Entrepreneurs: más talento que capital

Estos empresarios tienen más talento que capital, un espíritu creativo y audacia para modificar el mercado. MERCADO CUYO expone cuatro casos representativos de la cultura de los entrepreneurs.

19 febrero, 2001

En su libro Perfiles de Coraje, John Kennedy clasificó a las personas en tres grupos: las que protagonizan los hechos, las que miran transcurrir los acontecimientos y aquellas que no tienen idea de por qué ocurrieron.

Los entrepreneurs pertenecen a la primera categoría. Son los que saben identificar oportunidades allí donde otros sólo ven dilemas. Los que combinan conocimientos técnicos con la experiencia desarrollada en el mundo real de los negocios. En suma: los que saben desafiar al mercado con grandes dosis de agallas y neuronas.

El perfil del entrepreneur se oculta detrás de compañías mundialmente famosas, en las pequeñas empresas y en los emprendimientos personales.

MERCADO CUYO tomó algunos ejemplos de emprendedores y emprendedoras mendocinas para conocer cómo fueron sus comienzos, los objetivos, causas que los movilizaron y qué hicieron para lograr el éxito.

Una granja familiar

Dos cabras lecheras y una finca familiar de tres hectáreas fueron los comienzos de la actual Cabaña Caprina.

La idea nació hace nueve años, con el objetivo de insertar queso de cabra en el mercado mendocino. Sus dueños Roque Texidor, Mario Lázzaro y Héctor Baigorria, junto a su mujer y su hija Valeria ­cada uno con su profesión particular pero con un gran amor por los animales­ transformaron una viña en una granja, con una motivación especial: sus primeros clientes.

“En Mendoza no existía ningún tambo de leche de cabra”, recuerda Valeria. “Por eso decidimos fabricar queso de cabra y venderlo por los alrededores y en los supermercados. Al principio costó un poco, ya que el mendocino no estaba acostumbrado a comer este tipo de producto, pero en cuanto vislumbramos un poco de aceptación, intentamos traer a los clientes a la granja, para que compraran aquí el queso y conocieran el lugar.”

Valeria (cuya profesión es la de guía de turismo) no dejó pasar esta oportunidad y decidió sumar valor agregado para captar aún más gente. Fue así que inauguró la granja educativa, a la que asisten grupos de chicos provenientes de colegios y colonias de verano, y les enseñan todo lo que se hace en una granja.

Las actividades del lugar se desarrollan en un lapso de tres horas, en las que también se incluye un paseo en sulky y se ofrece una merienda con chocolate caliente y pan casero.

Las ambiciones de esta familia, incentivadas por sus primeros clientes, que les demandaban un lugar para poder comer y pasar allí un día en familia, fue lo que los llevó a remodelar la casa y el quincho e inaugurar un restaurante.

El éxito les dio otra vez la razón. Comenzaron con una picada de fiambres y luego la propuesta se amplió, siempre con un fuerte contenido temático. Ahora entre sus atracciones culinarias de Cabaña Caprina se puede citar a los chivitos, cochinillos, jamones, queso de cabra ­regados por generosos vinos­ y los deliciosos postres criollos.

Los domingos y feriados asisten al complejo unas 200 personas; los sábados son alrededor de 100. La atención está a cargo del personal, conformado por 20 empleados, sin contar a los miembros de la familia que trabajan a la par.

Valeria destaca la atención personalizada, el ambiente familiar y una idea temática como factores claves que determinaron el progreso y la aceptación de este negocio. Y agrega: “Siempre avanzamos de a poco y con los límites bien definidos. Nunca dimos un paso más adelante del que pudimos”.

Deporte y negocio

Puede afirmarse que 1990 fue el año en el que el turismo aventura comenzó a desarrollarse en todo el mundo.

En la región, tres hermanos, Fernando, Gustavo y Sergio Betancourt ­amantes del rafting­ fueron de los primeros en largarse en balsa por el río Mendoza.

Representaron a la Argentina en el Campeonato Mundial de Rafting de Costa Rica en 1991, en el Whitewater World Championship Turkey ´93 y en el Camel Whiteater Chalenge Zambezi ´96, en Zimbawe. Su actuación como deportistas los ubicó entre los tres mejores equipos del mundo.

Fue en 1990 cuando decidieron comprar una balsa, traerla a Mendoza e iniciar aquí este deporte. “Comenzamos a bajar por el río con nuestros amigos, para conocer un poco el mercado y su posible aceptación”, dice Fernando. “Al poco tiempo ya se hizo un negocio”.

Actualmente Betancourt Rafting tiene su oficina central en la ruta Panamericana, a pocos metros de Palmares, y dos bases de operaciones: una en Potrerillos y la otra en Puente del Inca.

Si bien el fuerte de su negocio es el rafting, representa 80% de sus ingresos, la propuesta se ha ido ampliando para satisfacer los distintos gustos de los clientes. Mountain bike, cabalgatas, trekking, kayak, parapente, ascensos al Aconcagua y circuitos de 4×4 engrosan el offering original de servicios.

Para ello la empresa cuenta con 10 balsas, una 4×4, 3 traffic y todo el equipamiento necesario, como cascos, chalecos salvavidas, remos, impermeables y trajes de neoprene.

Los precios de las actividades rondan los $ 30 para las que duran medio día y el doble para las de un día de duración. También ofrecen programas de dos, cuatro y siete días, con hospedaje en hotel y traslados, los que cuestan $ 170, $ 330 y $ 500 respectivamente.

“Por supuesto que nuestro crecimiento fue paulatino y tuvimos la ventaja competitiva de ser uno de los pioneros”, aclara Gustavo. “Si quisiéramos montar ahora la empresa necesitaríamos un capital mucho mayor para ponernos a la par de las otras tres empresas de turismo de aventura que hay actualmente en la ciudad de Mendoza, más las 15 de San Rafael.”

Los hermanos Betancourt resaltan la falta de apoyo que brinda la Subsecretaría de Turismo, al hablar de la promoción y la publicidad, en donde llegaron a invertir alrededor de 50% de su facturación, sumados a sus viajes a Buenos Aires (alrededor de ocho por año) para participar en work-shops de turismo de aventura. “Hace falta promocionar más a Mendoza como producto turístico”, coinciden los tres.

A pesar de ello, confían en el progreso de su negocio, ya que “contamos con herramientas claves e importantes como es la seguridad que brindamos en todos los aspectos”, afirma Fernando. “Nuestro personal está integrado por profesionales, campeones mundiales y gente especializada que lleva 15 o 20 años en cada actividad. La idea es que nuestros clientes, que van desde los 7 hasta los 65 años, disfruten de todos los deportes pero sin miedo y riesgos inútiles”.

Delicias gastronómicas

A los 26 años, Laura Saravia ­casada y con dos hijos­ utilizaba la cocina de su casa y cuatro heladeras para atender el servicio de comida en casamientos de hasta 350 personas.

Así comenzó: jugando, dice ella, “y ayudando a mis amigos.”

Con el título de guía de turismo y hotelería, debutó en su casa con buffet froid. Cocinaba día y noche. Alquilaba toda la infraestructura, desde la vajilla hasta hornos mantenedores para calentar la comida en el momento y llevarla a su destino.

“En lo humano fue un año y medio de mucho sacrificio ­reconoce­ ya que no requirió una inversión de capital muy grande, porque al trabajar en mi casa, y cobrar antes de cada fiesta, podía utilizar ese dinero para alquilar el resto del servicio y obtener mi rentabilidad”.

Su nombre y su trabajo no tardaron en ser reconocidos. Cuando la familia Graffigna tomó la iniciativa de inaugurar El Casco, no dudaron en llamarla y pedirle la exclusividad de sus servicios. “Esta idea conjunta tiene como objetivo la coordinación general e integral del recurso humano y material para la realización de todo tipo de eventos”, señala.

A este lugar, que tiene una superficie de 15.000 metros cuadrados, un salón de 1.400 y jardines de 700 metros cuadrados, lago artificial y una capacidad para 600 personas sentadas, Laura le da vida con una atención personalizada, a través de la cual “intentamos solucionar todos los problemas a la persona que nos contrata para la realización de su fiesta”, explica. “Es decir, que no sólo le ofrecemos una amplia gama de menúes para elegir, sino que también nos encargamos de la decoración del lugar, la impresión de las tarjetas de invitación, la música y la seguridad”.

Además, Laura incorporó un valor agregado. “Antes de la fiesta invitamos al cliente, acompañado por cinco personas más, a una degustación de tres opciones de menúes ­entrada, plato y postre­ para que vaya conociendo lo que se le servirá ese día”.

“Rodearse de un sólido y confiable equipo de trabajo y capacitarlo para que cumpla adecuadamente sus funciones es otro punto importante”, señala la joven emprendedora.

“Constantemente traemos profesionales de Buenos Aires y de países como Alemania, por ejemplo, para que dicten cursos en las distintas especialidades. Y yo me perfecciono asistiendo a diferentes congresos y leyendo mucho.”

El staff está integrado por jóvenes que realizan pasantías provenientes de la Escuela de Turismo, un mozo cada 15 personas, una somellier cada dos mesas, un chef, un jefe de cocina, dos cocineros y tres asistentes. Además, El Casco cuenta con una infraestructura culinaria compuesta por hornos mantenedores, los que proveen la temperatura adecuada para 170 platos, dos hornos grandes, heladeras, freezers y un horno reconventor regenerador, el que da calor seco y húmedo a través de múltiples programas. “De esta manera se evita la manipulación de la comida y se logra el punto adecuado”, explica la especialista.

Sin lugar a dudas, esta “perfeccionista de alma” logró un éxito por demás esperado. Durante la temporada alta ­de diciembre a marzo­ El Casco tiene prácticamente todos los días reservados. En el resto del año, no baja de cuatro pedidos por semana. Entre sus clientes empresariales se encuentran Banco Roberts, YPF, Arcor, Máxima y la Buenos Aires Seguros. Ya tienen reservas para el año 2000 y la proyección de lo que facturará en el ´99, que se ha estimado de acuerdo con las más de 20.000 personas que pasarán por el lugar.

Tiempo de cosecha

Dos años de siembra, marcados por el arduo trabajo y la escasa rentabilidad, fue el tiempo que demandó a la empresa de limpieza Blanco insertarse en el mercado.

Hoy, la compañía creada por Marcelo Malmod, con la colaboración de su padre, está en su tercer año de vida. Y sus protagonistas dicen con orgullo que ha llegado el tiempo de cosecha.

El emprendimiento surgió tras la presunción de que en Mendoza había pocas empresas de este tipo. Pero la realidad les mostró otros números. Son 120 las que ofrecen sus servicios en esta provincia. De todas maneras, Blanco apuntó a competir “con las dos o tres que realmente están bien mecanizadas y estructuradas”, afirma.

Con una inversión de $ 70.000, ocho empleados y 30 maquinarias comenzaron a limpiar áreas reducidas. “Nuestra gran ventaja competitiva fue ser conscientes de que éramos nuevos en el rubro y, aún, una empresa pequeña. Por lo tanto, adecuamos los precios al servicio que podíamos brindar en ese momento”, señala Malmod. “Iniciamos con una base de $ 500 más IVA, la que actualmente asciende a $ 600 mensuales por empleado, de ocho horas de trabajo, incluidos los materiales, su reposición y supervisión”.

Continuando con la idea de estar entre las tres primeras, al poco tiempo de ofrecer sus servicios, Blanco ya levantaba los ladrillos, en un predio de 1.500 metros, donde se construyeron sus galpones, una sala de dosificación de los productos, talleres para reparar las máquinas, un depósito y un lavadero inaugurado hace un mes, al que concurren 80 autos por fin de semana.

Esta infraestructura, sumada a las 200 máquinas con que cuentan actualmente y cinco móviles, además de un equipo de personal integrado por más de 100 empleados, entre los que no sólo se encuentran aquellos que hacen la limpieza propiamente dicha, sino también controladores de calidad, supervisores y choferes, hacen que Blanco pueda atender a una cartera de 70 clientes, cantidad que en breve crecerá, ya que acaban de firmar contratos con 20 nuevas compañías.

Malmod, entusiasmado por el éxito de su empresa, continúa generando ideas, a las que les da forma inmediata. La Brigada de domicilios particulares es una de ellas. Basta con una llamada telefónica. Y cuatro empleados y un supervisor realizan una limpieza general y profunda de la casa y la pileta, en el caso de que hubiera una. Para dar una idea aproximada, este trabajo en una casa estándar de tres dormitorios y pileta incluida, se cobra entre $150 y 200.

Blanco y la empresa Ecologic trabajarán juntos en lo que es recolección de residuos y reciclaje de la basura en grandes áreas.

Malmod considera que hay muchas empresas de limpieza en Mendoza, y que debido a la carga impositiva que se debe pagar al empleado, quien es el eje de la rueda en este negocio, varias terminarán por desaparecer. Seguramente Blanco no será una de ellas.

El perfil de un entrepreneur

 Es optimista y flexible. Sabe que su éxito pasa por su capacidad de adaptación a las nuevas demandas.

 No ignora que para triunfar debe dominar las reglas de juego del mercado.
 Busca capacitarse y aprovecha las ventajas de la tecnología para optimizar sus resultados.
 Ama lo que hace y no mide tiempo o esfuerzo para alcanzar sus objetivos.
 Descubrió que el secreto del éxito pasa por servir mejor que la competencia y orientar en beneficio del cliente los esfuerzos de la empresa.

Lucía Centeno

MERCADO Cuyo

En su libro Perfiles de Coraje, John Kennedy clasificó a las personas en tres grupos: las que protagonizan los hechos, las que miran transcurrir los acontecimientos y aquellas que no tienen idea de por qué ocurrieron.

Los entrepreneurs pertenecen a la primera categoría. Son los que saben identificar oportunidades allí donde otros sólo ven dilemas. Los que combinan conocimientos técnicos con la experiencia desarrollada en el mundo real de los negocios. En suma: los que saben desafiar al mercado con grandes dosis de agallas y neuronas.

El perfil del entrepreneur se oculta detrás de compañías mundialmente famosas, en las pequeñas empresas y en los emprendimientos personales.

MERCADO CUYO tomó algunos ejemplos de emprendedores y emprendedoras mendocinas para conocer cómo fueron sus comienzos, los objetivos, causas que los movilizaron y qué hicieron para lograr el éxito.

Una granja familiar

Dos cabras lecheras y una finca familiar de tres hectáreas fueron los comienzos de la actual Cabaña Caprina.

La idea nació hace nueve años, con el objetivo de insertar queso de cabra en el mercado mendocino. Sus dueños Roque Texidor, Mario Lázzaro y Héctor Baigorria, junto a su mujer y su hija Valeria ­cada uno con su profesión particular pero con un gran amor por los animales­ transformaron una viña en una granja, con una motivación especial: sus primeros clientes.

“En Mendoza no existía ningún tambo de leche de cabra”, recuerda Valeria. “Por eso decidimos fabricar queso de cabra y venderlo por los alrededores y en los supermercados. Al principio costó un poco, ya que el mendocino no estaba acostumbrado a comer este tipo de producto, pero en cuanto vislumbramos un poco de aceptación, intentamos traer a los clientes a la granja, para que compraran aquí el queso y conocieran el lugar.”

Valeria (cuya profesión es la de guía de turismo) no dejó pasar esta oportunidad y decidió sumar valor agregado para captar aún más gente. Fue así que inauguró la granja educativa, a la que asisten grupos de chicos provenientes de colegios y colonias de verano, y les enseñan todo lo que se hace en una granja.

Las actividades del lugar se desarrollan en un lapso de tres horas, en las que también se incluye un paseo en sulky y se ofrece una merienda con chocolate caliente y pan casero.

Las ambiciones de esta familia, incentivadas por sus primeros clientes, que les demandaban un lugar para poder comer y pasar allí un día en familia, fue lo que los llevó a remodelar la casa y el quincho e inaugurar un restaurante.

El éxito les dio otra vez la razón. Comenzaron con una picada de fiambres y luego la propuesta se amplió, siempre con un fuerte contenido temático. Ahora entre sus atracciones culinarias de Cabaña Caprina se puede citar a los chivitos, cochinillos, jamones, queso de cabra ­regados por generosos vinos­ y los deliciosos postres criollos.

Los domingos y feriados asisten al complejo unas 200 personas; los sábados son alrededor de 100. La atención está a cargo del personal, conformado por 20 empleados, sin contar a los miembros de la familia que trabajan a la par.

Valeria destaca la atención personalizada, el ambiente familiar y una idea temática como factores claves que determinaron el progreso y la aceptación de este negocio. Y agrega: “Siempre avanzamos de a poco y con los límites bien definidos. Nunca dimos un paso más adelante del que pudimos”.

Deporte y negocio

Puede afirmarse que 1990 fue el año en el que el turismo aventura comenzó a desarrollarse en todo el mundo.

En la región, tres hermanos, Fernando, Gustavo y Sergio Betancourt ­amantes del rafting­ fueron de los primeros en largarse en balsa por el río Mendoza.

Representaron a la Argentina en el Campeonato Mundial de Rafting de Costa Rica en 1991, en el Whitewater World Championship Turkey ´93 y en el Camel Whiteater Chalenge Zambezi ´96, en Zimbawe. Su actuación como deportistas los ubicó entre los tres mejores equipos del mundo.

Fue en 1990 cuando decidieron comprar una balsa, traerla a Mendoza e iniciar aquí este deporte. “Comenzamos a bajar por el río con nuestros amigos, para conocer un poco el mercado y su posible aceptación”, dice Fernando. “Al poco tiempo ya se hizo un negocio”.

Actualmente Betancourt Rafting tiene su oficina central en la ruta Panamericana, a pocos metros de Palmares, y dos bases de operaciones: una en Potrerillos y la otra en Puente del Inca.

Si bien el fuerte de su negocio es el rafting, representa 80% de sus ingresos, la propuesta se ha ido ampliando para satisfacer los distintos gustos de los clientes. Mountain bike, cabalgatas, trekking, kayak, parapente, ascensos al Aconcagua y circuitos de 4×4 engrosan el offering original de servicios.

Para ello la empresa cuenta con 10 balsas, una 4×4, 3 traffic y todo el equipamiento necesario, como cascos, chalecos salvavidas, remos, impermeables y trajes de neoprene.

Los precios de las actividades rondan los $ 30 para las que duran medio día y el doble para las de un día de duración. También ofrecen programas de dos, cuatro y siete días, con hospedaje en hotel y traslados, los que cuestan $ 170, $ 330 y $ 500 respectivamente.

“Por supuesto que nuestro crecimiento fue paulatino y tuvimos la ventaja competitiva de ser uno de los pioneros”, aclara Gustavo. “Si quisiéramos montar ahora la empresa necesitaríamos un capital mucho mayor para ponernos a la par de las otras tres empresas de turismo de aventura que hay actualmente en la ciudad de Mendoza, más las 15 de San Rafael.”

Los hermanos Betancourt resaltan la falta de apoyo que brinda la Subsecretaría de Turismo, al hablar de la promoción y la publicidad, en donde llegaron a invertir alrededor de 50% de su facturación, sumados a sus viajes a Buenos Aires (alrededor de ocho por año) para participar en work-shops de turismo de aventura. “Hace falta promocionar más a Mendoza como producto turístico”, coinciden los tres.

A pesar de ello, confían en el progreso de su negocio, ya que “contamos con herramientas claves e importantes como es la seguridad que brindamos en todos los aspectos”, afirma Fernando. “Nuestro personal está integrado por profesionales, campeones mundiales y gente especializada que lleva 15 o 20 años en cada actividad. La idea es que nuestros clientes, que van desde los 7 hasta los 65 años, disfruten de todos los deportes pero sin miedo y riesgos inútiles”.

Delicias gastronómicas

A los 26 años, Laura Saravia ­casada y con dos hijos­ utilizaba la cocina de su casa y cuatro heladeras para atender el servicio de comida en casamientos de hasta 350 personas.

Así comenzó: jugando, dice ella, “y ayudando a mis amigos.”

Con el título de guía de turismo y hotelería, debutó en su casa con buffet froid. Cocinaba día y noche. Alquilaba toda la infraestructura, desde la vajilla hasta hornos mantenedores para calentar la comida en el momento y llevarla a su destino.

“En lo humano fue un año y medio de mucho sacrificio ­reconoce­ ya que no requirió una inversión de capital muy grande, porque al trabajar en mi casa, y cobrar antes de cada fiesta, podía utilizar ese dinero para alquilar el resto del servicio y obtener mi rentabilidad”.

Su nombre y su trabajo no tardaron en ser reconocidos. Cuando la familia Graffigna tomó la iniciativa de inaugurar El Casco, no dudaron en llamarla y pedirle la exclusividad de sus servicios. “Esta idea conjunta tiene como objetivo la coordinación general e integral del recurso humano y material para la realización de todo tipo de eventos”, señala.

A este lugar, que tiene una superficie de 15.000 metros cuadrados, un salón de 1.400 y jardines de 700 metros cuadrados, lago artificial y una capacidad para 600 personas sentadas, Laura le da vida con una atención personalizada, a través de la cual “intentamos solucionar todos los problemas a la persona que nos contrata para la realización de su fiesta”, explica. “Es decir, que no sólo le ofrecemos una amplia gama de menúes para elegir, sino que también nos encargamos de la decoración del lugar, la impresión de las tarjetas de invitación, la música y la seguridad”.

Además, Laura incorporó un valor agregado. “Antes de la fiesta invitamos al cliente, acompañado por cinco personas más, a una degustación de tres opciones de menúes ­entrada, plato y postre­ para que vaya conociendo lo que se le servirá ese día”.

“Rodearse de un sólido y confiable equipo de trabajo y capacitarlo para que cumpla adecuadamente sus funciones es otro punto importante”, señala la joven emprendedora.

“Constantemente traemos profesionales de Buenos Aires y de países como Alemania, por ejemplo, para que dicten cursos en las distintas especialidades. Y yo me perfecciono asistiendo a diferentes congresos y leyendo mucho.”

El staff está integrado por jóvenes que realizan pasantías provenientes de la Escuela de Turismo, un mozo cada 15 personas, una somellier cada dos mesas, un chef, un jefe de cocina, dos cocineros y tres asistentes. Además, El Casco cuenta con una infraestructura culinaria compuesta por hornos mantenedores, los que proveen la temperatura adecuada para 170 platos, dos hornos grandes, heladeras, freezers y un horno reconventor regenerador, el que da calor seco y húmedo a través de múltiples programas. “De esta manera se evita la manipulación de la comida y se logra el punto adecuado”, explica la especialista.

Sin lugar a dudas, esta “perfeccionista de alma” logró un éxito por demás esperado. Durante la temporada alta ­de diciembre a marzo­ El Casco tiene prácticamente todos los días reservados. En el resto del año, no baja de cuatro pedidos por semana. Entre sus clientes empresariales se encuentran Banco Roberts, YPF, Arcor, Máxima y la Buenos Aires Seguros. Ya tienen reservas para el año 2000 y la proyección de lo que facturará en el ´99, que se ha estimado de acuerdo con las más de 20.000 personas que pasarán por el lugar.

Tiempo de cosecha

Dos años de siembra, marcados por el arduo trabajo y la escasa rentabilidad, fue el tiempo que demandó a la empresa de limpieza Blanco insertarse en el mercado.

Hoy, la compañía creada por Marcelo Malmod, con la colaboración de su padre, está en su tercer año de vida. Y sus protagonistas dicen con orgullo que ha llegado el tiempo de cosecha.

El emprendimiento surgió tras la presunción de que en Mendoza había pocas empresas de este tipo. Pero la realidad les mostró otros números. Son 120 las que ofrecen sus servicios en esta provincia. De todas maneras, Blanco apuntó a competir “con las dos o tres que realmente están bien mecanizadas y estructuradas”, afirma.

Con una inversión de $ 70.000, ocho empleados y 30 maquinarias comenzaron a limpiar áreas reducidas. “Nuestra gran ventaja competitiva fue ser conscientes de que éramos nuevos en el rubro y, aún, una empresa pequeña. Por lo tanto, adecuamos los precios al servicio que podíamos brindar en ese momento”, señala Malmod. “Iniciamos con una base de $ 500 más IVA, la que actualmente asciende a $ 600 mensuales por empleado, de ocho horas de trabajo, incluidos los materiales, su reposición y supervisión”.

Continuando con la idea de estar entre las tres primeras, al poco tiempo de ofrecer sus servicios, Blanco ya levantaba los ladrillos, en un predio de 1.500 metros, donde se construyeron sus galpones, una sala de dosificación de los productos, talleres para reparar las máquinas, un depósito y un lavadero inaugurado hace un mes, al que concurren 80 autos por fin de semana.

Esta infraestructura, sumada a las 200 máquinas con que cuentan actualmente y cinco móviles, además de un equipo de personal integrado por más de 100 empleados, entre los que no sólo se encuentran aquellos que hacen la limpieza propiamente dicha, sino también controladores de calidad, supervisores y choferes, hacen que Blanco pueda atender a una cartera de 70 clientes, cantidad que en breve crecerá, ya que acaban de firmar contratos con 20 nuevas compañías.

Malmod, entusiasmado por el éxito de su empresa, continúa generando ideas, a las que les da forma inmediata. La Brigada de domicilios particulares es una de ellas. Basta con una llamada telefónica. Y cuatro empleados y un supervisor realizan una limpieza general y profunda de la casa y la pileta, en el caso de que hubiera una. Para dar una idea aproximada, este trabajo en una casa estándar de tres dormitorios y pileta incluida, se cobra entre $150 y 200.

Blanco y la empresa Ecologic trabajarán juntos en lo que es recolección de residuos y reciclaje de la basura en grandes áreas.

Malmod considera que hay muchas empresas de limpieza en Mendoza, y que debido a la carga impositiva que se debe pagar al empleado, quien es el eje de la rueda en este negocio, varias terminarán por desaparecer. Seguramente Blanco no será una de ellas.

El perfil de un entrepreneur

 Es optimista y flexible. Sabe que su éxito pasa por su capacidad de adaptación a las nuevas demandas.

 No ignora que para triunfar debe dominar las reglas de juego del mercado.
 Busca capacitarse y aprovecha las ventajas de la tecnología para optimizar sus resultados.
 Ama lo que hace y no mide tiempo o esfuerzo para alcanzar sus objetivos.
 Descubrió que el secreto del éxito pasa por servir mejor que la competencia y orientar en beneficio del cliente los esfuerzos de la empresa.

Lucía Centeno

MERCADO Cuyo

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