Pasó al otoño la negociación con el club de París por deuda en cese de pagos

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner comunicó al ministro de Economía, Martín Lousteau, que decidió aplazar hasta el otoño cualquier gestión formal ante el FMI para destrabar la deuda en default con el Club de París.

14 diciembre, 2007

El anuncio de la postergación de las negociaciones con los acreedores estatales
europeos fue formulado personalmente por la primera mandataria al director gerente
del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, como respuesta a la
aseveración de éste, en el sentido que el organismo no podría
dar vía libre a una negociación con los europeos, sin antes cumplir
con los requisitos mínimos de auditoría.

El gobierno nacional había dado por sentado durante la anterior visita
del funcionario de nacionalidad francesa que su advenimiento a la conducción
del FMI conllevaría cambios en la política que facilitarían
a la Argentina la reinserción en la comunidad financiera internacional
sin cumplir con los requisitos que denostó públicamente al cancelarle
la deuda.

Pero en seguida de haberle sido atribuida esa promesa, Strauss-Khan salió
a aclarar que en lo inmediato, la única forma de eludir la auditoría
en el acceso al Club de París sería pagarle de contado el monto
adeudado, de US$ 6.300 millones.

La decisión de postergar el inicio de las gestiones formales con los
acreedores estatales del Grupo de los 7 se tomó para evitar más
cortocircuitos con la burocracia del FMI en Washington, una muestra de cuyos
desencuentros fue la ausencia del ejecutivo indio Anoop Singh de la delegación
que acompañara a Strauss-Khan.

La especulación gubernamental en ese sentido es que hacia fines de marzo
empiecen a perfilarse en el FMI algunos de los cambios que prometiera el nuevo
titular francés, entre ellos la línea de financiación de
reservas fuera de los clásicos controles que implican los créditos
contingentes.

No es casual que la ratificación del secretario de Comercio, Guillermo
Moreno, haya sido la última en concretarse y que haya coincidido con
la finalización de las ceremonias del traspaso del mando que congregaron
a importantes visitantes, como el propio director gerente del FMI.

Justamente Moreno viene siendo cuestionado tanto por el empresariado local
cuanto por los gurúes económicos internacionales, quienes lo consideran
el emblema de la adulteración estadística en el Indec que cuestiona
toda la comunidad financiera mundial.

Strauss-Khan lo declaró ante periodistas extranjeros ante el estupor
del gobierno nacional, que creía que un prudente silencio del número
uno del Fondo iba a formar parte del pacto de no agresión que se sellara
en la anterior visita del funcionario a Buenos Aires.

Las dudas por la intervención en diferentes áreas del Indec y
la inquietud por el hecho de que no se contara con información confiable
se las había transmitido previamente al ministro Martín Lousteau
y el presidente del BCRA, Martín Redrado en el almuerzo que compartieran.

El sheriff sigue

La confirmación de Moreno revela que el monitoreo de los precios y su
adecuación a las pautas continuará como hasta ahora, por lo menos
hasta que sea suscripto el pacto social que viene anunciando la presidenta.

Las amenazas de Hugo Moyano respecto de la demanda sindical de ajuste salarial
obliga al gobierno a persistir en la administración actual de las estadísticas
y en el llamado control de costos.

Además, los ajustes previstos para el transporte y los demás
incrementos propios del período estival requerirán de muñeca
para ser asimilados en la pauta oficial de inflación.

En ese contexto, se estima en la Casa Rosada, va a ser prácticamente
imposible sostener una negociación con el Grupo de los 7 y la línea
técnica del FMI, que anteponen como condición que sea “normalizado
el Indec”.

No ocurre lo mismo con el circuito financiero de Nueva York, donde los bancos
son más indulgentes con la gestión presidencial y dan un voto
de confianza.

Tanto Goldman Sachs como la Unión de Bancos Suizos han hecho en el centro
neurálgico de Manhattan una lectura positiva del discurso de la presidenta
ante la asamblea legislativa.

Los economistas de ambas entidades celebraron la frase de Cristina de que no
iba a ser gendarme de la rentabilidad de las empresas, lo cual fue interpretado
como una señal de que se inclinaría por la libertad de los mercados.

También coligieron que la definición iba en la misma dirección
que la reposición del superávit fiscal en 3,8 puntos del producto
bruto, lograda luego de subir las retenciones al agro y al petróleo.

El anuncio de la postergación de las negociaciones con los acreedores estatales
europeos fue formulado personalmente por la primera mandataria al director gerente
del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, como respuesta a la
aseveración de éste, en el sentido que el organismo no podría
dar vía libre a una negociación con los europeos, sin antes cumplir
con los requisitos mínimos de auditoría.

El gobierno nacional había dado por sentado durante la anterior visita
del funcionario de nacionalidad francesa que su advenimiento a la conducción
del FMI conllevaría cambios en la política que facilitarían
a la Argentina la reinserción en la comunidad financiera internacional
sin cumplir con los requisitos que denostó públicamente al cancelarle
la deuda.

Pero en seguida de haberle sido atribuida esa promesa, Strauss-Khan salió
a aclarar que en lo inmediato, la única forma de eludir la auditoría
en el acceso al Club de París sería pagarle de contado el monto
adeudado, de US$ 6.300 millones.

La decisión de postergar el inicio de las gestiones formales con los
acreedores estatales del Grupo de los 7 se tomó para evitar más
cortocircuitos con la burocracia del FMI en Washington, una muestra de cuyos
desencuentros fue la ausencia del ejecutivo indio Anoop Singh de la delegación
que acompañara a Strauss-Khan.

La especulación gubernamental en ese sentido es que hacia fines de marzo
empiecen a perfilarse en el FMI algunos de los cambios que prometiera el nuevo
titular francés, entre ellos la línea de financiación de
reservas fuera de los clásicos controles que implican los créditos
contingentes.

No es casual que la ratificación del secretario de Comercio, Guillermo
Moreno, haya sido la última en concretarse y que haya coincidido con
la finalización de las ceremonias del traspaso del mando que congregaron
a importantes visitantes, como el propio director gerente del FMI.

Justamente Moreno viene siendo cuestionado tanto por el empresariado local
cuanto por los gurúes económicos internacionales, quienes lo consideran
el emblema de la adulteración estadística en el Indec que cuestiona
toda la comunidad financiera mundial.

Strauss-Khan lo declaró ante periodistas extranjeros ante el estupor
del gobierno nacional, que creía que un prudente silencio del número
uno del Fondo iba a formar parte del pacto de no agresión que se sellara
en la anterior visita del funcionario a Buenos Aires.

Las dudas por la intervención en diferentes áreas del Indec y
la inquietud por el hecho de que no se contara con información confiable
se las había transmitido previamente al ministro Martín Lousteau
y el presidente del BCRA, Martín Redrado en el almuerzo que compartieran.

El sheriff sigue

La confirmación de Moreno revela que el monitoreo de los precios y su
adecuación a las pautas continuará como hasta ahora, por lo menos
hasta que sea suscripto el pacto social que viene anunciando la presidenta.

Las amenazas de Hugo Moyano respecto de la demanda sindical de ajuste salarial
obliga al gobierno a persistir en la administración actual de las estadísticas
y en el llamado control de costos.

Además, los ajustes previstos para el transporte y los demás
incrementos propios del período estival requerirán de muñeca
para ser asimilados en la pauta oficial de inflación.

En ese contexto, se estima en la Casa Rosada, va a ser prácticamente
imposible sostener una negociación con el Grupo de los 7 y la línea
técnica del FMI, que anteponen como condición que sea “normalizado
el Indec”.

No ocurre lo mismo con el circuito financiero de Nueva York, donde los bancos
son más indulgentes con la gestión presidencial y dan un voto
de confianza.

Tanto Goldman Sachs como la Unión de Bancos Suizos han hecho en el centro
neurálgico de Manhattan una lectura positiva del discurso de la presidenta
ante la asamblea legislativa.

Los economistas de ambas entidades celebraron la frase de Cristina de que no
iba a ser gendarme de la rentabilidad de las empresas, lo cual fue interpretado
como una señal de que se inclinaría por la libertad de los mercados.

También coligieron que la definición iba en la misma dirección
que la reposición del superávit fiscal en 3,8 puntos del producto
bruto, lograda luego de subir las retenciones al agro y al petróleo.

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