Sindicatos: mala imagen

De acuerdo a estudios realizados son las instituciones con peor imagen. La desregulación de las obras sociales es un punto nodal de conflicto con el gobierno.

10 agosto, 2000

Según una encuesta realizada por la consultora Nueva Mayoría, los sindicatos son las instituciones con peor imagen dentro de la sociedad y sólo llegan a registrar 9 % de adhesiones. Durante los últimos diez años, el sindicalismo argentino vio devaluado el prestigio social que había adquirido durante 50 años de historia.

La prensa local informa de ostentosos viajes de dirigentes al exterior del país. “Se construyó un mito sobre los dirigentes sindicales de la opulencia. Eso no tiene nada que ver con la vida real´´—dice Rodolfo Daer—secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT).

Hugo Moyano, representante del sector disidente, coincide con Daer en que la mala imagen de los sindicatos es injustificada. “La gente no tiene buena imagen de los sindicatos como no la tiene, a veces, de los políticos, de los periodistas. La sociedad está devaluada´´– asegura Moyano–.

El sindicalismo debió enfrentarse, en los últimos meses, a dos fuertes límites impuestos por el Gobierno: la reforma laboral, con la nueva modalidad de negociación descentralizada de los convenios colectivos de trabajo y la desregulación de las obras sociales. “En la medida en que son el vector que maneja las obras sociales y las negociaciones colectivas de trabajo, más la cuota de afiliación que cobran, son fuertes´´—dice Enrique Espinola Vera, subsecretario de Relaciones Laborales del gobierno—.

Los sindicatos tienen cerca de 4,4 millones de afiliados en todo el país y el sistema de salud atiende a 11,5 millones de argentinos, recaudando más de 4.600 millones de dólares al año.

Daer y Moyano aseguran que el objetivo final de las reformas planteadas es destruir a los sindicatos.

Según una encuesta realizada por la consultora Nueva Mayoría, los sindicatos son las instituciones con peor imagen dentro de la sociedad y sólo llegan a registrar 9 % de adhesiones. Durante los últimos diez años, el sindicalismo argentino vio devaluado el prestigio social que había adquirido durante 50 años de historia.

La prensa local informa de ostentosos viajes de dirigentes al exterior del país. “Se construyó un mito sobre los dirigentes sindicales de la opulencia. Eso no tiene nada que ver con la vida real´´—dice Rodolfo Daer—secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT).

Hugo Moyano, representante del sector disidente, coincide con Daer en que la mala imagen de los sindicatos es injustificada. “La gente no tiene buena imagen de los sindicatos como no la tiene, a veces, de los políticos, de los periodistas. La sociedad está devaluada´´– asegura Moyano–.

El sindicalismo debió enfrentarse, en los últimos meses, a dos fuertes límites impuestos por el Gobierno: la reforma laboral, con la nueva modalidad de negociación descentralizada de los convenios colectivos de trabajo y la desregulación de las obras sociales. “En la medida en que son el vector que maneja las obras sociales y las negociaciones colectivas de trabajo, más la cuota de afiliación que cobran, son fuertes´´—dice Enrique Espinola Vera, subsecretario de Relaciones Laborales del gobierno—.

Los sindicatos tienen cerca de 4,4 millones de afiliados en todo el país y el sistema de salud atiende a 11,5 millones de argentinos, recaudando más de 4.600 millones de dólares al año.

Daer y Moyano aseguran que el objetivo final de las reformas planteadas es destruir a los sindicatos.

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