¿Pacto de caballeros para frenar la caída del dólar?

Según versiones originadas en Tokio, los bancos centrales de Japón, Gran Bretaña, Holanda y otros hicieron un “pacto de caballeros” con Washington y compran dólares para mantener el euro bajo US$ 1,26/7. De hecho, ayer cedió a 1,258.

16 enero, 2004

Analistas británicos, alemanes y suizos no confirman ni desmienten la especie, pero admiten que un reciente trabajo del Sistema de Reserva Federal y las opiniones de un ex econometrista del Fondo Moinetario Internacional sembraron la alarma desde el martes y pueden haber asustado a varios países.

Según el informe del SRF, “el retroceso internacional del dólar no surte aún efectos en la balanza comercial”. En forma separada, Kenneth Rogoff sostuvo que déficit casi crónico exige un euro a US$ 1,80. Además, las noticias del miércoles sobre déficit en comercio exterior no conforman a muchos expertos. Aun con al nivel más bajo desde octubre de 2002, la brecha a noviembre último (US$ 38.000 millones) continúa siendo apabullante.

Los crecientes problemas que sufre la Eurozona por la firme repreciación de su moneda (22% durante 2003) no alivian el rojo comercial estadounidense. Algunos técnicos lo atribuyen a peculiaridades de ambos ciclos económicos cortos.

El exceso de capacidad instalada en escala global, la intensa competencia y las intervenciones (Japón, Hongkong, Taiwán, Singapur) en los mercados cambiarios limitan el impacto del “minidólar”. Por otra parte, como este dólar barato no genera todavía inflación, el SRF no tiene motivos para empujar su divisa elevando las tasas referenciales, en el mínimo desde julio de 1958. Pero la “intervención embozada” que viene frenando al euro desde hace dos días parece preludiar un cambio de tácticas cambiarias.

Naturalmente, un aumento de tipos de interés contendría el crecimiento norteamericano –el consumido compra endeudándose, pues el ahorro interno es escaso- y la demanda de rubros importados. Algunos analistas conservadores insisten en que ser precisan más tiempo y un euro a más de US$ 1,50 para que afloje el déficit comercial.

Otro sector, menos lírico, no descarta que los inversores extranjeros se tornen reacios a seguir financiando el “triple déficit” (especialmente el de pagos, que exige US$ 1.700 millones diarios de inversión externa directa). Eso los llevaría a vender bonos –deuda- y acciones estadounidenses. Esto debilitaría la primera economía mundial.

Extremistas no faltan. Por ejemplo, Kenneth Rogoff (producto de Harvard y ex econometrista jefe del FMI) afirma que, hoy en día, sólo 30% del retroceso cambiario se transfiere a precios, contra 50% antiguamente. En otras palabras, “para eliminar velozmente los déficit norteamericano haría falta que el dólar cediera tres veces más de lo perdido hasta ahora”. Vale decir, se necesitaría un euro a US$ 1,80, una libra a 2,80 –como hace 57 años- o un dólar a apenas ¥ 75.

Analistas británicos, alemanes y suizos no confirman ni desmienten la especie, pero admiten que un reciente trabajo del Sistema de Reserva Federal y las opiniones de un ex econometrista del Fondo Moinetario Internacional sembraron la alarma desde el martes y pueden haber asustado a varios países.

Según el informe del SRF, “el retroceso internacional del dólar no surte aún efectos en la balanza comercial”. En forma separada, Kenneth Rogoff sostuvo que déficit casi crónico exige un euro a US$ 1,80. Además, las noticias del miércoles sobre déficit en comercio exterior no conforman a muchos expertos. Aun con al nivel más bajo desde octubre de 2002, la brecha a noviembre último (US$ 38.000 millones) continúa siendo apabullante.

Los crecientes problemas que sufre la Eurozona por la firme repreciación de su moneda (22% durante 2003) no alivian el rojo comercial estadounidense. Algunos técnicos lo atribuyen a peculiaridades de ambos ciclos económicos cortos.

El exceso de capacidad instalada en escala global, la intensa competencia y las intervenciones (Japón, Hongkong, Taiwán, Singapur) en los mercados cambiarios limitan el impacto del “minidólar”. Por otra parte, como este dólar barato no genera todavía inflación, el SRF no tiene motivos para empujar su divisa elevando las tasas referenciales, en el mínimo desde julio de 1958. Pero la “intervención embozada” que viene frenando al euro desde hace dos días parece preludiar un cambio de tácticas cambiarias.

Naturalmente, un aumento de tipos de interés contendría el crecimiento norteamericano –el consumido compra endeudándose, pues el ahorro interno es escaso- y la demanda de rubros importados. Algunos analistas conservadores insisten en que ser precisan más tiempo y un euro a más de US$ 1,50 para que afloje el déficit comercial.

Otro sector, menos lírico, no descarta que los inversores extranjeros se tornen reacios a seguir financiando el “triple déficit” (especialmente el de pagos, que exige US$ 1.700 millones diarios de inversión externa directa). Eso los llevaría a vender bonos –deuda- y acciones estadounidenses. Esto debilitaría la primera economía mundial.

Extremistas no faltan. Por ejemplo, Kenneth Rogoff (producto de Harvard y ex econometrista jefe del FMI) afirma que, hoy en día, sólo 30% del retroceso cambiario se transfiere a precios, contra 50% antiguamente. En otras palabras, “para eliminar velozmente los déficit norteamericano haría falta que el dólar cediera tres veces más de lo perdido hasta ahora”. Vale decir, se necesitaría un euro a US$ 1,80, una libra a 2,80 –como hace 57 años- o un dólar a apenas ¥ 75.

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