Plazos electorales demasiado anticipados

Las elecciones de 2015 condicionan la evolución de la economía, y èsta impactará en su resultado: ya la actividad tiene un comportamiento inercial contractivo desde 2013, con leve recesión esperada para 2014, según el IAE. 

13 marzo, 2014

La economía argentina continúa funcionando sin un horizonte de crisis aguda importante, a pesar de los despropósitos que abundan en la gestión de la política económica y de la inoperancia de la oposición a la hora de plantear una agenda propia convocante. Habrá que superar este año de espera y desear que en este proceso, donde el mundo juega a favor de Argentina, no se nos vuelva a pasar el tren, señala Eduardo Luis Fracchia, investigador de IAE Business School de la Universidad Austral.

 

El panorama internacional luce optimista. No se dará claramente ninguna W (segunda recesión). El mundo recupera terreno con algunos países europeos con problemas superables y Estados Unidos con expansión reciente del empleo y un déficit fiscal que se va reduciendo. Desapareció también el fantasma de la guerra de monedas. China no parece que abandone las tasas elevadas de crecimiento si bien bajó un cambio.

 

La región va a buena velocidad con pocas economías apostando por herramientas que han fracasado en el pasado. El nivel de la inversión externa directa confirma este rumbo, propio del consenso de Washington, con más sensibilidad social que en los 90.

 

Pese a que el mundo ofrece una ventana de oportunidad para impulsar el crecimiento, en el frente interno una suma de hechos perjudica el horizonte y estamos ante una clásica crisis de confianza.

El escenario político se ha aclarado en parte respecto a la abundancia de figuras que se anotaban hace un año por el premio mayor. Quedan tres presidenciables con cierta chance de ganar. La incertidumbre política se mantiene y revela la crisis de partidos políticos que es un lugar común al describir la geografía electoral después de 2001.

 

La oposición ha sido incapaz hasta ahora de articular un programa de gobierno alternativo, quedando atrapada una vez más en los personalismos. Por otro lado, el oficialismo es desafiado por el descenso del consumo y la caída de popularidad de Cristina Fernández de Kirchner.

 

Hasta ahora, aparte de Scioli, aparece Randazzo como candidato oficial, pero lo cierto es que hay más dudas que certezas. Con tanto aún por definir, 2015 será otro año para esperar y esto condiciona la inversión de largo plazo.

 

El crecimiento se complica en 2014. El viento de cola sigue soplando, la locomotora brasileña demanda a ritmo bajo y en particular está muy floja la demanda de automóviles. Los precios de los commodities se mantienen a buen ritmo y la liquidez global, con tasa de la Fed casi nula, continúa favorable para los emergentes. El golpe de buena suerte de la cosecha de soja contribuye a los factores exógenos favorables.

 

Desde la perspectiva interna es innegable que las políticas expansivas en lo fiscal y monetario, sumadas a la devaluación colaboran a alimentar una mayor inflación.

 

En este escenario, esperamos un crecimiento del producto bruto del orden de -2% en 2015, peor que 2014. El consumo estará creciendo en 2014 al -2%, en un contexto recesivo impulsado por tasas reales de interés negativas.

 

La inversión en 2014 busca un nivel de 20% del PIB donde a la construcción le corresponde un rol protagónico. Se trata de una economía donde el mercado financiero sufre de una profundidad limitada y las alternativas para cubrirse de la inflación son pocas.

 

La inversión reproductiva se muestra menos dinámica que la construcción. Las continuas restricciones que el gobierno impone pueden agravar aún más el problema pues una porción significativa de los bienes de capital es importada.

 

El gasto público en términos reales crecería en 2014 y en el año electoral de 2015 pero a un ritmo interior al histórico. Los años expansivos en el PIB han terminado y su recuerdo lo muestra este gráfico de la época de las “vacas gordas”.

 

Los subsidios al transporte y la energía, el impulso a la obra pública y las importaciones energéticas cobran un rol protagónico en la ecuación fiscal. Si está lejos de promover una mejor distribución del ingreso, objetivo fundamental de esta administración que cada vez se presenta más lejano por el cuadro social con pobreza estructural. La excesiva expansión fiscal colabora con la consolidación de la inflación en tasas cada vez más peligrosas para una economía que hace 25 años fue shockeada por la hiperinflación.

 

Pese al manejo poco prudente de las erogaciones del sector público, el financiamiento del gobierno central se haya garantizado. La recaudación sigue muy fuerte por la inflación a pesar del retroceso de la actividad económica. Las arcas de la AFIP, recordemos, recibieron cifras récord en el período K.

 

Los recursos genuinos son complementados con las “fuentes auxiliares”, célebres en los últimos tiempos, tales como las utilidades del Banco Central y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES.

 

Mientras que, para cubrir las necesidades de financiamiento, el Banco Nación y agencias oficiales con liquidez, como Lotería Nacional, se suman a la lista de proveedores de fondos frescos encabezada por el Banco Central y la ANSES.

 

Este año, el gobierno espera una asistencia importante por parte del Central. Estos recursos incluyen pagos de la deuda a inversores y organismos internacionales, giros de utilidades y adelantos transitorios.

 

El resultado primario de febrero fue positivo. Pero el resultado financiero (que incorpora el pago de intereses) fue negativo. Con la presión del gasto público en ascenso, el deterioro de la posición fiscal continúa. Este pilar histórico del “modelo” se extinguió hace tiempo.

 

El otro pilar del modelo que se desvanece es el superávit externo. Es un proceso que preocupa al gobierno como se aprecia en la reacción de salvaguardar el superávit comercial con medidas proteccionistas. Las exportaciones se recuperan parcialmente este año gracias a la cosecha de soja, la mejora de los precios de commodities y por la propia recesión local. Las importaciones por su parte se reducen este año al caer el nivel de actividad.

 

Más allá de los superávits gemelos que nos han abandonado, el verdadero problema macroeconómico grave es la inflación. Instalada en el entorno del 35% debe preocupar y mucho. Es la principal fuente de incertidumbre en este año. Será la variable que influirá mucho en las elecciones. Ocupa el segundo puesto dentro de las preocupaciones de la sociedad después de la inseguridad. El gobierno persiste en el autismo y la negación de la inflación.

 

El Ejecutivo niega el problema. Persiste el tipo de cambio retrasado y el congelamiento de tarifas. La caída de la actividad tiene también fuerte impacto político porque aumentará el desempleo. En definitiva, grandes desafíos para corregir el rumbo.

 

En definitiva, estamos frente a una economía que está lejos del “piloto automático” donde hay muchos frentes donde corregir distorsiones en medio de un escenario internacional más que favorable.

 

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