Maniobras con bonos y disgusto por la reunión UE-Mercosur

Economía reveló presiones para inflar bonos en poder de acreedores privados. Luego, un aliado de éstos en el FMI -Thomas Dawson, allegado a Washington- condicionó la revisión de metas ¿Una muestra de disgusto por la reunión en Guadalajara?

30 mayo, 2004

El miércoles, Roberto Lavagna aludió a presiones, por parte de algunos fondos especulativos (los “buitres”), para inflar las cotizaciones de bonos en incumplimiento. El objeto de la maniobra es restar impulso a la propuesta que Buenos Aires hará, en junio, para renegociar una salida al cese unilateral de pagos. Inclusive, varios medios –entre ellos, radios de corte amarillista- afirmaban que la provincia de Santa Cruz estaba comprando esos papeles, cosa que no ha hecho.

Por su parte, Thomas Dawson –funcionario de línea en el Fondo Monetario, próximo a Washington, Anne Krueger y el “comité global” de bonistas- condicionó el jueves el éxito de la tercera revisión de metas fiscales a que Argentina cediese ante los acreedores privados. No obstante, admitió que el país había sobrepasado “por márgenes considerables” los compromisos firmados en 2003.

A menos de una quincena de arribar la misión técnica, la actitud de Dawson es similar a la de los fondos que controlan parte de los títulos afectados por el incumplimiento. Este mismo funcionario, encargado de RR.PP. en la entidad y próximo a la división “mercados de capitales” (orientado a la especulación financiera), inventó –no hace mucho- una “postergación del viaje a Buenos Aires” del equipo revisor de cuentas.

Algunos observadores en Brasil y México establecen nexos entre las actitud de Dawson (“dice lo que Krueger no puede”, afirma gente del BID) y cierta irritación norteamericana por el acercamiento Mercosur- Unión Europea. Por motivos que se ignoran, la reunión en Guadalajara también le cayó mal a la alta burocracia del FMI. Ésta ya estaba irritada por la reciente exhortación de Horst Köhler –ex presidente de la entidad y actual de Alemania-, en cuanto a “mejorar al trato político a Néstor Kirchner”.

Tampoco puede decirse que el encuentro en México haya sido un éxito espectacular, porque –como señalaron Pascal Lamy y Franz Fischler-, “la ampliación de la Unión Europea incluye a Polonia, una economía aún demasiado rural. Tanto el francés (comisionado de comercio) como el alemán (ídem de agricultura) apoyan un acuerdo UE-Mercosur. Pero no se hacen ilusiones sobre la presión polaca para obtener mayores subsidios agrícolas.

No obstante, hubo un gesto político quizá poco agradable a la Casa Blanca: Lavagna y el canciller, Rafael Bielsa, pidieron apoyo a la restructuración de la deuda argentina con acreedores privados. Pero, ademán, plantearon un acuerdo “más ambicioso” entre el Mercosur y la UE. A nadie pasó por alto que esta propuesta se lanzase en México, que no integra el Mercosur pero, sí, el Tratado de Libre Comercio en América del Norte.

El miércoles, Roberto Lavagna aludió a presiones, por parte de algunos fondos especulativos (los “buitres”), para inflar las cotizaciones de bonos en incumplimiento. El objeto de la maniobra es restar impulso a la propuesta que Buenos Aires hará, en junio, para renegociar una salida al cese unilateral de pagos. Inclusive, varios medios –entre ellos, radios de corte amarillista- afirmaban que la provincia de Santa Cruz estaba comprando esos papeles, cosa que no ha hecho.

Por su parte, Thomas Dawson –funcionario de línea en el Fondo Monetario, próximo a Washington, Anne Krueger y el “comité global” de bonistas- condicionó el jueves el éxito de la tercera revisión de metas fiscales a que Argentina cediese ante los acreedores privados. No obstante, admitió que el país había sobrepasado “por márgenes considerables” los compromisos firmados en 2003.

A menos de una quincena de arribar la misión técnica, la actitud de Dawson es similar a la de los fondos que controlan parte de los títulos afectados por el incumplimiento. Este mismo funcionario, encargado de RR.PP. en la entidad y próximo a la división “mercados de capitales” (orientado a la especulación financiera), inventó –no hace mucho- una “postergación del viaje a Buenos Aires” del equipo revisor de cuentas.

Algunos observadores en Brasil y México establecen nexos entre las actitud de Dawson (“dice lo que Krueger no puede”, afirma gente del BID) y cierta irritación norteamericana por el acercamiento Mercosur- Unión Europea. Por motivos que se ignoran, la reunión en Guadalajara también le cayó mal a la alta burocracia del FMI. Ésta ya estaba irritada por la reciente exhortación de Horst Köhler –ex presidente de la entidad y actual de Alemania-, en cuanto a “mejorar al trato político a Néstor Kirchner”.

Tampoco puede decirse que el encuentro en México haya sido un éxito espectacular, porque –como señalaron Pascal Lamy y Franz Fischler-, “la ampliación de la Unión Europea incluye a Polonia, una economía aún demasiado rural. Tanto el francés (comisionado de comercio) como el alemán (ídem de agricultura) apoyan un acuerdo UE-Mercosur. Pero no se hacen ilusiones sobre la presión polaca para obtener mayores subsidios agrícolas.

No obstante, hubo un gesto político quizá poco agradable a la Casa Blanca: Lavagna y el canciller, Rafael Bielsa, pidieron apoyo a la restructuración de la deuda argentina con acreedores privados. Pero, ademán, plantearon un acuerdo “más ambicioso” entre el Mercosur y la UE. A nadie pasó por alto que esta propuesta se lanzase en México, que no integra el Mercosur pero, sí, el Tratado de Libre Comercio en América del Norte.

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