Colas ante Northern Rock, que perdía ya £ 3.000 millones en fondos

El banco de Inglaterra había salido al rescate de Northern Rock. La entidad se tambaleaba bajo préstamos hipotecarios por 125% de sus activos. La acción cayó 32%. ”Esto se parece al crac de 1929 en Wall Street”, sostuvo el “Independent”.

17 septiembre, 2007

La gente empezó a hacer colas ante las 76 sucursales del banco NR antes de que amaneciera el sábado 15. Nadie prestó atención al ministro de hacienda, Alistair Darling, que pedía calma al público y los mercados. En Glasgow, Sheffield, Cheltenham y otras ciudades, la policía debió intervenir para frenar desmanes.

La clave del desastre no sorprende a nadie, pues se cifra en especulaciones inmobiliarias y malas hipotecas. Si bien la burbuja británica de bienes raíces mostraba grietas desde hace meses, una “conjura de silencio” –banqueros, medios especializados, altos funcionarios- hacía creer al público que el país no estaba expuesto a lo sucedido en Estados Unidos, Alemania, España e Italia. Pero lo estaba.

Los damnificados que forman densas filas en las calles, empezando por las de Londres, están seguros de que, para el lunes, no quedará un centavo de sus colocaciones en Northern Rock. Exactamente lo que supone Andrew Gill, ex funcionario fiscal. “La NR ha perdido su reputación íntegra y el público exige le restituyan sus ahorros”. Entre jueves y lunes por la mañana, la gente pudo retirar alrededor de tres mil millones de libras (US$ 6.000 millones).

Como es habitual, la entidad financiaba carteras hipotecarias y paquetes financieros conexos obteniendo préstamos (es decir, recolocando deuda titulizada) entre bancos, fondos inversores u otras instituciones. “Creemos que Northern sigue solvente”, aseguraba el domingo temprano Callum McCarthy, jefe de la autoridad de supervisión monetaria. No lo ve así el “Daily telegraph”, a cuyo criterio el primer ministro Gordon Brown (titular de hacienda durante varios años) “aprovechó una falsa sensación de seguridad, basada no en aumento de producción, sino en la burbuja petrolera y el auge especulativo en segmentos financieros, hipotecarios y bursátiles”.

Northern tenía una cartera crediticia con 1.500.000 clientes, de los cuales 800.000 con hipotecas pendientes. Ahora, sus activos (unos £ 100.000 millones) podrían subastarse. Entre los potenciales interesados figuran Lloyd’s TSB, HSBC, Crédit Agricole, Sociétè Générale, BPN Paribas y Deustche Bank.

Pero no Barclay’s Bank, que afronta sus propios problemas. En primer lugar, tras seis meses estaba a punto de perder la batalla por ABN Amro Bank a manos de Royal bank of Scotland y sus aliados. En segundo término, su presidente, Robert Diamond, cometió un error táctico garrafal: el lunes 3, pidió que los grandes bancos centrales volviesen a inyectar liquidez en el sistema occidental.

Olvidando los US$ 500.000 millones tirados al ruedo del 9 al 14 de agosto, sostuvo: “la liquidez global impide a los bancos comerciales prestarse entre sí y traba los mercados”. Tal vez pensase en su entidad. El 28 de agosto, Barclay’s cayó en la bolsa, pues el “Financial times” había perdido £ 150 millones especulando con paquetes de inversión volátiles.

Lo malo es que, poco antes, HBOS resolvía sostener a su filial Grampian Funding (un conducto de colocaciones), que ya no conseguía financiamientos de otras fuentes. A principios de septiembre, Alliance&Leicester debió poner más de mil millones en fondos estructurados y otras variantes que contienen, entre otras cosas, títulos garantidos con hipotecas de alto riego. La semana en Gran Bretaña, entonces, empieza con una sensación de bailar sobre el “Titanic”.

La gente empezó a hacer colas ante las 76 sucursales del banco NR antes de que amaneciera el sábado 15. Nadie prestó atención al ministro de hacienda, Alistair Darling, que pedía calma al público y los mercados. En Glasgow, Sheffield, Cheltenham y otras ciudades, la policía debió intervenir para frenar desmanes.

La clave del desastre no sorprende a nadie, pues se cifra en especulaciones inmobiliarias y malas hipotecas. Si bien la burbuja británica de bienes raíces mostraba grietas desde hace meses, una “conjura de silencio” –banqueros, medios especializados, altos funcionarios- hacía creer al público que el país no estaba expuesto a lo sucedido en Estados Unidos, Alemania, España e Italia. Pero lo estaba.

Los damnificados que forman densas filas en las calles, empezando por las de Londres, están seguros de que, para el lunes, no quedará un centavo de sus colocaciones en Northern Rock. Exactamente lo que supone Andrew Gill, ex funcionario fiscal. “La NR ha perdido su reputación íntegra y el público exige le restituyan sus ahorros”. Entre jueves y lunes por la mañana, la gente pudo retirar alrededor de tres mil millones de libras (US$ 6.000 millones).

Como es habitual, la entidad financiaba carteras hipotecarias y paquetes financieros conexos obteniendo préstamos (es decir, recolocando deuda titulizada) entre bancos, fondos inversores u otras instituciones. “Creemos que Northern sigue solvente”, aseguraba el domingo temprano Callum McCarthy, jefe de la autoridad de supervisión monetaria. No lo ve así el “Daily telegraph”, a cuyo criterio el primer ministro Gordon Brown (titular de hacienda durante varios años) “aprovechó una falsa sensación de seguridad, basada no en aumento de producción, sino en la burbuja petrolera y el auge especulativo en segmentos financieros, hipotecarios y bursátiles”.

Northern tenía una cartera crediticia con 1.500.000 clientes, de los cuales 800.000 con hipotecas pendientes. Ahora, sus activos (unos £ 100.000 millones) podrían subastarse. Entre los potenciales interesados figuran Lloyd’s TSB, HSBC, Crédit Agricole, Sociétè Générale, BPN Paribas y Deustche Bank.

Pero no Barclay’s Bank, que afronta sus propios problemas. En primer lugar, tras seis meses estaba a punto de perder la batalla por ABN Amro Bank a manos de Royal bank of Scotland y sus aliados. En segundo término, su presidente, Robert Diamond, cometió un error táctico garrafal: el lunes 3, pidió que los grandes bancos centrales volviesen a inyectar liquidez en el sistema occidental.

Olvidando los US$ 500.000 millones tirados al ruedo del 9 al 14 de agosto, sostuvo: “la liquidez global impide a los bancos comerciales prestarse entre sí y traba los mercados”. Tal vez pensase en su entidad. El 28 de agosto, Barclay’s cayó en la bolsa, pues el “Financial times” había perdido £ 150 millones especulando con paquetes de inversión volátiles.

Lo malo es que, poco antes, HBOS resolvía sostener a su filial Grampian Funding (un conducto de colocaciones), que ya no conseguía financiamientos de otras fuentes. A principios de septiembre, Alliance&Leicester debió poner más de mil millones en fondos estructurados y otras variantes que contienen, entre otras cosas, títulos garantidos con hipotecas de alto riego. La semana en Gran Bretaña, entonces, empieza con una sensación de bailar sobre el “Titanic”.

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