Sitios eróticos en Internet, el dominio .xxx y una polémica

El proyecto de extensión para páginas de contenido sexual sigue levantando polvareda. Pocos notan que, con ese factor o no, los contenidos aberrantes prosperan, más allá de acciones judiciales en medio mundo.

4 julio, 2006

Un emprendedor inglés, Start Lawley, auspicia la creación de un ciberespacio dedicado a adultos, como forma de proteger a los niños de la pornografía y cosas peores. Por ejemplo, ciertas formas de violencia no necesariamente sexuales. De paso, su esquema para un dominio “.xxx” podría hacerle ganar buen dinero.

Semanas atrás, el plan comenzó a ser analizado por el organismo que administra dominios en la Red (Icann). Pero su veredicto ha sido postergado por la ola de protestas, en particular de grupos católicos, evangélicos fundamentalistas, sus contrapartes islámicas o judías y gobiernos conservadores. Ocurre también que la propuesta de Lawley afecta a Estados Unidos –que maneja Icann vìa departamento de Comercio-, país gobernado por la derecha religiosa abroquelada alrededor de Geroge W.Bush.

En realidad, desde mayo Washington trata de convencer a otros gobiernos para bloquear el intento del empresario y potenciales émulos. Enfrascado en su obsesión con el terrorismo mayorista, a EE.UU. no lo desvelan realmente delitos menos espectaculares. Pero, esta vez, Comercio acusa a la Casa Blanca de interferir como nunca lo ha hecho antes.

Al mismo tiempo, el auge de Internet (el e-commerce lícito, solo, significará este año unos US$ 2 billones) acentúa las resistencias en el resto del mundo desarrollado a que EE.UU. siga administrando Icann casi como cosa propia. La crisis en torno del proyecto “.xxx” pone en evidencia esa situación y el poder residual del cabildeo fundamentalista en ciertas decisiones de la Casa Blanca. “Icann existe para resolver aspectos técnicos, no para politizar cuestiones atinentes a dominios”, sostiene Martin Selmayr, supervisor de telecomunicaciones y la Red en la Comisión Europea.

El elenco presente de dominios se compone de .com (cerca de 50 millones de sitios), .net (más de 6.700.000), -org (unos 4.150.000), .info (casi 2.390.000), .biz (1,280.000) y otros ocho, con menos de 300.000 sitios. Pero, hasta que apareció .xxx, nadie se hubiese imaginado una polémica como la actual. Sin duda, una decisión favorable demostraría que Icann se ha vuelto menos dependiente del arbitrio norteamericano.

Por cierto, el tema .xxx data de hace seis años, cuando Icann resolvió crear más dominios, para promover competencia entre los propios operadores. Según las malas lenguas, el objeto real era “comercializar” el ciberespacio en mucho mayor, siguiendo la pauta de las telecomunicaciones de alcance masivo (donde el factor sexo está saturando los dispositivos manuales). Dado que cada operador les cobra tarifas anuales a los usuarios registrados en la web, la iniciativa atrajo 47 interesados.

Entre ellos, al canadiense Jason Hendeles , proponente original de “.xxx”. Pero, presionado por Washington, el Icann tiró la pelota afuera. Al entrar en escena Lawley, la firma de Hendeles –ICM Registry- estaba virtualmente desactivada, pero igual lo llamó para revivirla. Para entonces, la pornografía por Internet era un negocio de US$ 1.000 millones anuales. No hay cifras sobre paidolagnia, sadomasoquismo y otras perversiones. Menos ahora, donde por cualquier cable bombardean al público con ofertas se sexo explícitamente orientadas a adolescentes.

Hace justo un año, Icann decidió abrir negociaciones con ICM. De inmediato, irrumpieron grupos tan intolerantes como Family Research Council, Concerned women for America y virtualmente todo el “cinturón bíblico” norteamericano. En agosto, Michael Gallagher –entonces responsable del tema en Comercio- se sumó a las presiones aunque, en verdad, los “lobbies” le habían mandado sólo unas seis mil cartas. Empero, la señal más alarmante surgió más tarde, vía un memorando interno de Comercio. A su juicio, “si la comunidad internacional decide aprobar un dominio .xxx, no irá al registro de los principales, porque EE.UU. no lo desea”. Dicho de otro modo, Washington cree que el Icann es suyo, todo suyo y sólo suyo. No sorprende que, desde hace algún tiempo, la Comisión Europea esté pensando en un Icann paralelo.

Un emprendedor inglés, Start Lawley, auspicia la creación de un ciberespacio dedicado a adultos, como forma de proteger a los niños de la pornografía y cosas peores. Por ejemplo, ciertas formas de violencia no necesariamente sexuales. De paso, su esquema para un dominio “.xxx” podría hacerle ganar buen dinero.

Semanas atrás, el plan comenzó a ser analizado por el organismo que administra dominios en la Red (Icann). Pero su veredicto ha sido postergado por la ola de protestas, en particular de grupos católicos, evangélicos fundamentalistas, sus contrapartes islámicas o judías y gobiernos conservadores. Ocurre también que la propuesta de Lawley afecta a Estados Unidos –que maneja Icann vìa departamento de Comercio-, país gobernado por la derecha religiosa abroquelada alrededor de Geroge W.Bush.

En realidad, desde mayo Washington trata de convencer a otros gobiernos para bloquear el intento del empresario y potenciales émulos. Enfrascado en su obsesión con el terrorismo mayorista, a EE.UU. no lo desvelan realmente delitos menos espectaculares. Pero, esta vez, Comercio acusa a la Casa Blanca de interferir como nunca lo ha hecho antes.

Al mismo tiempo, el auge de Internet (el e-commerce lícito, solo, significará este año unos US$ 2 billones) acentúa las resistencias en el resto del mundo desarrollado a que EE.UU. siga administrando Icann casi como cosa propia. La crisis en torno del proyecto “.xxx” pone en evidencia esa situación y el poder residual del cabildeo fundamentalista en ciertas decisiones de la Casa Blanca. “Icann existe para resolver aspectos técnicos, no para politizar cuestiones atinentes a dominios”, sostiene Martin Selmayr, supervisor de telecomunicaciones y la Red en la Comisión Europea.

El elenco presente de dominios se compone de .com (cerca de 50 millones de sitios), .net (más de 6.700.000), -org (unos 4.150.000), .info (casi 2.390.000), .biz (1,280.000) y otros ocho, con menos de 300.000 sitios. Pero, hasta que apareció .xxx, nadie se hubiese imaginado una polémica como la actual. Sin duda, una decisión favorable demostraría que Icann se ha vuelto menos dependiente del arbitrio norteamericano.

Por cierto, el tema .xxx data de hace seis años, cuando Icann resolvió crear más dominios, para promover competencia entre los propios operadores. Según las malas lenguas, el objeto real era “comercializar” el ciberespacio en mucho mayor, siguiendo la pauta de las telecomunicaciones de alcance masivo (donde el factor sexo está saturando los dispositivos manuales). Dado que cada operador les cobra tarifas anuales a los usuarios registrados en la web, la iniciativa atrajo 47 interesados.

Entre ellos, al canadiense Jason Hendeles , proponente original de “.xxx”. Pero, presionado por Washington, el Icann tiró la pelota afuera. Al entrar en escena Lawley, la firma de Hendeles –ICM Registry- estaba virtualmente desactivada, pero igual lo llamó para revivirla. Para entonces, la pornografía por Internet era un negocio de US$ 1.000 millones anuales. No hay cifras sobre paidolagnia, sadomasoquismo y otras perversiones. Menos ahora, donde por cualquier cable bombardean al público con ofertas se sexo explícitamente orientadas a adolescentes.

Hace justo un año, Icann decidió abrir negociaciones con ICM. De inmediato, irrumpieron grupos tan intolerantes como Family Research Council, Concerned women for America y virtualmente todo el “cinturón bíblico” norteamericano. En agosto, Michael Gallagher –entonces responsable del tema en Comercio- se sumó a las presiones aunque, en verdad, los “lobbies” le habían mandado sólo unas seis mil cartas. Empero, la señal más alarmante surgió más tarde, vía un memorando interno de Comercio. A su juicio, “si la comunidad internacional decide aprobar un dominio .xxx, no irá al registro de los principales, porque EE.UU. no lo desea”. Dicho de otro modo, Washington cree que el Icann es suyo, todo suyo y sólo suyo. No sorprende que, desde hace algún tiempo, la Comisión Europea esté pensando en un Icann paralelo.

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