar esa clase de solicitudes de Hacienda. Cuatro veces elevó el tope de endeudamiento, lo cual suma más de tres billones adicionales.

¿Qué es un billón, eso que los anglosajones llaman “trillón? Simplemente, un 1 seguido de doce ceros o un millón de millones. Una confusión creada en el siglo XVIII por los franceses hace que el “billón” de algunos países sea un 1 seguido de nueve ceros (mil de millón). Cuando las cifras pasen del mil de billón ortodoxo –algo imposible de descartar en el futuro-, en Washington hablarán de “cuadrillón”.

Pero ni siquiera esta nube de ceros da idea cabal de hasta qué punto el gobierno federal está sumido en deudas, para pedirle al senado pasar ese aumento de tope. “Es muy difícil comprender semejantes valores”, confesaba Judd Greeg (republicano de Nuevo Hampshire), jefe del comité presupuestario de la cámara alta.

No obstante, el número refleja con rara claridad la situación financiera del estado federal. En un plano doméstico, no hay en el mercado calculador manual alguno cuyo visor pase de los diez dígitos, por lo cual le faltan tres para mostrar esos 8,95 billones.

John Nolan, profesor de matemáticas en la universidad de Washington, señaló –empero- que el billón (trillón de allá) “no es un guarismo absolutamente grande, si se trata de problemas teóricos, aceleradores de partículas o distancias astronómicas. Sí lo es en términos prácticos o en la vida cotidiana. Políticamente, la cifra es traumática, aunque pocos la capten en su verdadera magnitud”.

Tanto el docente como algunos analistas financieros subrayan que la relación entre ese número y los alegres gastos incurridos por el gobierno o los particulares (cuya deuda total pasa de US$ 7,5 billones) es, por el contrario, fácil de explicar. “Si se insume un millón diario durante un millón de días (2.739 años), se alcanzaran aquellos 8,95 billones”, apunta Nolan.

A la inversa, un norteamericano que cumpliese con la expectativa promedio de vida imperante en 2005 (77 años) precisaría gastar US $35.580.857 diarios desde el nacimiento hasta la muerte. En otra óptica, Donald Albers (Asociación Matemática de EE.UU.), recomienda “olvidar fantasías aritméticas. El problema no está en entender cantidades, sino en por qué hay tanto dinero saliendo de las arcas fiscales y tan poco entrando”. Ése el tema clave, sin duda: el gobierno viene gastando o malgastando fondos desde 2002, cuando un congreso dominado por republicanos empezó a autorizar esa clase de solicitudes de Hacienda. Cuatro veces elevó el tope de endeudamiento, lo cual suma más de tres billones adicionales.

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