Rusia, a la vanguardia de una revolución hídrica
Las enormes reservas de agua dulce en los caudalosos ríos siberianos podrían usarse, desviándolos, para irrigar cultivos de cereales y otros insumos agrícolas. Pero el esquema puede tener efectos y complicaciones en otros lugares del planeta.
24 febrero, 2009
<p>La idea original era un sueño soviético: modificar cursos fluviales eurasiáticos para que desembocasen en Asia central (lagos Aral, Baikal, Balkash), los mares Caspio, Negro y Ojotsk. Esto tornaría fértiles inmensos territorios. Hoy, semejante proyecto debería coordinarse con Kazajstán y otros estados musulmanes de habla turca.<br />
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Una forma actualizada del esquema ha sido propuesta días atrás por Yuri Luzhkov, intendente de Moscú. Entre los nuevos objetivos figura la venta de agua –un recurso cada día más escaso o costoso en buena parte del mundo- a los países petroleros vecinos al sur, hasta el golfo Pérsico. Otra variante sería desviar ríos al Atlántico nororiental.<br />
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Algunos ecologistas han puesto el grito en el cielo. Míjail Kreindlin (Greenpeace rusa) lo tacha de “locura criminal”. Otros técnicos son más cautos y hay quienes creen que la iniciativa puede evitarle a Europa occidental otra era glacial. Por cierto, el efecto invernadero está elevando la proporción de agua dulce en el Atlántico norte y el Ártico.<br />
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Ese factor tiende a disminuir o interrumpir la corriente del golfo, que sale del Caribe mexicano para entibiar las costas norteamericanas y noreuropeas. Como se sabe, la “península occidental” de Eurasia mantiene temperaturas invernales suaves por la “circulación termohalina”, o circulación convectiva que afecta de modo global al consunto de los océanos. . Las aguas tropicales van rumbo al Atlántico septentrional y al Ártico oriental. Al enfriarse, se hacen más saladas y densas, para volver por el fondo marino al golfo de México.<br />
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Por cierto, el calor transportado genera una masa de energía capaz de cubrir cien veces la demanda del planeta, cuando exista la tecnología necesaria. La corriente, pues, entibia el noroeste de Eurasia y evita edades glaciales. Dos estudios británicos muestran que hay reducciones de hasta 30% en la corriente tropical y, alrededor del polo norte, las columnas frías hacia el fondo marino se han reducido de siete/trece a dos anuales.<br />
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Por otra parte, los ríos siberianos vuelcan al Ártico unos 400 km3 anuales. Este volumen ha aumentado de 7% -fuentes occidentales- a 30% (cifras rusas) en setenta años, de 1936 a 2005. Dicho de otra forma, el flujo hídrico fluvial, desviado fuera del mar polar, compensaría el déficit de la corriente tropical o la “endulzaría”. <br />
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